'Objetivo Birmania'
EL PA?S presenta ma?ana, por 8,95 euros, uno de los filmes cl¨¢sicos del g¨¦nero b¨¦lico
Reci¨¦n acabada la guerra del Pac¨ªfico, agosto de 1945, Raoul Walsh rueda Burma (Objetivo Birmania). Jap¨®n acaba de rendirse, por lo que ya no es preciso que el cine trabaje por la victoria, pero s¨ª para hacer balance y amueblar la inmediata posguerra, con la ocupaci¨®n del archipi¨¦lago nip¨®n bajo el virreinato del general Douglas MacArthur.
Burma es una pel¨ªcula de duraci¨®n inusitada para la ¨¦poca, dos horas y 22 minutos, y con un presupuesto adecuado, pese a lo que el infierno verde de Birmania es una extensi¨®n de parques y jardines pr¨®xima a Hollywood, a la que el jefe de fotograf¨ªa, James Wong Howe, saca todo el partido en blanco y negro que el follaje razonablemente tupido permite; no aparecen m¨¢s concisas masas que alg¨²n centenar de japoneses -orientales reclutados en las cercan¨ªas-; los soldados norteamericanos no pasan de unas docenas; la ¨²nica estrella contratada es Errol Flynn, que con 35 a?os estaba en la cima de su carrera, y aunque en el reparto hab¨ªa secundarios involvidables como James Brown, George Tobias y Warner Anderson, ninguno de sus nombres ha quedado para la posteridad; como curiosidad, finalmente, aparece unos instantes Mark Stevens, que luego protagonizar¨ªa alg¨²n thriller menor, y que el cine catal¨¢n invitar¨ªa d¨¦cadas m¨¢s tarde para interpretar a un escritor norteamericano de paso por Barcelona. Objetivo Birmania ser¨ªa en nuestro tiempo un producto industrialmente modesto, nada parecido a Apocalypse Now; pero, en cualquier caso, es una obra maestra.
La trama tiene la simplicidad del mejor cine de acci¨®n. Unidad de tiempo, unos pocos d¨ªas de 1944; de lugar, la selva birmana infestada de japoneses, y de nudo o intriga, una operaci¨®n de sabotaje crucial para la invasi¨®n aliada, que significar¨¢ el comienzo del fin para el Imperio del Sol Naciente, y, a mayor abundamiento, es la historia de un viaje, el de un grupo de hombres -la palabra g¨¦nero entonces s¨®lo evocaba cuestiones gramaticales- que va del punto A al punto B para cumplir una misi¨®n, en el curso de la cual sobrellevar¨¢n los mayores peligros y mostrar¨¢n su temple de h¨¦roes del celuloide. Aventura, sacrificio y muerte. El ¨²nico amor ser¨¢ unisex, el de la patria.
El mayor Nelson -Flynn- se lanzar¨¢ en paraca¨ªdas tras las l¨ªneas enemigas con una patrulla de unas docenas de comandos para destruir un centro de comunicaciones enemigo, y para que la acci¨®n sea a¨²n m¨¢s minuciosa y reconcentrada, dividir¨¢ su equipo en dos secciones de 15 o 20 hombres, entre las que el relato se ce?ir¨¢ a la que manda la estrella, para que sea m¨¢s f¨¢cil construir con los rasgos instant¨¢neos y definitivos, que s¨®lo Hollywood sab¨ªa imprimir a sus personajes, un pu?ado de vidas en su gran momento l¨ªmite: el veterano corresponsal de guerra que lo ha dejado todo atr¨¢s menos la compasi¨®n, j¨®venes gladiadores que se avezan al combate, el amigo ¨ªntimo del protagonista y, sobre todo, ¨¦ste, Errol Flynn, el actor australiano, malograda leyenda a¨²n m¨¢s fuera de la pantalla que en ¨¦sta, como civil elevado a comandante s¨®lo por el tiempo de guerra, como corresponde a un ej¨¦rcito nacional -no de profesionales, como en Irak- empe?ado en una causa inmensamente popular. Y todos ellos blancos, porque la conquista de los derechos civiles a¨²n estaba lejos y no pululaban, en cumplimiento de lo pol¨ªticamente correcto, los hombres de color en escenarios cinematogr¨¢ficos b¨¦licos, ni, por ejemplo, en el cine del Oeste, como ha sido de obligaci¨®n reciente. Los negros eran entonces s¨®lo camareros y cantantes.
Era un tiempo de euforia y de certeza. El diablo nip¨®n, traicionero como sus ojos rasgados por naturaleza, detentaba el monopolio de la vesania, cuando a¨²n no se hab¨ªa producido la toma del poder comunista en Europa oriental, y al presidente Truman a¨²n le faltaban casi dos a?os -12 de marzo de 1947- para proclamar la doctrina que formalizaba la guerra fr¨ªa. Estados Unidos sab¨ªa por qu¨¦ y contra qui¨¦n luchaba y la palabra democracia se pronunciaba ¨²nicamente para designar el mundo confortable y acogedor que los G. I. (soldado, o government issue) hab¨ªan dejado en casa. A Bush II le habr¨ªa gustado esa ¨¦poca.
El filme acaba con la mejor ¨¦pica dram¨¢tica: al final del viaje, la estaci¨®n de radar destruida; el gran amigo de Flynn muerto en el agua cenagosa; m¨¢s de la mitad de los comandos ca¨ªdos en combate, y el periodista capaz de echar una ¨²ltima mirada a la que seguramente ser¨¢ su ¨²ltima campa?a, mientras sobre las cabezas de los supervivientes, atrincherados en aquella ¨²ltima colina de la que la retirada es la muerte, comienza a o¨ªrse el trueno ensordecedor de la aviaci¨®n, como banda sonora del cielo. Es "la invasi¨®n de Birmania", como dice uno de ellos.
Todas las grandes pel¨ªculas tienen ep¨ªlogo. En 1962, Sam Fuller hizo un remake, en color (Invasi¨®n en Birmania), con alguna secuencia memorable como el encuentro a tiros entre un crucigrama de l¨¢pidas de cementerio, pero a la que faltaba la condensaci¨®n de caracteres y visibilidad de los personajes de Walsh. Y Errol Flynn, que era un buen amigo del director -hicieron juntos, entre otras, Murieron con las botas puestas, Gentleman Jim, Desperate Journey, R¨ªo de la Plata, la ¨²ltima en 1948, cuando ya empezaba a ser imposible de manejar- no tardar¨ªa en convertirse en un juguete roto. Tras una d¨¦cada de los cincuenta en la pendiente de un envejecimiento dif¨ªcil, aparecer¨ªa muerto en su barco en el puerto de Vancouver. Ten¨ªa 50 a?os. El ¨²nico gran objetivo de su vida fue el cine.
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El gran olfato de Raoul Walsh
Objetivo Birmania se realiz¨® en 1945. Sus int¨¦rpretes principales fueron: Errol Flynn, James Brown, William Prince, George Tobias, Henry Hull, Warner Anderson, John Alvin, Mark Stevens y Richard Erdman. Director: Raoul Walsh. Gui¨®n: Ranald MacDougall, Lester Cole, Alvah Bessie. M¨²sica: Franz Waxman. Fotograf¨ªa: James Wong Howe.
Walsh comenz¨® en el cine con Griffith. Nunca obtuvo ning¨²n Oscar y tuvo siempre un excelente "olfato" para los actores. Le dio el primer papel importante a John Wayne en La gran jornada, por recomendaci¨®n de su protector John Ford. Humphrey Bogart tuvo su primer protagonista en El ¨²ltimo refugio, un filme de Walsh, y Errol Flynn trabaj¨® con el realizador en siete largometrajes. Objetivo Birmania no se estren¨® en Inglaterra hasta 1952 porque, dec¨ªan, daba una mala imagen de los ingleses.
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