Franco y las Hijas de la Caridad
Puedo imaginarme las caras de muchas de las mujeres mayores de 80 a?os que sobrevivieron a las c¨¢rceles franquistas cuando leyeran la noticia de la concesi¨®n del Premio Pr¨ªncipe de Asturias de la Concordia a la orden religiosa de las Hijas de la Caridad (EL PA?S, 15-9-2005). El cronista informaba de la "excepcional labor social y humanitaria en apoyo de los desfavorecidos" en Espa?a desde fines del siglo XVIII.
Tal vez pocos sepan que dicha orden gobern¨® con mano de hierro las galeras o antiguas c¨¢rceles de mujeres durante el siglo XIX y comienzos del XX, hasta su expulsi¨®n por Victoria Kent en 1931, la primera mujer directora general de Prisiones de nuestro pa¨ªs, que las sustituy¨® por un cuerpo de funcionarias especializadas. Y que, acabada la guerra, el dictador Franco volvi¨® a recurrir a ellas como carceleras en establecimientos de infausta memoria como la prisi¨®n barcelonesa de Les Corts, Palma, M¨¢laga, Valencia y otras muchas, tal y como ha sido rese?ado en diversas obras historiogr¨¢ficas por autores como Ricard Vinyes, Mirta N¨²?ez, David Ginard y yo mismo.
No fue, por otro lado, la ¨²nica orden religiosa femenina que se puso al servicio de Franco. Sus compa?eras, las Hijas del Buen Pastor, llegaron a administrar la c¨¢rcel madrile?a de Ventas, la m¨¢s poblada de la historia de Espa?a, de la que salieron las famosas Trece Rosas para ser fusiladas en agosto de 1939.
?Puede alguien explicarme qu¨¦ tiene que ver la favorable actitud del actual Gobierno socialista hacia el proceso de recuperaci¨®n de memoria hist¨®rica de las v¨ªctimas del franquismo con la concesi¨®n de este premio.
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