Con 'Luxa' o contra 'Luxa'
El poderoso n¨²cleo brasile?o del Madrid sale en defensa de su t¨¦cnico
La historia ha puesto simetr¨ªas entre Jos¨¦ Antonio Camacho y Vanderlei Luxemburgo. Ambos entrenadores del Madrid comenzaron mal el campeonato, perdieron por 3-0 su primer partido de Champions, y viajaron a Montju?c al domingo siguiente. Pero hay una diferencia sustancial: Camacho no tuvo el poder que ostenta Luxemburgo. El t¨¦cnico murciano no cont¨® con un grupo de ayudantes y jugadores totalmente decididos a prestarle apoyo en horas dif¨ªciles. Al contrario: hombres como Roberto Carlos lo desautorizaron en p¨²blico a las primeras de cambio: "?Que por qu¨¦ no estoy bien? ?Preg¨²ntenle al entrenador!".
A Luxemburgo -Luxa para sus amigos- no es muy probable que le ocurra esto en la segunda semana de Liga. Al contrario: futbolistas como Roberto Carlos, Baptista y Robinho est¨¢n dispuestos a respaldarle en p¨²blico y en privado. En tiempos de crisis, estos recursos pol¨ªticos son importantes para cualquier t¨¦cnico.
Ayer, Robinho, la nueva estrella del madridismo, proclam¨® su defensa del entrenador: "El sistema [de Luxemburgo] es bueno, el t¨¦cnico sabe mejor lo que quiere, pero yo procurar¨¦ hacer lo que me pida. Siempre que no se gana llegan las cr¨ªticas. Vanderlei [Luxemburgo] ha ganado t¨ªtulos con este sistema [el 4-2-2-2] y a medida que juguemos ir¨¢ mejor". El mi¨¦rcoles, en declaraciones al diario As, Baptista repiti¨® la consigna: "La culpa la tenemos los jugadores, no Luxemburgo". Roberto Carlos proclama en privado las bondades del t¨¦cnico y culpa de todo a la prensa.
Camacho gan¨® por 1-0 sus dos primeros partidos de Liga. Luxemburgo perdi¨® uno (2-3) y el otro lo gan¨® muy ajustado (1-2). En total, recibi¨® cuatro goles en contra. Luego, su equipo recibi¨® otros tres en Europa y en esto se pareci¨® al entrenador murciano. Se le diferenci¨® en la cara que se le qued¨®. Al salir del Bay Arena, tras ser goleado, avergonzado, Camacho confes¨® su "culpa". Al salir del estadio del Ly¨®n, el martes pasado, Luxemburgo se mostr¨® luminoso. Sonriente, como si no hubiese recibido tres goles, dijo: "Hemos jugado muy bien".
En Gerland, Luxemburgo exhibi¨® la sonrisa del luchador acostumbrado a no descubrir la guardia. Se siente seguro. No demasiado apoyado por un club cuyas intrincadas jerarqu¨ªas no comprende del todo, pero sabedor de que controla lo m¨¢s importante, a decir de Cruyff: el vestuario.
Con la marcha de Vicente del Bosque y Fernando Hierro el vestuario del Madrid se termin¨® de atomizar. Dos a?os m¨¢s tarde las fuerzas centr¨ªfugas siguen imperando. Sigue sin haber futbolistas de car¨¢cter imponente. Pero hay un entrenador poderoso. Vanderlei Luxemburgo ha cogido la ola buena. Aprovechando la brecha que se abre entre la directiva y una plantilla desunida, el entrenador brasile?o ha metido la palanca. Y por all¨ª han pasado todos sus colaboradores: Paulo Campos (ayudante de campo y ojeador), Marco Teixeira (experto en t¨¢ctica), Antonio Melo (preparador f¨ªsico y confidente) y Patricia Teixeira (dietista). Por tener, Luxemburgo cuenta hasta con un asistente espec¨ªfico que se ocupa de sus relaciones con la prensa.La inminente llegada de Cicinho reforzar¨¢ a Luxemburgo en dos sentidos: engordar¨¢ el n¨²cleo duro de futbolistas que le apoyan y pondr¨¢ un competidor a Michel Salgado. Salgado es uno de los pocos futbolistas que se atreve a mandar a Luxemburgo a paseo. Alrededor del gallego se sit¨²a un grupo con car¨¢cter, esc¨¦pticos, veteranos, madridistas de coraz¨®n, en su mayor¨ªa espa?oles. Estos hombres no se oponen a nadie, pero, potencialmente, suponen una alternativa al poder del entrenador. Son lo que Humberto Eco llamar¨ªa apocal¨ªpticos y tienen un h¨¢ndicap: el club no les protege.
A Luxemburgo, como a Camacho o a Queiroz, el club tampoco le brinda un apoyo especialmente fuerte. Pero eso a Luxemburgo no le importa demasiado. El hombre ha conseguido hacerse con una cuota de poder en el vestuario y all¨ª se siente a salvo de las resistencias que ha creado entre ciertos empleados. Secundado por Robinho, Baptista, Roberto Carlos y Ronaldo, ?qui¨¦n teme un despido?
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