15.000 m¨¦dicos y 20.000 enfermeros
Habr¨¢ que agradecer a los presidentes de las comunidades aut¨®nomas, y al de Catalu?a en especial, que sus reiteradas quejas sobre la insuficiente financiaci¨®n de la sanidad p¨²blica hayan permitido introducir este a?o en el sistema unos 1.677 millones de euros adicionales. Porque, lo paguemos a trav¨¦s de las arcas del Estado central o a trav¨¦s de las arcas auton¨®micas, lo que queda en evidencia es que los ciudadanos est¨¢bamos sufriendo una infradotaci¨®n de la sanidad, en una cantidad nada despreciable, y que cuando los pacientes se quejaban de retrasos insoportables, m¨¦dicos estresados y falta de enfermeros estaban simplemente reflejando una realidad: cada a?o faltaban, como m¨ªnimo, 300.000 millones de las antiguas pesetas.
Se haya empleado el m¨¦todo correcto o no (muchos piensan que la financiaci¨®n de la sanidad p¨²blica deber¨ªa proceder en mayor parte de los impuestos gestionados por los Gobiernos aut¨®nomos) lo cierto es que el debate ha permitido conocer algunas cosas interesantes. Por ejemplo, la lista de las principales carencias sanitarias que sufrimos los ciudadanos y de las que, incre¨ªblemente, se habla muy poco.
La ministra de Sanidad, Elena Salgado, irritada por las comunidades gobernadas por el PP, que criticaron la oferta del Gobierno pero aceptaron sin pesta?ear el dinero, puso una serie de ejemplos del destino que las CC AA podr¨ªan dar a esas cantidades. "Si elijo los ejemplos seg¨²n las demandas concretas de los ciudadanos", explic¨® la ministra, "con 1.500 millones de euros adicionales ser¨ªa posible construir 450 nuevos centros de salud perfectamente equipados, contratar 15.000 m¨¦dicos o 20.000 enfermeros m¨¢s. O reducir las listas de espera operando cada mes a 33.000 pacientes de cataratas, m¨¢s de 15.000 pacientes de hernia inguinal, 9.000 de hernia discal o m¨¢s de 4.500 patolog¨ªas de cadera y 4.500 problemas de rodilla". Tambi¨¦n se podr¨ªa realizar 240.000 visitas de enfermer¨ªa o fisioterapia a domicilio.
Como es seguro que la ministra no propone objetivos absurdos (su lista se basa en la Encuesta Nacional de Salud), he aqu¨ª sencillamente expuesto lo que necesitamos los espa?oles y los objetivos que tenemos que exigir a los dirigentes pol¨ªticos de nuestras respectivas comunidades aut¨®nomas: m¨¦dicos, enfermeros y enfermeras, quir¨®fanos, visitas a domicilio. Ahora son ellos, y nadie m¨¢s, quienes van a gestionar el dinero. Ser¨ªa bueno poder exigirles un recuento detallado del destino que dan al porcentaje que les corresponda.
Porque el colmo ser¨ªa que, finalmente, ese dinero, o parte de ¨¦l, fuera a financiar otros agujeros auton¨®micos. Quiz¨¢s, antes incluso que aprender el himno de nuestra comunidad, los ciudadanos deber¨ªamos aprender a leer sus presupuestos y a distinguir en qu¨¦ se gastan los recursos aportados por el Gobierno central. No ser¨¢ f¨¢cil, porque, una vez m¨¢s, el Plan de Calidad del Sistema Nacional de Salud se limita a decir que "se fortalecer¨¢" el mecanismo de informaci¨®n y que "deber¨¢ incorporar datos sobre las necesidades y demandas, la actividad y los resultados y sobre la utilizaci¨®n de recursos y costes". Si fuera verdad, ser¨ªa posible realizar estudios sobre la desigualdad en la salud. Pero como se trata de una simple petici¨®n de colaboraci¨®n, es muy probable que las comunidades aut¨®nomas la declinen discretamente.
Es una pena, porque suele ser precisamente a trav¨¦s de las comparaciones como los espa?oles nos enteramos de la realidad y de los motivos por los que se nos deber¨ªa caer la cara de verg¨¹enza, a nosotros y a nuestros pol¨ªticos. El primero de todos, la angustiosa tasa de fracaso escolar y ese 33% de alumnos que no son capaces de terminar la ense?anza secundaria. Seguro que influye el hecho de que el Estado y las CC AA gastan anualmente un 18% menos que la media de los pa¨ªses desarrollados, pero tambi¨¦n es posible que tenga mucho que ver la imposibilidad de dejar la educaci¨®n fuera de la batalla sectaria. Volveremos a hablar de las leyes de educaci¨®n y volveremos a ver c¨®mo muchos pol¨ªticos y periodistas de este pa¨ªs pasan por encima de lo que sea (sobre todo porque no se trata de sus propios hijos), antes que renunciar a dar un buen garrotazo a su adversario. solg@elpais.es
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