Trillo, los 'disidentes' y la autorizaci¨®n previa
La nueva ley de Defensa, aprobada el pasado jueves d¨ªa 15, recoge una de las notables ense?anzas de la reciente pol¨ªtica espa?ola: corresponder¨¢ al Congreso autorizar previamente la participaci¨®n de las Fuerzas Armadas en misiones exteriores. Y para realizar esas misiones, habr¨¢ condiciones precisas: resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y conformidad con la Carta de la ONU y el derecho internacional, entre otras.
Aunque no la ¨²nica, ¨¦sta es una lecci¨®n directa de la pol¨ªtica del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en relaci¨®n con la guerra de Irak. No s¨®lo patrocin¨® junto a Estados Unidos y al Reino Unido el uso de la fuerza en el Consejo de Seguridad de la ONU, sino que cuando dicho organismo rechaz¨® la iniciativa, Aznar se uni¨® a George Bush y a Tony Blair para lanzar, al margen de las Naciones Unidas, la guerra. Ni las manifestaciones p¨²blicas, ni los partidos pol¨ªticos de la oposici¨®n, ni el Parlamento frenaron a Aznar. Y mira por d¨®nde, ahora ya es oficial, incluso, que Aznar tampoco renunci¨® a su alianza guerrera ante la oposici¨®n y/o matizaci¨®n de varios miembros de su Gabinete.
Era sabido que tanto el entonces vicepresidente Rodrigo Rato como el que era ministro de Defensa Federico Trillo, cada uno a su manera, hab¨ªan alertado a Aznar sobre las consecuencias pol¨ªticas del apoyo a EE UU en la invasi¨®n de Irak. El libro de Federico Trillo, Memorias de entreguerras, publicado esta semana, otorga mayor credibilidad a esas informaciones que circularon durante los ¨²ltimos dos a?os.
Trillo describe varias reuniones y encuentros del Gobierno y miembros del mismo, durante los meses de febrero y marzo de 2003, en las que se examinan diversas alternativas para el caso de una participaci¨®n de tropas espa?olas en Irak. Los miembros del gabinete de crisis analizaron, si hab¨ªa resoluci¨®n del Consejo de Seguridad por unanimidad para ir a la guerra, la posibilidad de aportar el grupo de combate de la Armada, el apoyo a las acciones y contribuci¨®n humanitaria; se estudiaron apoyos m¨¢s moderados si la resoluci¨®n era aprobada por mayor¨ªa o, en la eventualidad de ausencia de resoluci¨®n -como finalmente ocurri¨®- solamente una contribuci¨®n humanitaria. El Gobierno de Aznar y el PP hizo todo esto a espaldas del Parlamento y de la mayor¨ªa de los espa?oles, incluyendo a sus votantes, que se esforzaban por expresar su oposici¨®n. A¨²n as¨ª, Aznar, y sus compa?eros de partido disidentes, resolvieron llegar hasta el final en su apoyo a la guerra. Se dieron el lujo de discrepar, en el b¨²nker, pero de cara a la galer¨ªa ejecutaron como un solo hombre su pol¨ªtica de apoyo a la guerra.
Los pol¨ªticos tienen que asumir sus responsabilidades, sostienen los dirigentes del PP. Y como no estaban obligados por ley a someter al Parlamento la autorizaci¨®n previa para enviar a las Fuerzas Armadas a la misi¨®n, ?aqu¨ª guerra y santas pascuas!
La ley de Defensa echa ahora las bases para declarar el nunca m¨¢s a esta pr¨¢ctica. Hasta que, como vaticina Fernando L¨®pez-Amor, el PP vuelva al Gobierno y cambie urgentemente la autorizaci¨®n previa. Con todo, no va a ser f¨¢cil.
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