Los que cruzan mares
En la pel¨ªcula American Splendor el protagonista pregunta a su novia si no tendr¨¢ inconveniente en mudarse a Cleveland, donde vive. Ella le contesta: "A m¨ª todas las ciudades estadounidenses me parecen igual de deprimentes". Personajes desesperados, de Paula Fox (Nueva York, 1923), lanza un mensaje similar, aunque aqu¨ª la ciudad sea Brooklyn. Mientras la pel¨ªcula retrata con humor la vulgaridad, la novela hace un relato l¨²cido de la desesperaci¨®n, y las dos ofrecen diferentes versiones del desaliento estadounidense.
La novela, que es lo que interesa aqu¨ª, se public¨® por primera vez en 1971 y lleg¨® a estar descatalogada durante algunos a?os, hasta que Jonathan Franzen y David Foster Wallace la redescubrieron y la volvieron a lanzar como una de las mejores obras norteamericanas de los setenta (en el pr¨®logo Franzen sostiene que Paula Fox supera con creces a Bellow, Updike y Roth, los mejores narradores de su generaci¨®n).
PERSONAJES DESESPERADOS
Paula Fox
Pr¨®logo de Jonathan Franzen
Traducci¨®n de Rosa P¨¦rez P¨¦rez
El Aleph. Barcelona, 2005
175 p¨¢ginas. 17 euros
Un viernes por la noche So
phie Bentwood, la protagonista, alimenta a un gato callejero y el animal paga su caridad ara?¨¢ndola y peg¨¢ndole un mordisco en la mano. A partir de ah¨ª Personajes desesperados narra la vida en pareja de Sophie y Otto Bentwood durante un fin de semana de finales de primavera. La novela escancia con un ritmo magn¨ªfico y una precisi¨®n verbal fuera de serie los conflictos que afectan al matrimonio, pero sobre todo hay que ponderar el soberbio retrato de Sophie. Desde la felina agresi¨®n, ¨¦sta pasar¨¢ todo el fin de semana sufriendo y gozando ante la incertidumbre de si el animal le habr¨¢ contagiado la rabia. Por un lado le fascina la posibilidad de contraer una enfermedad que d¨¦ cuerpo a su malestar espiritual, que le procure una raz¨®n real y f¨ªsica para el sufrimiento an¨ªmico que le atenaza. Por otro lado teme las consecuencias que podr¨ªa tener la enfermedad, como que le llegaran a poner unas m¨ªticas inyecciones gigantes en el est¨®mago que perviven en sus fantas¨ªas infantiles sobre la curaci¨®n de la rabia. Esta intriga principal, que simboliza a la perfecci¨®n la angustiosa inanidad vital de la protagonista, se repite con distintas variaciones mientras seguimos a Sophie por Nueva York: Brooklyn, donde vive; Manhattan, donde trabaja Otto; Queens, que deben atravesar para pasar el domingo en los Hamptons, donde tienen una segunda casa.
Pero la fantas¨ªa de las inyecciones no es la ¨²nica con la que cree posible abandonar su vida. Entre otras opciones baraja la de llamar a su ex amante; manifiesta su deseo de hacerse jud¨ªa; sue?a con volver al momento de su adolescencia en el que a su vez so?aba con un futuro de madurez en el que la inseguridad y los sufrimientos aparejados a ella desaparecer¨ªan. La ¨²ltima posibilidad que se le ocurre es la de mudarse a Chicago, olvidando la m¨¢xima horaciana de que los que cruzan mares mudan cielos, no ¨¢nimos o, dicho de otro modo, que todas las ciudades
pueden ser igual de deprimentes.
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