Nueva York revive su horror
La ciudad se ha convertido en el s¨ªmbolo de la recuperaci¨®n cuatro a?os despu¨¦s de los ataques terroristas contra las Torres Gemelas
Cuando se preguntaba a los estadounidenses por Nueva York antes de los ataques suicidas contra las Torres Gemelas respond¨ªan con el estereotipo de su violencia. No faltaban motivos para ello. Los principios culturales, pol¨ªticos y religiosos de los neoyorquinos no coincid¨ªan con los del resto del pa¨ªs. Pero el 11-S, del que hoy se cumple el cuarto aniversario, mostr¨® hasta qu¨¦ punto una ciudad puede recuperarse del cataclismo y preservar su magia.
Este a?o, los neoyorquinos reviven el drama con parte del coraz¨®n puesto en Nueva Orleans, convertida en una ciudad fantasma tras el devastador tif¨®n Katrina. Y aunque para la gran mayor¨ªa el 11-S forma parte de la biograf¨ªa de la ciudad, la tragedia en el Golfo vuelve a "reactivar los miedos, los recuerdos y pone en evidencia la vulnerabilidad de sus ciudadanos" ante este tipo de cat¨¢strofes. As¨ª lo piensa y lo siente Nancy Foner, profesora de sociolog¨ªa en el Hunter College, que durante los ¨²ltimos tres a?os se ha dedicado a analizar los cambios en la vida de Nueva York.
Katrina invita a la comparaci¨®n. Pero su origen e impacto es muy diferente al 11-S. Los ataques terroristas que destruyeron las Torres Gemelas uni¨® a los neoyorquinos y a toda la naci¨®n, que empez¨® a mirar a Nueva York con otros ojos. "El afecto sigue siendo profundo en todo el pa¨ªs", se?ala Gretcher Dykstra, del World Trade Center Memorial, que destaca el inter¨¦s por visitar la ciudad y en especial la conocida como zona cero, convertida en un lugar de culto. "Se siente como un icono", apunta David Haproff, de la fundaci¨®n Russell Sage.
Las encuestas muestran (antes del Katrina) que el 87% de los estadounidenses considera el 11-S como un evento que cambi¨® su forma de convivir, de sentir colectivamente. "Ahora, en una ciudad juzgada como impersonal y excesivamente liberal, sus vecinos, en lugar de llorar solos, lloran juntos", explica el publicista Bernardo Revilla, que recuerda c¨®mo durante dos d¨ªas tuvo que refugiarse en la zona alta de Manhattan en casa de unos amigos, hasta que abrieron los puentes a Brooklyn.
Su esposa, Gina, sinti¨® el ataque en Soho y recuerda el estruendo del primer avi¨®n. "Pas¨® por encima de nuestra oficina y sonaba como si fuera acelerando", explica. Los que vivieron el cataclismo de forma indirecta tienen superado el trauma, afirma el doctor Luis Rojas Marcos, y los sentimientos que afloraron tras los ataques -unidad, patriotismo o revancha- han perdido intensidad. "Ya no se considera como una interferencia en la vida de las personas que vivimos ese d¨ªa", afirma el psiquiatra, quien destaca que "la ciudad ha crecido en identidad. Hablamos m¨¢s que antes".
Otros de los efectos positivos del 11-S es la confianza en los l¨ªderes sociales y las instituciones de la ciudad, como el cuerpo de bomberos. Son los h¨¦roes oficiales del 11-S y aunque pas¨® la emoci¨®n de los dos primeros a?os, es f¨¢cil ver a los turistas fotografi¨¢ndose con ellos. "La gente necesitaba unos h¨¦roes y los bomberos son m¨¢s atractivos que un simple oficinista", afirma Jim Dwyer mientras recuerda c¨®mo escap¨® de las Torres. Cuenta lo que pas¨® en los pisos m¨¢s altos de los rascacielos, c¨®mo la gente "se un¨ªa para rescatarse a s¨ª misma, porque los bomberos no pod¨ªan llegar tan alto". "Algunos murieron ayudando, como los guardias de seguridad", comenta.
Mientras muchos recuerdan, la vida en la ciudad sigue su pulso. S¨®lo hay que ir a Soho o a Broadway para ver que es un hervidero. Las ventas de entradas para los musicales en el barrio de los neones superan los niveles previos al 11-S, con cinco millones de personas en las ¨²ltimas 20 semanas. El 60% son turistas. Pero tambi¨¦n neoyorquinos. "Lo que veo entre mis amigos y colegas de trabajo que vivimos ese d¨ªa es que siente la vida como algo m¨¢s precioso. Se quiere participar m¨¢s de la ciudad y de su oferta cultural", explica Haproff.
El economista Howard Chernick da un dato: en 1999, el 60% de los ciudadanos consideraban la ciudad como un buen lugar para vivir. Un a?o despu¨¦s del atentado, esa proporci¨®n subi¨® al 80%. "Es significativo y una buena noticia", dice. Pero su opini¨®n es que este cambio est¨¢ asociado con la ca¨ªda del crimen y el repunte de la actividad econ¨®mica. Pero advierte de que el nivel de pobreza ha subido, "algo que suele suceder en tiempos de crisis". Nancy Foner a?ade que la hostilidad hacia los musulmanes contin¨²a y que ciertos barrios, como China Town, siguen sufriendo las consecuencias econ¨®micas del 11-S.
Entre tanto, el esfuerzo por recuperar el coraz¨®n financiero de Manhattan es enorme, aunque avanza con lentitud y rodeado de pol¨¦mica. La Torre 7 ya est¨¢ en pie, la nueva estaci¨®n de tren tiene aprobado su dise?o definitivo y el banco de inversiones Goldman Sachs construir¨¢ un nuevo edificio de 43 plantas en el World Trade Center, donde establecer¨¢ su cuartel general mundial. La Torre de la Libertad se topa con mayores problemas por cuestiones de seguridad y por las cr¨ªticas de los familiares de las v¨ªctimas. Y en el resto de la ciudad, la carrera por construir altos edificios contin¨²a. "Los n¨²meros dicen que son m¨¢s rentables", se?ala Chernick, aunque no ve mucho futuro para los de m¨¢s de 60 pisos "porque la gente sigue teniendo miedo". Pero el da?o f¨ªsico tardar¨¢ a¨²n varios a?os en cerrase.
![Las Torres Gemelas de Nueva York arden tras los atentados suicidas, el 11 de septiembre de 2001.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WOIXC45SP46LE5UGB7Q3VH2BFA.jpg?auth=8a7f019712ee6d3151119ae24b1e0819c422d9e475b0a7f441de6b72f20a6270&width=414)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.