?Qui¨¦n dijo que agujeros negros existen s¨®lo en el espacio?
CENTRO DE INVESTIGACI?N FYLADINE, Luxemburgo. Un experimento fallido de colisi¨®n de part¨ªculas de alta energ¨ªa diezma a toda una legi¨®n de cient¨ªficos. Ocho a?os m¨¢s tarde, los supervivientes del fiasco, dirigidos por el mal¨¦volo Dr. Thomas Abernathy, deciden repetir el ensayo haciendo caso omiso a los informes que apuntan catastr¨®ficas consecuencias: durante el experimento, podr¨ªan darse las condiciones necesarias para generar un microagujero negro... capaz de engullir la Tierra. La f¨ªsica Eva Soderstrom y su compa?ero, el ingeniero Steven Price, har¨¢n frente a los esbirros de Abernathy e intentar¨¢n, sorteando intentos de asesinato, evitar el inminente fin de la humanidad. El argumento pertenece a Experimento mortal (The void, 2001), filme dirigido por Gilbert M. Shilton, estrenado directamente en formato DVD en Espa?a.
Los f¨ªsicos estudian la f¨ªsica de las part¨ªculas elementales mediante tit¨¢nicas colisiones. En ellas, sendas part¨ªculas se aceleran hasta alcanzar una fracci¨®n apreciable de la velocidad de la luz. Para ello se utilizan gigantescos aceleradores de part¨ªculas. ?Sab¨ªa usted que, muy probablemente, dispone de sendos aceleradores de part¨ªculas en su domicilio?
Un tubo de rayos cat¨®dicos de cualquier televisor tradicional (o de uno de esos enormes monitores de ordenador, arrinconados por los modernos TFT) es, en esencia, un acelerador de electrones emitidos desde un c¨¢todo, cuya trayectoria, fijada mediante electroimanes, le lleva a chocar contra una pantalla (de f¨®sforo, por ejemplo). El impacto ilumina un puntito o p¨ªxel en su monitor de televisi¨®n u ordenador.
B¨¢sicamente, se distinguen dos tipos fundamentales de aceleradores en funci¨®n de su dise?o: los aceleradores lineales o linacs, y los circulares (que a su vez, se dividen en sincrotrones y ciclotrones). El primer ciclotr¨®n fue concebido en 1929 por el f¨ªsico norteamericano Ernest O. Lawrence y su equipo. En ellos, se dispone de dos dipolos magn¨¦ticos de forma que producen un campo magn¨¦tico, uniforme y vertical, en sendas regiones semicirculares (llamadas D, al ser ¨¦sta aproximadamente su geometr¨ªa), separadas una cierta distancia. Mediante un voltaje oscilante, se consigue acelerar las part¨ªculas que atraviesan el espacio entre las dos D, en cuyo interior trazan un recorrido semicircular, cuyo radio es proporcional a la velocidad de ¨¦stas. Globalmente, las part¨ªculas describen una espiral de radio creciente. As¨ª se consigue acelerar part¨ªculas a gran velocidad y confinarlas en un recinto de tama?o limitado.
Una variante del ciclotr¨®n, el llamado sincrotr¨®n, utiliza una cavidad circular resonante, de radio fijo. En ¨¦sta, se aceleran part¨ªculas bajo la acci¨®n de un campo magn¨¦tico creciente, que se adecua a cada instante, de forma que las part¨ªculas describen siempre una misma trayectoria circular. Ejemplos de esta geometr¨ªa los constituyen los gigantescos aceleradores del CERN en Ginebra o en Fermilab, Illinois (EEUU). Hoy en d¨ªa se dispone tambi¨¦n de los llamados anillos de almacenamiento, basados en una tecnolog¨ªa similar a la de los sincrotrones, excepto que se dise?an para retener part¨ªculas a una energ¨ªa constante durante el mayor tiempo posible.
Mediante colisiones de alta energ¨ªa es posible recrear, en cierto modo, las condiciones del universo primigenio; pero de ah¨ª a generar agujeros negros en miniatura, media un abismo. En un interesante art¨ªculo publicado en el a?o 2000 (www.unizar.es/lpdf/hep-ph/9910333), un equipo de f¨ªsicos, entre los que se cuenta el Nobel Frank Wilczek, del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, evaluaron diversos "escenarios catastr¨®ficos" potencialmente asociados con experimentos de colisi¨®n de part¨ªculas de alta energ¨ªa.
Sus conclusiones descartan tajantemente la posibilidad de generar agujeros negros, formas extra?as de materia, e incluso, una devastadora transici¨®n a una nueva forma de vac¨ªo. Inspir¨¢ndonos en la car¨¢tula del filme Experimento mortal, gobernada por la sorprendente pregunta ?qui¨¦n dijo que los agujeros negros existen s¨®lo en el espacio?, podr¨ªamos responder que, de entrada, toda una legi¨®n de f¨ªsicos. Aunque, para agujeros negros, el que parece habitar en pleno cerebro del guionista. ?Ser¨¢ por ello ese inquietante t¨ªtulo original (The void, o sea, el vac¨ªo...)?
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