Adolescentes atrapados en la coca¨ªna
El consumo se inicia a edades cada vez m¨¢s tempranas de la mano del alcohol o del hach¨ªs
Cada vez son m¨¢s y cada vez m¨¢s j¨®venes. Hasta hace poco la coca¨ªna se consideraba una droga de ejecutivos y artistas pero ahora es una droga interclasista, de consumo habitual en determinados lugares de ocio y una de las amenazas m¨¢s destructivas que acechan a los adolescentes.
"Empec¨¦ con borracheras de fin de semana y enseguida pas¨¦ a las pastillas. Tom¨¦ las primeras cuando ten¨ªa 16 a?os y me gustaron porque con ellas ten¨ªas la diversi¨®n asegurada. Luego ya todo fue muy r¨¢pido. En cuesti¨®n de semanas tom¨¦ de todo, ¨¦xtasis l¨ªquido, trippies y, al final, coca¨ªna. Ah¨ª me qued¨¦ colgado". Dami es un joven alto, de tez morena, voz melosa y aspecto cuidadosamente descuidado. S¨®lo cierto extrav¨ªo en la mirada delata la extrema fragilidad en la que se encuentra. Ten¨ªa un oficio que le gustaba, peluquero, y aspiraciones de artista, pero la droga engull¨® en poco tiempo todas las promesas de futuro. "S¨®lo pensaba en el fin de semana", recuerda. "Me pon¨ªa de todo y tuve un mont¨®n de comas. La ¨²ltima vez que me ingresaron son¨® el m¨®vil. La polic¨ªa lo cogi¨® y result¨® que era mi madre. As¨ª se enter¨®".
El 'itinerario' medio de la noche son 12 horas de 'marcha', seis locales y 76 euros de gasto
"Todo te da igual, pasas de la familia y lo ¨²nico que te importa es llegar al fin de semana"
"Cuando llega al centro un cocain¨®mano, hay que convencerle de que tiene un problema"
"No hace falta ir a buscarla. Te la ofrecen. Y tampoco es tan cara: 30 euros medio gramo"
"En el colegio fum¨¢bamos porros y compr¨¢bamos alcohol. Luego todo se dispar¨®"
La coca¨ªna es, despu¨¦s del 'cannabis', la segunda droga ilegal m¨¢s consumida
"Mucha televisi¨®n y mucha videoconsola: ¨¦se es el horizonte vital de muchos j¨®venes"
La historia de Dami no es muy diferente de la de los otros j¨®venes con los que comparte terapia en el centro que el Proyecto Hombre tiene en Mongat (Barcelona). Diferentes biograf¨ªas para un mismo itinerario que comienza a veces en la puerta del colegio, casi siempre de la mano del alcohol, y contin¨²a en las fiestas de fin de semana, en discotecas y locales donde las pastillas y la coca¨ªna son casi tan accesibles como los cubatas.
"En realidad, casi no hace falta ir a buscarla. Te viene. Te la ofrecen. Y tampoco es tan cara: 30 euros medio gramo", dice Jordi. ?l empez¨® a tomar hace dos a?os, cuando ten¨ªa 15. "Al principio con medio gramo me hac¨ªa hasta ocho rayas. Pero al final necesitaba mucho m¨¢s. La cosa era aguantar dos o tres d¨ªas de marcha sin dormir".
El problema se ve¨ªa venir pero la alarma salt¨® en 2002: "Cada vez ven¨ªan al centro m¨¢s adictos a la coca¨ªna y cada vez eran m¨¢s j¨®venes. Hasta que observamos, con cierta sorpresa, que la coca¨ªna sobrepasaba a la hero¨ªna como motivo de petici¨®n de tratamiento", recuerda Albert Sabat¨¦s, director del Proyecto Hombre en Catalu?a. Pero no era s¨®lo un trasvase de cifras. Supon¨ªa tambi¨¦n un cambio de perfil. "El adicto a la hero¨ªna suele llegar al centro de desintoxicaci¨®n machacado, con el cuerpo envejecido y el alma magullada, consciente de que la droga le est¨¢ destruyendo f¨ªsica y mentalmente. Nadie tiene que explicarle nada, ¨¦l sabe muy bien cu¨¢l es su problema. Al adicto a la coca¨ªna, en cambio, hay que convencerle de que tiene un problema".
"Hay un patr¨®n que se repite con frecuencia: comienzan a consumir alcohol y hach¨ªs en el colegio o el instituto, y luego pasan a las pastillas y a la coca¨ªna. Hacen itinerarios diferentes, pero lo habitual es el policonsumo", explica Llu¨ªsa P¨¦rez, directora del programa de j¨®venes.
En 2003 el Plan Nacional de Drogas certific¨® que la coca¨ªna superaba a la hero¨ªna en la demanda de tratamientos. Las cifras son bien conocidas: en apenas diez a?os el consumo de coca¨ªna se ha multiplicado por cuatro. Espa?a ha pasado a ser el pa¨ªs de mayor consumo de coca¨ªna de la Uni¨®n Europea y le disputa el primer puesto mundial a Estados Unidos. Lo alarmante es que el mayor incremento se produce entre los adolescentes: el 7,2% de los j¨®venes de entre 14 y 18 a?os declara haber consumido coca¨ªna en el ¨²ltimo a?o, y los ingresos hospitalarios han pasado del 26% de todas las urgencias por drogas al 49%.
La coca¨ªna es, despu¨¦s del cannabis, la segunda droga m¨¢s consumida en Espa?a. Luego estamos hablando de un fen¨®meno silente, que crece como una marea blanca y cuyas peores consecuencias apenas comienzan a emerger. "Es una adicci¨®n muy da?ina, que permanece oculta porque durante un tiempo permite llevar una vida normal", explica Laura Mitrani, m¨¦dico del Centro de Asistencia de Toxicoman¨ªas Fundaci¨®n Teresa Ferrer, que pertenece a la red p¨²blica de asistencia mental de Girona y la Costa Brava. "Estamos viendo a muchos adolescentes, pero tambi¨¦n a j¨®venes que ganan dinero en el turismo y la construcci¨®n. El problema es que tenemos muy pocos medios. Nuestra lista de espera es de tres meses".
El Instituto Genus realiza cada a?o un trabajo de campo para el observatorio catal¨¢n sobre drogas cuyo objetivo es disponer de un "sistema de alerta r¨¢pida" sobre los patrones de consumo. El informe de 2004 indica que el consumo de coca¨ªna sigue aumentando y lo hace en todas las capas sociales. El itinerario promedio de una noche de fiesta comprende 12 horas de marcha, seis locales visitados y 76 euros de gasto. El consumo de drogas en general se hace cada vez m¨¢s abierto y tiende a salir del circuito de la fiesta nocturna: por primera vez se ha observado en terrazas y bares. Los consumidores son cada vez m¨¢s j¨®venes y cada vez hay m¨¢s chicas.
La adolescencia es una diana perfecta. Es la edad en que la inestabilidad emocional es m¨¢s intensa y mayor el ansia de traspasar fronteras. Muchos padres no se dan cuenta de que sus hijos son adictos porque confunden los s¨ªntomas con los propios de la adolescencia. Jordi era un chico rebelde. Pero con la coca¨ªna se volvi¨® m¨¢s agresivo, descarado, estaba siempre insatisfecho, y pod¨ªa pasar de la euforia a una explosi¨®n de ira en cuesti¨®n de segundos. "Cuando empiezas a tomar, te parece que controlas, pero luego pierdes el control. Todo todo te da igual, no valoras las cosas, pasas de la familia y lo ¨²nico que te importa es conseguir dinero para el fin de semana". En cuesti¨®n de meses le expulsaron del equipo en que jugaba y tambi¨¦n del colegio, por la v¨ªa de eximirle de asistir a clase. Ten¨ªa una novia que intent¨® que lo dejara, pero ¨¦l ya estaba muy enganchado. "Cuando ella me abandon¨® toqu¨¦ fondo. Empec¨¦ a tomar cada d¨ªa, hasta que mis padres lo descubrieron".
Tambi¨¦n Bea era una adolescente dif¨ªcil. Tuvo sus primeras borracheras a los catorce a?os, en el colegio: "Fum¨¢bamos porros y compr¨¢bamos alcohol. Luego, cuando empezamos a salir los fines de semanas, todo se dispar¨®. A los 16 prob¨¦ el ¨¦xtasis l¨ªquido, el speed y la coca¨ªna. La tomaba en los lavabos. Ten¨ªa un problema con la comida y me ingresaron varias veces en el Cl¨ªnico por comportamientos agresivos", recuerda. A los dieciocho ya consum¨ªa cada d¨ªa ?Y el dinero? "Si eres una chica es m¨¢s f¨¢cil conseguirla", dice, lac¨®nicamente. Tuvo varios novios que le proporcionaban la droga, y si no ten¨ªa novio, robaba. "No te gusta lo que haces, pero lo haces", dice.
Ahora cree que est¨¢ en condiciones de dejar atr¨¢s ese mundo. "Al principio ven¨ªa a la terapia por mis padres, pero ahora vengo por m¨ª", dice. Como Bea, la mayor¨ªa de los cocain¨®manos que acuden al centro del Proyecto Hombre han ido de la oreja. Normalmente llevados por los padres, pero tambi¨¦n por mandato judicial o bajo un ultim¨¢tum de la pareja. A las siete de la tarde, los aleda?os del centro se pueblan de parejas de mediana edad. El perfil de acompa?antes tambi¨¦n ha cambiado: la mayor¨ªa de los coches aparcados son de gama media y media alta.
"Estos chicos necesitan pautas educativas y un ambiente estable que puedan compaginar con el colegio. Intentamos mantener la parte de la vida que tienen m¨¢s normalizada, fomentar la convivencia y la responsabilidad. Tambi¨¦n trabajamos con los padres para reforzar su papel de apoyo y para que recuperen la autoridad", explica la terapeuta Miriam Fern¨¢ndez.
Lili tiene 16 a?os y reconoce que ha sido una hija muy dif¨ªcil. De una belleza explosiva y una gran vitalidad, su problema es que siempre se ha sentido m¨¢s mayor de lo que es y se ha tragado la vida sin masticarla. A los doce a?os ya comenz¨® a consumir drogas. "Hay una edad en que todo depende de las compa?¨ªas", dice. Se llevaba fatal con sus padres y no estudiaba. "Nadie me soportaba. Estaba s¨²per amargada y reaccionaba siempre agresivamente. Todo el d¨ªa estaba fumando porros, ya no sab¨ªa estar sin fumar. O porros, o futbolines. ?sa era la vida que llevaba con la pandilla. Tampoco ten¨ªamos muchos temas de conversaci¨®n, as¨ª que fum¨¢bamos".
Lili acaba de dar una de las claves del problema. "Es sorprendente la pobreza de recursos de muchos de estos chicos", dice Laura Mitrani. "Fracaso escolar, muchas horas de televisi¨®n y mucha videoconsola. ?ste es el horizonte vital de muchos j¨®venes que caen en las drogas". Miriam Fern¨¢ndez tambi¨¦n lo ha observado en sus pacientes. "Para muchos, la droga es el sustituto f¨¢cil de una vida sin horizonte, muy centrada en lo inmediato, fruto en parte de una cultura consumista, compulsiva y poco dispuesta a la frustraci¨®n". Albert Sabat¨¦s est¨¢ convencido de que la prevenci¨®n del fracaso escolar es tambi¨¦n una forma de prevenir la drogadicci¨®n.
"He robado mucho. Joyas, dinero, de todo. A veces cog¨ªa un destornillador y me iba a robar cascos de moto para venderlos", relata Lili. Hasta que un d¨ªa se encontr¨® de novia de un hombre bastante mayor, un camello que le proporcionaba la droga. Debi¨® de tocar fondo porque decidi¨® darle la espalda a ese mundo y lo hizo con la misma determinaci¨®n con la que entr¨®. Ahora tiene muy claro d¨®nde est¨¢ la salida: "Empec¨¦ el tratamiento el 16 de julio del a?o pasado y el 4 de agosto dije que nunca m¨¢s me iba a poner. Desde entonces estoy limpia". Ha empezado a estudiar comercio y quiere enviar un mensaje a los lectores que pudieran identificarse con su historia: "Hay que decir nunca m¨¢s. Y buscar puntos de apoyo en la gente que te quiere". Jordi tiene otro mensaje: "Ni una vez. Lo mejor es no empezar".
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