El mito est¨¢ vivo
Tres sombreros de copa es una obra m¨ªtica: se estren¨® en 1952 por el Teatro Espa?ol Universitario y fue un ¨¦xito excepcional. Sin embargo, llevaba 20 a?os escrita y no querida por nadie. Veinte a?os en los que pasaron en Espa?a tantas cosas como una tremenda guerra civil y el paso de la Rep¨²blica al fascismo que hizo que los relojes de las costumbres y la historia girasen al rev¨¦s y que el juego de cr¨ªtica social y c¨®mica que hac¨ªa Mihura fuese al mismo tiempo m¨¢s prohibitivo y m¨¢s ostensible: la burgues¨ªa de una nueva clase ascendente hab¨ªa multiplicado el valor de lo cursi, de cuyo lado estaba la cr¨ªtica y la censura, y la moral oficial que enterraba en la clandestinidad algunos sentimientos humanos. Si tiene argumento, Tres sobreros de copa es el descubrimiento de otra vida en la ¨²ltima noche de un muchacho que espera en un hotel su boda al d¨ªa siguiente, se enamora de una lib¨¦rrima artista de variedades que vive con un negro -su chulo-, y ella de ¨¦l, pero la realidad es inexorable y ¨¦l parte hacia la boda mientras la muchacha, triste y dolorida por un momento, grita su hop-la! y r¨ªe mientras se va con la compa?¨ªa a vivir su juventud. Pero esto se hace con 20 personajes en escena, extravagantes, absurdos; y su lenguaje es continuamente el de la evasi¨®n: de la provincia, de las bodas, de lo acostumbrado, de lo vulgar. Una obra de peque?o revolucionario, con bombas de explosi¨®n retardada. No es la mejor comedia de unos a?os en los que las hac¨ªan Valle-Incl¨¢n, Garc¨ªa Lorca, y las hab¨ªan hecho con otras perspectivas Max Aub, o Benavente, Arniches o Jardiel Poncela. Es, en todo caso, una gran obra, un g¨¦nero literario en s¨ª misma.
Tres sombreros de copa
De Miguel Mihura. Int¨¦rpretes: ?ngeles Mart¨ªn, Cipriano Lodosa, Carlos Urrutia, Yolanda Farr, Jordi Soler, Carmen Mart¨ªnez Galiana, Pepe Sanz, Antonia Paso, Pepe ?lvarez, Sara Montalvo, Luis Hacha, Raquel P¨¦rez Puerto, Miguel de Grandy, Jos¨¦ Luis Coll. Escenograf¨ªa: Gil Parrondo. Direcci¨®n: Gustavo P¨¦rez Puig. Teatro Pr¨ªncipe-Gran V¨ªa. Madrid.
La amargura estaba dentro -no hay por qu¨¦ ocultar que Mihura era un noble amargado que disolv¨ªa en humor su amargura, que era un personaje que quer¨ªa distanciarse de la cruel vida real y lo hac¨ªa con la bondad y con la ingenuidad de un ni?o- porque otras obras suyas montadas teatralmente se representaron con poco p¨²blico; tuvo que reducir su grandeza literaria y entregarse a un teatro comercial m¨¢s f¨¢cil. La curiosa aventura de bastantes escritores de la ¨¦poca fue que ganaron la guerra y perdieron su estilo, su obra, su teatro (Fern¨¢ndez-Fl¨®rez, Jardiel, Tono...).
Tendr¨ªa ahora Mihura 100 a?os: se le hacen homenajes, se le recoge en cine, en libro; salen los art¨ªculos acostumbrados. Y probablemente lo que ¨¦l preferir¨ªa ser¨ªa esta reposici¨®n de los Tres sombreros de copa, que se ha visto en un teatro repleto de p¨²blico que ri¨® continuamente y que aplaudi¨® no s¨®lo a los excelentes comediantes que la interpretaban y al director sino el texto, que sigue siendo hoy valido. Gustavo P¨¦rez Puig la ha sacado de su memoria de muchacho de 21 a?os (los que ten¨ªa cuando la dirigi¨® con los universitarios); la ha repuesto a?os despu¨¦s y la convierte ahora en homenaje, dentro de un decorado de Gil Parrondo que tambi¨¦n pod¨ªa ser una reposici¨®n de la ¨¦poca original. En el reparto, donde hay de todo, destaca muy especialmente ?ngeles Mart¨ªn, con la voz un poco opaca de la mujer de noche, con intenci¨®n en las frases; y Cipriano Lodosa en su primer gran papel: no puedo dejar de recordar que la estren¨® Juanjo Men¨¦ndez, pero que este actor la da la intensidad propia, su buena capacidad de int¨¦rprete.
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