La imagen de los n¨²meros
No, si lo del redondeo est¨¢ muy claro. Por ejemplo, ?a usted le parece una cifra bonita trece con cincuenta y cuatro euros? No, es una cifra horrible. Evidentemente, es una cifra que no tiene derecho a existir. ?Por favor, que alguien me quite ese espantoso n¨²mero de la vista! Lo correcto, atendiendo a la est¨¦tica de la cifra, es dejarlo en quince euros. O mejor, en veinte. Porque nadie paga trece con cincuenta y cuatro euros as¨ª como as¨ª, la est¨¦tica de la econom¨ªa prefiere los n¨²meros limpios, los n¨²meros elegantes, y no esas minucias con comas que suenan tan mal.
Desde la suprema liberalizaci¨®n, durante la cual se promulg¨® que la bendita competencia har¨ªa que se abaratasen los precios, todo sube. Aunque se impida el redondeo de las tarifas en las compa?¨ªas de telefon¨ªa, a¨²n nos seguir¨¢n cobrando un euro por llamar, hablemos lo que hablemos. Elementalmente, la est¨¦tica de las cifras es as¨ª, el todo a cien se convierte en todo a un euro, porque un euro es una cifra demoledoramente b¨¢sica; no importa que uno se cambie de compa?¨ªa telef¨®nica, las ofertas son similares y la est¨¦tica de las cifras la misma.
De igual manera, uno puede estarse todo el d¨ªa buscando una gasolinera barata y derrochar gasolina en la b¨²squeda, para comprobar con el experimento que cada uno tiene su propia est¨¦tica, su propia visi¨®n de los n¨²meros como obra de arte, fracci¨®n arriba o abajo, cada cual ofrece un precio que ser¨ªa bonito de pertenecer a un n¨²mero de la loter¨ªa.
El redondeo como obra maestra se transforma as¨ª en algo extremo, llevado hasta sus ¨²ltimas consecuencias, con tendencias y actualizaciones; muy a menudo, con precios pactados para que no haya elecci¨®n, precios que no resultan bonitos en un principio, pero a los cuales se les puede arrancar una ins¨®lita belleza si uno los mira bien y les encuentra la gracia.
La persona cultivada se puede dedicar a la observaci¨®n de los n¨²meros como un pasatiempo apasionante, pero nunca debe quejarse por los precios exigidos, pues eso ser¨ªa una muestra de mal gusto, sino preocuparse por los capic¨²as, por los n¨²meros primos, por hacerse un sudoku con los n¨²meros de las etiquetas. A¨²n averg¨¹enza aparentar que no se tiene dinero. En estos tiempos que corren, mostrar signos de debilidad no es elegante: se impone la persona cool, que siempre escoge una bonita cifra, sin quejarse.
El redondeo geom¨¦trico rueda y eso demuestra que la econom¨ªa se preocupa de los n¨²meros, atiende a su belleza y su sugesti¨®n, y de la figuraci¨®n econ¨®mica se ha pasado al abstracto, con lo cual los n¨²meros adquieren un nuevo significado, usados con la libertad de su creador.
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