Psicodelia, sorpresa y f¨ªsica cu¨¢ntica
El certamen proyect¨® los filmes de Terry Gilliam, Jan Cvitkovic y Ruy Guerra
"Trabajar en el cine era vergonzoso, de lo m¨¢s despreciable. Gracias a Dios se invent¨® la televisi¨®n" (frase publicitaria del canal digital TCM atribuida a Billy Wilder). Terry Gilliam present¨® el mi¨¦rcoles su Tideland, una producci¨®n brit¨¢nico-canadiense en la que el desconcierto de su propuesta enlaza con la boutade del maestro Wilder. Se puede maldecir el cine despu¨¦s de haberle dedicado m¨¢s de 50 a?os de su vida y de haber alcanzado leg¨ªtimamente todos los reconocimientos cr¨ªticos y populares habidos y por haber. De igual modo, el psicod¨¦lico Gilliam est¨¢ en su derecho a presentar un cuento infantil para mayores de 18 a?os.
Una ni?a repipi (Jodelle Ferland) que prepara con pulcro profesionalismo los picos de hero¨ªna que se inyectan sus drogadictos padres (Jennifer Tilly y Jeff Bridges) se queda hu¨¦rfana antes de que finalice la primera de las dos horas y dos minutos que dura la proyecci¨®n de Tideland. Sola y desamparada en un caser¨®n destartalado en medio de la nada rural de Tejas, se construir¨¢ un mundo imaginario con elementales referencias a la Alicia de Lewis Carroll y con los delirios actualizados: las ardillas hablan, los conejos se esconden en profundas madrigueras, las cabezas de tres barbies y de un mu?eco comparten sus cuitas, una chabola improvisada es un submarino, los monstruosos tiburones se desplazan por los ra¨ªles del tren, el epil¨¦ptico descerebrado a¨²lla cada vez que la ni?a le pide que le ense?e el "secreto" que guarda en la entrepierna, la hermana mayor del descerebrado paga con felaciones la compra del supermercado y se dedica a la taxidermia con los seres humanos queridos, todo mientras Jeliza-Rose recorre a saltos los abandonados trigales.
Sin duda es un burdo resumen de una pel¨ªcula que ha costado meses de preparaci¨®n y no pocos millones de d¨®lares. Tambi¨¦n puede ser la respuesta a una obra que los propios encargados de su lanzamiento comercial insisten en se?alar que no importan tanto las an¨¦cdotas de la trama como los efectos visuales del imaginativo Gilliam, el ex componente de los Monty Python que opt¨® por la provocaci¨®n visual como modus vivendi y que realiz¨® varias pel¨ªculas estimables -Brazil, Las aventuras del bar¨®n Munchausen y, sobre todo, Miedo y asco en Las Vegas, adem¨¢s de la actualmente en cartel, El secreto de los hermanos Grimm-.
"Hay algo sorprendente: cuando reflexiono sobre todas mis pel¨ªculas me llama la atenci¨®n que en las ¨¦pocas en que estuve deprimido hice comedias y cuando me sent¨ªa feliz rod¨¦ temas m¨¢s bien tr¨¢gicos. Quiz¨¢ intent¨¦ inconscientemente compensar cada uno de mis estados de ¨¢nimo", declar¨® en su d¨ªa el ya citado maestro Wilder. La cuesti¨®n es que si seguimos su reflexi¨®n, el esloveno Jan Cvitkovic y su largometraje Odgrobadogroba (De fosa en fosa) quema las etapas vitales a gran velocidad pues en un solo filme pasa de la comedia a la tragedia. De fosa en fosa es una hermosa pel¨ªcula costumbrista que recorre el camino desde la amabilidad a la desdicha. La presentaci¨®n de sus personajes (el protagonista, Pero, es el autor de los paneg¨ªricos funerarios, una salida profesional para los escritores frustrados en los pueblos eslovenos) permite re¨ªrse al espectador con ganas en un festival en el que la alegr¨ªa es un bien escaso. La acci¨®n se oscurece progresivamente hasta llegar a un final dram¨¢tico. Narrada con sencillez, con escasos medios y un gran gui¨®n, De fosa en fosa es una grata sorpresa en un certamen en el que una vez m¨¢s se constata la injusticia de una industria que apoya con todos sus medios a quienes surgen en una determinada ¨¢rea geopol¨ªtica, la suya, la anglosajona, y condena al ostracismo a quienes osan realizar pel¨ªculas desde cualquiera de las provincias del Imperio.
La jornada del mi¨¦rcoles se cerr¨® con una tercera pel¨ªcula, El veneno de la madrugada, la adaptaci¨®n libre que realiz¨® el brasile?o Ruy Guerra de la novela La mala hora, de Garc¨ªa M¨¢rquez. Un filme denso, experimental y con un ambiente opresivo. Un relato que transcurre a lo largo de 24 horas y en el que el propio realizador explica con honestidad que "al final de la historia no se sabe qui¨¦n muri¨® y qui¨¦n no muri¨®. Pero hay un sentido en la vuelta del tiempo". Y se pregunta: "Si la f¨ªsica cu¨¢ntica, en el campo de la especulaci¨®n, acepta el concepto de mundos paralelos, ?por qu¨¦ la narrativa cinematogr¨¢fica y nuestra manera de ver el mundo deben ser tan tradicionales?", una interpelaci¨®n que el que suscribe, tras contemplar tres pel¨ªculas en una sola jornada, no est¨¢ capacitado para responderla.
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