La pesca
Calificaban los noticieros auton¨®micos valencianos la manifestaci¨®n del agua en Alicante del pasado s¨¢bado como manifestaci¨®n multitudinaria, riada humana, marea reivindicativa. Y eran muchos sin duda, aunque no coincidieran las im¨¢genes de la concentraci¨®n con las decenas de miles de las que hablaron sus mentores y promotores, a pesar de la asistencia masiva de los poderes y potestades del Partido Popular que dirigen los hilos y sedales del agua en el gobierno auton¨®mico, en diputaciones y capitales de provincia, en los informativos de la radio y televisi¨®n valenciana. Faltos de un di¨¢logo serio y sereno en torno a las necesidades, recursos y usos del agua, tenemos agitaci¨®n y propaganda que probablemente les reporte a los organizadores de las contiendas h¨ªdricas algunos dividendos electorales. Nos recuerdan los organizadores de la contienda a nuestros labradores de regad¨ªo para quienes el agua supuso siempre un bien preciado, algo por lo dem¨¢s harto conocido entre la ciudadan¨ªa de por estos pagos. Pero el n¨²mero de quienes trabajan y viven de la tierra disminuye aqu¨ª, y esa disminuci¨®n no se produce tan s¨®lo en el secano. Con todo, quienes se dedican a cultivar el suelo valenciano se cuentan todav¨ªa por decenas de miles, es decir, un n¨²mero mayor de ciudadanos agricultores que de ciudadanos promotores urban¨ªsticos, que tambi¨¦n necesitan el agua que no hay.
Pero hay un colectivo menor en n¨²mero que el de agricultores y promotores del negocio urban¨ªstico; un colectivo peque?o y tambi¨¦n relacionado con el agua del que nos olvidamos y del que se olvidan los poderes y potestades: nuestros pescadores que no est¨¢n faltos de mar carentes de recursos debido a los altos precios del gasoil y a los bajos precios en la venta de sus capturas. Hace cuarenta a?os los miles de pescadores se contaban con los dedos de las manos; hoy sobran muchas manos y muchos dedos. No son poderosos. Tienen flotillas que recorren la plataforma litoral y se separan poco de la costa. Mucha iniciativa privada y ¨¢mbito familiar para ganarse el sustento zarpando de puertos peque?os. Pescan en la plataforma litoral, y sus barcos y jarcias nada tienen que ver con los grandes buques frigor¨ªficos o manufactureros que explotan los grandes bancos de pesca del planeta, y que forman parte de organizaciones empresariales complejas. Gente laboriosa que faena en modalidades de cerco, arrastre o trasmallo; buena gente que permanece en el puerto cuando se establecen paradas por vedas biol¨®gicas, y gente buena que nos permiti¨® a lo largo de los siglos tener una de las dieta alimenticia envidiable en m¨¢s de medio mundo, aunque el suyo es reducido y se sigue reduciendo.
Nuestros pescadores no son una riada humana o una marea reivindicativa. Son unos cuantos centenares de valencianos de Burriana, Cullera, Gandia, Benicarl¨®, Castell¨®n, Santa Pola, Vinar¨°s y alg¨²n puerto m¨¢s, cuyo trabajo se hace dif¨ªcil porque se importa pescado m¨¢s barato procedente de mares lejanos con mano de obra tambi¨¦n barata, o de mares cercanos en Italia o Francia donde los pescadores pagan por el gasoil la mitad de lo que pagan aqu¨ª. Un colectivo por cuyo trabajo no se interesan las j¨®venes generaciones y cuya actividad se mantiene a duras penas con la ayuda de inmigrantes. Un reducido n¨²mero de valencianos que apenas, por reducidos, tienen fuerza para levantar su voz, y que les escuchen los poderes y potestades del agua para seguir faenando en nuestras costas.
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