El Liberty destroza a Menchov
Heras culmina la exhibici¨®n de su equipo en Asturias ganando en Pajares y tomando el liderato con 4m 30s sobre el ruso
![Carlos Arribas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe3f9d365-91a0-4554-a5c4-70f3bf1ea029.png?auth=e6426bc0be73ca7a1a032b8f3a5a8f5479303facc987fc5270aa197eb094c06b&width=100&height=100&smart=true)
A Menchov y Mancebo les esperaba Pol¨ªcrates a la salida de la curva, y ellos sin sospecharlo.
A Menchov y Mancebo se les hab¨ªa ocurrido en d¨ªas pasados anunciar en voz alta su felicidad, declarar por escrito que nada pod¨ªa irles mejor en la vida, ignorando que glorias en la Vuelta sobrehumanas atraen desventuras supremas.
Pol¨ªcrates, el de los muchos poderes, era aquel que lo ten¨ªa todo, pero se negaba a disfrutar de su inmensa dicha por temor a perderlo todo alg¨²n d¨ªa. Pol¨ªcrates, el de todos los poderes, asumi¨® ayer la forma de director deportivo, se encarn¨® en las piernas de media docena de corredores vestidos de azul entre la lluvia y la niebla. Pol¨ªcrates, ayer, se materializ¨® en la Vuelta para cumplir su destino. Pol¨ªcrates ayer se le apareci¨® a Menchov, primero; a Mancebo, despu¨¦s, en la ¨²ltima curva del descenso de la Colladiella, all¨ª donde a Heras le esperaban cuatro compa?eros para transformar los ¨²ltimos 50 kil¨®metros de la etapa, los falsos llanos, la ascensi¨®n a Pajares, en una lucha desigual y terrible que termin¨® con la destrucci¨®n del ruso impasible, del abulense luchador y con la entronizaci¨®n de Heras, el doliente, el fabuloso bejarano, el de las 15 grapas en una rodilla, imparable hacia su cuarta Vuelta.
El ruso crey¨® tenerlo todo "controlado". Pero al bejarano le esperaban cuatro compa?eros para llevarlo volando
"Es m¨¢s f¨¢cil pensar que dar pedales". Fue la m¨¢xima del d¨ªa. La verbaliz¨® Manolo Saiz, el triunfador del d¨ªa. La pronunci¨® a la puerta del autob¨²s, con la camisa empapada del sudor de sus corredores, de Caruso, de Beloki, de Vicioso, que lleg¨® muerto; de sus ciclistas, que, seg¨²n llegaban al veh¨ªculo, se abrazaban imp¨²dicos a su director y lloraban de emoci¨®n, de felicidad.
La cabeza la puso Saiz, que se disfraz¨® de Belda y lanz¨® a todos sus corredores, salvo a Heras y a un par m¨¢s, adelante, a lanzar la carrera a toda velocidad, a atrincherarse en todos los puertos del recorrido, a esperar ¨®rdenes bien colocados en las monta?as mineras de Asturias.
Era un cambio radical de t¨¢ctica. Era la ¨²nica t¨¢ctica que entend¨ªa, la t¨¢ctica que ten¨ªa pensada desde hac¨ªa d¨ªas Saiz, quien, al parecer, el resto de las etapas de monta?a de la Vuelta jug¨® con Menchov haci¨¦ndole creer que todos los d¨ªas iba a ser as¨ª, que podr¨ªa ir a rueda de Heras hasta Madrid. Hizo sentirse feliz al ruso, imbatible.
Le enga?¨® y luego le aisl¨®. Menchov ni se enter¨®. Y en la Colladiella, all¨ª donde Mancebo atac¨® unas cuantas veces subiendo, all¨¢ donde Heras contraatac¨® otras tantas, el ruso, solitario, dej¨® hacer. Faltaban m¨¢s de 50 kil¨®metros para la meta. Qui¨¦n iba a atacar all¨ª. Ad¨®nde iba a ir el que lo hiciera. Menchov, que no conoc¨ªa el descenso, mojado con la humedad m¨¢s peligrosa, con la capa que se forma entre la lluvia, la niebla y el polvo de carretera en la que hace meses que no llueve, dej¨® hacer a Heras tambi¨¦n bajando. Dej¨® que el bejarano volara como Charly Gaul, que se jugara la vida en cada curva. "Pens¨¦ que lo ten¨ªa todo controlado", dijo el ruso; "no quise arriesgarme". Mancebo, m¨¢s atr¨¢s, s¨ª que conoc¨ªa el descenso, pero prefiri¨® arriesgarse menos a¨²n. "Era elegir entre la vida y la victoria", dijo el corredor, que volvi¨® entre la niebla a su rutina de invisibilidad. "Lo que pasa", a?adi¨® Menchov, "es que no sab¨ªa que abajo le estaban esperando a Heras".
A Heras le esperaban en los falsos llanos Caruso, Vicioso, Beloki y el incre¨ªble Scarponi y a toda velocidad, a relevos de contrarreloj por equipos, lo llevaron volando al pie de Pajares, de los 15 kil¨®metros m¨¢s largos en la vida de Menchov. Por detr¨¢s, el ruso, con Sastre y Carlos Garc¨ªa Quesada a su rueda, en contrarreloj individual, iba dejando la vida, iba dejando el tiempo, iba sufriendo el cruel castigo de la soledad, de los ataques postreros de aquellos que hab¨ªan marchado a su espalda, de los insultos de aquellos que le gritaban que le hab¨ªa llegado el momento de sufrir, que le anunciaban el gran paquete que le iba a caer.
No hay director que no sue?e con un d¨ªa en el que la t¨¢ctica m¨¢s exagerada culmine en exhibici¨®n y victoria absoluta. Ese placer lo alcanz¨® ayer Saiz. No hay gregario que no sue?e con un triunfo arrollador y colectivo en el que sus piernas, su coraz¨®n, su alma, sean tan importantes como las de su l¨ªder. Eso lo gozaron ayer los compa?eros de Heras. No hay escalador que no sue?e con cinco kil¨®metros a lo Pantani, con cinco kil¨®metros en los que el ¨²ltimo puerto sea una alfombra roja a su paso. En Pajares la goz¨® Heras, quien lo que no consigui¨® contrarrelojeando, trepando o sprintando lo alcanz¨® bajando: despegar a Menchov.
![Roberto Heras deja atr¨¢s a Samuel S¨¢nchez camino de la victoria.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AMRQ4P7A5HPFYXKY4M5OQUVZEA.jpg?auth=591b23dc297ff95af3c74fdc202083810239d568d738d33fed9209edd37827aa&width=414)
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