Fasc¨ªculos
Entramos en el mes de los fasc¨ªculos y de los escolares, esos peque?os seres que formamos tambi¨¦n por fasc¨ªculos, en esforzados plazos trimestrales, con su mochila al hombro y su cara perpleja estos d¨ªas dudosos de fin de verano. Es el orden natural de las cosas. La vida se compone de estaciones, cap¨ªtulos y entregas que no siempre se cumplen. Todo a plazos. Juegos para aplazar la muerte, que dir¨ªa en su retiro gerundense el gran Juan Luis Panero. Fasc¨ªculos. La vida es un invento no de Dios, sino de un editor catal¨¢n con acento andaluz y una maleta llena de libros malos o de libros en blanco, tanto da. Siempre hay un negro hambriento o un blanco con ganas de comer dispuestos a escribir esa novela que ganar¨¢ el Planeta. Esa novela chunga que en septiembre nos venden por entregas en el kiosco del barrio. Esa novela que a veces compramos y que nunca acabamos de leer.
En septiembre la vida es un gran kiosco atiborrado de flamantes fasc¨ªculos. Los escolares son como fasc¨ªculos (eso ya lo hemos dicho) y sus padres aprenden en el kiosco la vida minuciosa de las hormigas rojas o la guerra civil que no hicieron y les contaron mal o les callaron. Se dir¨ªa que el 13 de septiembre (que cae en martes) se ha convertido en un acalorado 18 de julio por c¨®mo est¨¢n los kioscos: fotos de Jos¨¦ Antonio (todav¨ªa presente) y de Aza?a sin hache; tanques en miniatura y toda clase de orfebrer¨ªa b¨¦lica. Uno pensaba que la guerra civil espa?ola era una colecci¨®n que hab¨ªa concluido, pero todo parece indicar que faltan a¨²n cap¨ªtulos, entregas y fasc¨ªculos. As¨ª es que los historiadores fules, que son legi¨®n, casi como los analistas radiof¨®nicos, se frotan las pezu?as cuando llega septiembre. Huele en el aire a p¨®lvora y los perros ventean en los kioscos por si cae un fasc¨ªculo herido.
La historia por fasc¨ªculos es un asunto feo y espinoso. Uno se puede eternizar comprando, una semana tras otra, las dichosas entregas. Y uno puede olvidar un mal d¨ªa adquirir en el kiosco un cap¨ªtulo y quedarse compuesto y sin historia, sin su guerra civil o su guerra mundial o su guerrilla de Sierra Maestra. Parece que las guerras no se acaban, igual que las historias por fasc¨ªculos. Cuando crees que al fin todo ha acabado, cuando has comprado el ¨²ltimo fasc¨ªculo y te han dado las tapas y las guardas y ha estallado la paz, llega otra vez septiembre y todo vuelve otra vez a empezar y Mola toma la Plaza del Castillo y Garc¨ªa Serrano proclama su primavera desnortada subido en el balc¨®n del Caf¨¦ Suizo. Es una pesadilla por entregas, el horror en fasc¨ªculos.
El eterno retorno lo conceb¨ªa Nietzsche frente al kiosco en septiembre. O frente a un cine de Callao o Gran V¨ªa con la ¨²ltima pel¨ªcula de Garci en cartel. No es volver a empezar, es no acabar. Vuelve el pobre Mihura (o le regresan al eterno retorno) con la eterna, eviterna, sempiterna Ninette y su se?or de Murcia. Dentro de doce meses la veremos en todos los kioscos, junto a una colecci¨®n de deuved¨¦s sobre la guerra civil espa?ola que nunca nos contaron. Se sabe c¨®mo empiezan, pero nunca c¨®mo pueden terminar estas colecciones.
De modo que hay historias por fasc¨ªculos y enfermedades por fasc¨ªculos y pa¨ªses por fasc¨ªculos. Despu¨¦s de los desastres naturales que arrasaron el mapa del verano, nuestro pa¨ªs de pa¨ªses comienza a desplegar su inmarcesible colecci¨®n de fasc¨ªculos. El proyecto de nuevo Estatuto de Catalu?a promete interesantes entregas. De momento, el m¨¢ximo ¨®rgano de asesoramiento jur¨ªdico del Gobierno catal¨¢n estima que 19 art¨ªculos ofrecen aspectos inconstitucionales y otros 39 presentan problemas ¨²nicamente solucionables a trav¨¦s de la v¨ªa hermen¨¦utica. De modo que cuando el texto colisione con la Constituci¨®n, habr¨¢ que reformar la Carta Magna. Luego habr¨¢ que aclararse con lo que cada uno entiende por "naci¨®n". Una bonita historia para insomnes.
Mientras tanto, en Euskadi han llegado a los kioscos los ¨²ltimos fasc¨ªculos de una vieja colecci¨®n que no acaba. Es lo m¨¢s parecido a la exitosa Historia interminable de Michael Ende. Pero, para los vascos, mil a?os no son nada. Cuatro meses da Batasuna al Gobierno para que demuestre su voluntad de di¨¢logo. El fasc¨ªculo ya est¨¢ a la venta, pero el due?o del kiosco es Ibarretxe.
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