Silvio tiene el enemigo en casa
El cambio del ministro de Econom¨ªa ha abierto una lucha por el poder en el centro-derecha italiano
La coalici¨®n que gobierna Italia nunca ha sido una pe?a de amigos. Tampoco se ha esforzado en disimular sus desavenencias. El martes, por ejemplo, el presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, calific¨® a su aliado Marco Follini de "met¨¢stasis" y amenaz¨® a los democristianos: "O conmigo, o fuera". Follini respondi¨® que los exabruptos del presidente del Gobierno eran "vergonzosos".
As¨ª estaban las cosas antes de la crisis provocada por la dimisi¨®n del ministro de Econom¨ªa, Domenico Siniscalco, y la inmediata constataci¨®n de que el liderazgo de Berlusconi se ven¨ªa abajo. Ayer sigui¨® tomando cuerpo la posibilidad de celebrar unas primarias para encontrar un relevo a Il Cavaliere y la tensi¨®n se hizo a¨²n m¨¢s alta.
El fin de reinado era perceptible incluso en la prensa m¨¢s af¨ªn a Berlusconi. En Il Foglio, propiedad del propio Berlusconi a trav¨¦s de su mujer, Veronica, el comentario editorial de Giuliano Ferrara no pod¨ªa ser m¨¢s expresivo: "?Pero por qu¨¦ no se va?". En Libero, el berlusconiano Vittorio Feltri ahondaba en el sarcasmo: "El Gobierno de Berlusconi tiene muchos problemas; el m¨¢s grave es Berlusconi". Y a?ad¨ªa: "Da pena verle tan aferrado a la poltrona".
Los sondeos no resultaban m¨¢s piadosos con Il Cavaliere. Seg¨²n la empresa SWG, si las elecciones se celebraran hoy mismo, Romano Prodi, ex presidente de la Comisi¨®n Europea, aventajar¨ªa a Silvio Berlusconi por 14 puntos. La diferencia se reducir¨ªa a cinco puntos si el candidato del centro-derecha fuera Gianfranco Fini, l¨ªder de Alianza Nacional y ministro de Asuntos Exteriores, y a seis si el candidato fuera Pierferdinando Casini, dirigente democristiano y presidente de la C¨¢mara de Diputados.
Golpe de gracia
Con las encuestas en la mano, los aliados de Berlusconi se dispon¨ªan a asestarle el golpe de gracia con unas primarias a celebrar, en principio, en diciembre, despu¨¦s de las que preparaba el centro-izquierda para consagrar a Prodi como candidato.
La idea de las primarias, muchas veces planteada y nunca concretada, resurgi¨® de improviso el jueves durante la conferencia de prensa en la que Berlusconi, acompa?ado por sus socios de coalici¨®n, anunci¨® el nombramiento de Giulio Tremonti como sustituto de Siniscalco. Berlusconi daba por terminado el acto cuando el democristiano Marco Follini, sentado junto a ¨¦l, pronunci¨® por sorpresa una frase demoledora: "Hay quien piensa que el mejor candidato para las elecciones de 2006 es Berlusconi; tambi¨¦n hay quien, como yo, no comparte esa opini¨®n". El presidente del Gobierno se qued¨® helado durante unos momentos. Luego dijo que su liderazgo era "discutible" y se fue.
Ayer se declararon disponibles para sustituir a Berlusconi, por la v¨ªa de las primarias, los otros dos pesos pesados de la coalici¨®n, Gianfranco Fini y Pierferdinando Casini. Fini indic¨® que las primarias pod¨ªan mejorar las perspectivas de victoria del centro-derecha e hizo saber, a trav¨¦s de su portavoz, que estaba dispuesto. "Si me piden que me presente, intentar¨¦ estar preparado", coment¨® a su vez Casini. Berlusconi acogi¨® esos anuncios con un inusual laconismo: "?Ser¨¢n candidatos? Bien, bien, bien...".
Romano Prodi se mostr¨® incr¨¦dulo: "No tendr¨¢n valor para celebrar unas elecciones internas", dijo. La coalici¨®n gubernamental ten¨ªa por delante problemas grav¨ªsimos, sobre todo el que supon¨ªa redactar una ley presupuestaria, a partir de cero, antes del 30 de noviembre. Un portavoz democristiano se permiti¨® ironizar sobre las posibilidades de ¨¦xito del nuevo ministro Tremonti en esa carrera contra el reloj: "Si Dios hizo el universo en siete d¨ªas, Tremonti, que es muy listo, puede hacer un presupuesto en cinco".
Incluso si se alcanzara un acuerdo presupuestario dentro de la coalici¨®n, quedar¨ªa pendiente la inacabable reforma constitucional federalista, que la Liga Norte quiere ver aprobada en octubre como m¨¢ximo y que los democristianos rechazan de forma rotunda, y el irresoluble problema de la reforma de la ley electoral, que los democristianos exigen y los dem¨¢s dan por inviable.
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