Caf¨¦, copa, puro y chocolate
Partamos de la base de que en este pa¨ªs no hubo Reforma, y, por tanto, es la primera vez que se plantea aqu¨ª de manera cruda, como el otro d¨ªa lo plante¨® ZP para justificar la subida del alcohol y el tabaco, la vieja pol¨¦mica protestante sobre si beber y fumar son placeres voluptuosos de izquierdas o de derechas; propios de esp¨ªritus modernos o de mentalidades retr¨®gradas. Ya era hora. Yo hab¨ªa cre¨ªdo que el presidente Zapatero s¨®lo ten¨ªa como modelo al presidente Bartlet (Martin Sheen), de la teleserie El ala oeste de la Casa Blanca, pero desde la semana pasada he entendido que sus referencias son m¨¢s europeas y se remontan hasta el mism¨ªsimo Lutero.
Se discute mucho estos d¨ªas en Europa, especialmente en su pedazo cat¨®lico, sobre si la Espa?a laica que est¨¢ dise?ando ZP es una Espa?a desmemoriada, agn¨®stica por no decir atea y que no tiene en cuenta las famosas ra¨ªces cristianas. Lo dijo as¨ª de claro en el miting anual de Comuni¨®n y Liberaci¨®n, en Bolonia, el responsable m¨¢ximo de este movimiento ultracat¨®lico, el espa?ol Juli¨¢n Carr¨®n, al afirmar rotundamente que Espa?a se est¨¢ descatolizando y nadie sabe c¨®mo ha sido, ni siquiera Acebes, uno de los miembros m¨¢s ilustres de la secta. Pues bien, cuado ZP afirma que hay que frenar el consumo espa?ol de alcohol y tabaco, que es lo moderno, est¨¢ reproduciendo al pie de la letra los mismos argumentos que en su d¨ªa utiliz¨® Lutero.
Y dec¨ªa el padre de la Reforma cristiana siglos antes del reformismo de ZP: En la relaci¨®n del hombre con Dios, que ante todo es una relaci¨®n personal, el alcohol en particular y los placeres voluptuosos en general son los principales enemigos. Lutero no ten¨ªa el problema de financiar la Sanidad, de acuerdo, pero los argumentos utilizados contra los placeres voluptuosos de su ¨¦poca eran los mismos que ahora pronuncia ZP. Puras y duras ra¨ªces cristianas de Europa (siglo XVI) y en nuestra mejor tradici¨®n capitalista. Porque aquella moral anti-et¨ªlica de Lutero contra "el diablo del alcoholismo (Saufteufel) que nos corroe" y la s¨®lida ¨¦tica protestante que est¨¢ en las cepas del capitalismo (Max Weber) son parte del mismo proceso en la edificaci¨®n de la Europa moderna, y a eso mismo lo llamaron, vaya por Dios, Reforma. O sea, que en el origen de la pol¨¦mica actual sobre los impuestos al alcohol y otros placeres voluptuosos est¨¢ nada menos que el origen del protestantismo en general y del capitalismo muy en particular.
Todav¨ªa no sostengo que ZP sea protestante, pero esas mismas reformas personales que el de Le¨®n propone y resuelve sin titubear van en la misma l¨ªnea de aquellas primeras obsesiones luteranas que luego se har¨ªan radicales con los calvinistas. Por tanto, profundas ra¨ªces cristianas como la copa de un pino.
Sigamos con la edificante historia de los g¨¦neros voluptuosos en Europa. La campa?a protestante contra ese alcohol que tanto preocupaba a Lutero no se resolvi¨® por anatemas ¨¦ticos, sino por moda ex¨®tica. La llegada del caf¨¦, primero ¨¢rabe y luego suramericano, implic¨® una mutaci¨®n europea en su tradicional adicci¨®n a los g¨¦neros voluptuosos. Aquella vieja bebida fr¨ªa y alcoholizada a la que las masas europeas estaban enganchadas empieza a ser sustituida, a partir del siglo XVII, por una bebida caliente, oscura, amarga y ex¨®tica. El caf¨¦, del que tambi¨¦n se dijo de todo, empez¨® a ser la droga dominante de Europa gracias a las aportaciones coloniales espa?olas, y los protestantes bendijeron la nueva droga e incrementaron su producci¨®n (holandesa). Al contrario del alcohol, la cafe¨ªna parec¨ªa reunir todas las virtudes de aquel capitalismo protestante emergente: excitaba la creaci¨®n, despertaba las ideas, disparaba el ego, fomentaba la competitividad y nunca llegaba al nivel de la borrachera abominada por Lutero. Era un don (artificial) de Dios y la Reforma lo adopt¨® como droga dominante.
El problema vino inmediatamente despu¨¦s con el tabaco. Luego del caf¨¦ ex¨®tico apetec¨ªa fumar vegetales ex¨®ticos. As¨ª de sencillo y de bioqu¨ªmico. Es m¨¢s, al fumar, en un principio, se le denomin¨® "la seca borrachera del tabaco", como queriendo marcar la uni¨®n entre las dos maneras de embriagarse. Y ah¨ª se les plante¨® a los luteranos un segundo problema ¨¦tico. Fumar tabaco colonial americano tra¨ªdo por los espa?oles y manufacturado por los holandeses no planteaba problemas morales, pero fumar opio y derivados, tambi¨¦n coloniales, que era la segunda plaga europea de entonces, el opio del pueblo, y no precisamente al que se refer¨ªa Marx, atentaba contra los principios del capitalismo. Y como fumar despu¨¦s del caf¨¦ una cosa u otra, tabaco u opio, marihuana o puros, necesitaba una regulaci¨®n, entonces los luteranos, antes que nadie, concluyeron que tambi¨¦n el fumar era pecado, sin demasiada distinci¨®n entre borracheras mojadas o secas, humos duros o blandos.
Por ¨²ltimo, no conviene olvidar que en Espa?a, y en ese mismo periodo, la alternativa a aquellos placeres soft para frenar los g¨¦neros voluptuosos hard que atentaban contra el esp¨ªritu del capitalismo europeo, no fueron las alternativas protestantes del caf¨¦ y el t¨¦ contra el alcohol y el opio, sino el muy cat¨®lico chocolate, tambi¨¦n colonial, de aquellos monasterios que tanto hicieron por las uniones gay. Zapatero, bendito de Dios, conecta on line, aunque con mucho retraso, con las ra¨ªces cristianas de Europa y empieza sus reformas exactamente por donde Lutero empez¨® la suya.
El problema que dejo planteado para las infinitas escuelas de negocios de Comuni¨®n y Liberaci¨®n, Opus Dei y otros derivados de la contrarreforma es el siguiente: ?Se puede montar un capitalismo a partir del chocolate?
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