Violencia sin esperanza
La r¨¢pida reivindicaci¨®n por Al Qaeda de la mayor matanza cometida en Bagdad desde que EE UU anunci¨® en mayo de 2003 el fin de las grandes operaciones en la guerra de Irak muestra el claro intento de este movimiento de enfrentar entre s¨ª a los iraqu¨ªes. Once ataques, cuatro de ellos suicidas, en el curso de muy pocas horas, con la muerte de casi 130 personas en Bagdad y otra veintena en diversas poblaciones, indica una temible capacidad de coordinaci¨®n. Lejos de ceder, la violencia parece crecer en el pa¨ªs mesopot¨¢mico. El planchado por tropas estadounidenses y del nuevo ej¨¦rcito regular iraqu¨ª de la ciudad de Tel Afar, donde han muerto 150 supuestos insurgentes, parece in¨²til y contraproducente. Como en su d¨ªa en Faluya, el grueso de los insurgentes huy¨®. Pero acabar¨¢ volviendo. Y como venganza por lo de Tel Afar, present¨® Al Qaeda sus propios atentados.
En Nueva York, el Gobierno iraqu¨ª deposit¨® una nueva versi¨®n de la Constituci¨®n a someter a refer¨¦ndum el 15 de octubre. Su texto, en principio cerrado desde d¨ªas atr¨¢s, ha hecho nuevas pero ligeras concesiones a la minor¨ªa sun¨ª en materia de identidad ¨¢rabe del pa¨ªs, formaci¨®n del Gobierno y gesti¨®n centralizada del agua. Desgraciadamente, se puede considerar que ayer comenz¨® la campa?a de Al Qaeda y de una parte de los insurgentes sun¨ªes -cuyas agendas se cruzan, pero no coinciden necesariamente- para intentar transformar la campa?a del refer¨¦ndum en una guerra civil. Esto puede explicar que en agosto se redujera algo el n¨²mero de atentados, especialmente suicidas, para concentrarlos en terribles ataques como los de ayer. El m¨¢s mort¨ªfero, con 110 muertos, estuvo dirigido a diezmar una fila de obreros que buscaban empleo en un barrio chi¨ª.
No deja de ser parad¨®jico que horas despu¨¦s, desde la tribuna de la ONU, George Bush efectuara un giro en su discurso para asegurar que hay que afrontar los s¨ªntomas del terrorismo, los problemas que llevan a los oprimidos a esta forma de violencia, pues la guerra contra el terrorismo "no se ganar¨¢ s¨®lo por la fuerza de las armas", sino tambi¨¦n en "la batalla de las ideas". "O se difunde la esperanza", afirm¨®, "o se difunde la violencia". Es una evidencia se?alada por muchos, al menos desde el 11-S, y escasamente atendida hasta ahora por Bush. Pero de poco sirve en un d¨ªa, como el de ayer, de violencia y desesperanza.
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