Mujeres disipadas
A estas alturas, de un nuevo libro de relatos de Alice Munro (el und¨¦cimo, si no fallan las cuentas) no cabe sino esperar una radiante confirmaci¨®n de sabidur¨ªa narrativa y la predicci¨®n de un nuevo mosaico de perplejos personajes femeninos, en cuyas vidas rutinarias palpita un drama no resuelto que la autora indaga sin esc¨¢ndalo ni ¨¦nfasis, a modo de confidencia que no busca alarmar, sino sugerir que, aunque insondable, cualquier existencia tiene dentro un fondo de trivialidad digno de ser contado. El g¨¦nero del relato es as¨ª, en la pluma de Alice Munro (Wingham, Canad¨¢, 1931), un arte de la sutileza; el n¨²cleo argumental -una verg¨¹enza ¨ªntima o un secreto bien guardado- se desplaza en el tiempo narrativo -que puede abarcar treinta a?os- hasta transformarse en una rememoraci¨®n apenas inquietante. Lo que en una ¨¦poca anterior fue decisivo y primordial -escapar de un marido insuficiente, la expectaci¨®n del amor, la educaci¨®n de una hija-, deriva con el tiempo en una suerte de et¨¦rea contrici¨®n sin culpa, en aceptaci¨®n de la ineptitud para gobernar la propia vida.
ESCAPADA
Alice Munro
Traducci¨®n de Carmen Aguilar
RBA. Barcelona, 2005
286 p¨¢ginas. 18 euros
A diferencia de sus dos libros anteriores (El amor de una mujer generosa y Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio) en Escapada se aprecia un mayor uso de la iron¨ªa y otra gradaci¨®n de la piedad. Se dir¨ªa que la vejez ha llevado a Alice Munro a disipar cualquier reflejo de ¨¦pica cotidiana, de ¨¦xito o satisfacci¨®n de las decisiones, y sus mujeres son ahora mucho m¨¢s propensas a la resignaci¨®n. No del todo desgraciadas y a¨²n l¨²cidas, contemplan su vida como si fuera una ficci¨®n remota -en la que no est¨¢n seguras de reconocerse-, esc¨¦pticas con sus recuerdos y con la actualidad.
De hecho, las mujeres de las historias de este volumen no son figuras que se desprenden, para destacarse, del friso general de las vidas homog¨¦neas. Una de ellas, Juliet, protagoniza tres cuentos en tres momentos vitales muy distintos: cuando acude a la llamada del amor (Destino), en su condici¨®n de madre reciente en una visita a sus padres (Pronto) y en el periodo de viudez y soledad rechazada por la hija (Silencio). Los tres cuentos podr¨ªan haber formado muy pertinentemente una novela, pero el g¨¦nero de extensi¨®n no es el territorio de Munro, para quien la elipsis no es una t¨¢ctica de avance temporal, sino el punto de llegada de una perspectiva, un bucle que enlaza con las vivencias pasadas que han determinado el presente. Estos saltos, en los que la escritora canadiense es una consumada art¨ªfice, obligan al lector a estar muy atento, pues s¨®lo al cabo de unas p¨¢ginas advierte de que se trata del mismo personaje, que no obstante es dif¨ªcil de recordar. Se?alo esta experiencia de lectura porque Munro, como en otro sentido Henry James, exige del lector una predisposici¨®n que a veces esquiva el propio texto.
Lo cierto es que, como tanto
se ha se?alado, los cuentos de Munro s¨®lo revelan su transparencia en una segunda lectura. Y aunque no todos son igual de complejos, en aquellos de estructura lineal quien resulta altamente imprevisible es la protagonista, o por mejor decir, la suma de casualidad favorable y de fatalidad que lleva a una mujer a sospechar de un "capricho absurdo" y a dejarse vencer ante el primer s¨ªntoma de adversidad, como la Robin de Desencuentro, un relato que, en treinta p¨¢ginas, contiene m¨¢s materia narrativa, perspicacia de la irracionalidad de los sentimientos, observaci¨®n moral y sentido del detalle que muchos novelones actuales.
Casi todos los cuentos de Escapada est¨¢n escritos con una mirada m¨¢s oscura, aunque tambi¨¦n m¨¢s serena, sobre la naturaleza humana. Y si no puede decirse que se deleita en la infelicidad de sus personajes, s¨ª es notable una mayor benevolencia de la autora sobre el sometimiento en que acaban embarrancados los fervores y autoenga?os con que, tiempo atr¨¢s, sus mujeres se rebelaban contra la quiebra entre su deseo y la realidad.
En sus libros anteriores, Munro hac¨ªa aparecer la desgracia sin enfatizar la tragedia cotidiana. Ahora todas las formas de probable dicha se van desvaneciendo y ni siquiera se produce una dolorosa nostalgia de otra vida mejor. Munro, con este libro, nos demuestra que es mucho m¨¢s sabia, pero algunos de sus lectores estamos lejos a¨²n de alcanzar esa categor¨ªa.
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