Avaricia
Seguro que queda un poco iluso recomendar a nadie a estas alturas que vuelva sobre las p¨¢ginas de aquella vieja novela de Italo Calvino, La especulaci¨®n inmobiliaria, donde se reflejaba la amarga experiencia del ciudadano normal y corriente metido a tibur¨®n del boom tur¨ªstico y constructivo. Tal vez no lo sea tanto preguntarse por las circunstancias que sustentan esa "fiebre del oro" que nubla el entendimiento de tantos vecinos ante la desmelenada agitaci¨®n de promotores en el territorio valenciano. Una agitaci¨®n que ha alcanzado cumbres de delirio con el espect¨¢culo de Marina d'Or arremetiendo a la vista de todos contra sus competidores de Lubasa y PGP por el suculento banquete urban¨ªstico de Mundo Ilusi¨®n. Los niveles de obscenidad que el mangoneo urbanizador ha revelado en este episodio deber¨ªan avergonzar a las instituciones que los aguerridos empresarios utilizan como herramientas de su propiedad. He dicho deber¨ªa, y vuelvo a sentirme iluso al escribirlo. Pero, a pesar de ello, "deber¨ªa". Como deber¨ªa alguien explicarles a los habitantes de Cabanes y Oropesa que la decisi¨®n de sus ayuntamientos al adjudicar al grupo que encabeza Jes¨²s Ger la urbanizaci¨®n de sus t¨¦rminos municipales, con la intenci¨®n de levantar all¨ª una especie de Las Vegas, da dinero tanto como hipoteca. Si ahora hay ya alg¨²n que otro concejal ligado laboralmente a Marina d'Or, en el futuro, si todo sale como Ger espera, las dos corporaciones en bloque ser¨¢n prolongaciones de la plantilla de ese grupo. Puede que les d¨¦ igual, porque la avaricia es una debilidad humana que alcanza una gran intensidad cuando se activa, pero no deber¨ªa (otra vez con el imperativo ¨¦tico) nublar el entendimiento de los partidos, que para eso son ¨®rganos colectivos, ni de la sociedad que opina y piensa. Ya nos hemos resignado, y no deber¨ªamos hacerlo, a que el poder pol¨ªtico coma en la misma mesa que los promotores urban¨ªsticos. Tras la ejemplificadora actuaci¨®n ante el pelotazo de Rabassa, en Alicante, a los socialistas se les han empachado Elda, Oropesa y Cabanes. Para que su apelaci¨®n a la cordura en materia de urbanismo siga siendo cre¨ªble, tendr¨¢n que administrarse algo m¨¢s que un Alkaseltzer.
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