El Don Juan m¨¢s espa?ol

Todav¨ªa estamos con ello en la boca. No ha habido tiempo de hacer la digesti¨®n. Es lo que pasa con los cl¨¢sicos, que perduran y se repiten, como el chorizo, y nos devuelven en cada ¨¦poca una visi¨®n, una idea que podemos utilizar para interpretar la realidad que tenemos enfrente. Y entre esas cosas sobre las que nos ayuda a reflexionar Don Giovanni, precisamente, se encuentra el desaf¨ªo. El desaf¨ªo a todo: a la vida, al riesgo, a la autoridad, al sistema, a uno mismo; algo que estaba tallado en el alma siempre inquieta de los dos genios que lo mitificaron en m¨²sica para el resto de los d¨ªas: Mozart y el libretista Lorenzo da Ponte, con quien tambi¨¦n esculpi¨® otras dos obras maestras: Las bodas de F¨ªgaro y Cos¨¬ fan tutte.

"El desaf¨ªo es c¨®mo hacer la historia cre¨ªble en una ¨¦poca en que lo principal era sobrevivir"

"D¨¦mosles tiempo para masticarlo", respondi¨® Mozart cuando Da Ponte le cont¨® la reacci¨®n del emperador ante el estreno de la ¨®pera en Viena, en mayo de 1788, donde llegaba precedida del ¨¦xito del estreno mundial en Praga seis meses antes, en diciembre de 1787. La capital del imperio acogi¨® el drama giocoso, basado en El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, con menos entusiasmo. Y el todopoderoso Jos¨¦ II lo dijo: "Es divina. Es casi m¨¢s bella que el F¨ªgaro, pero no es manjar para los dientes de mis vieneses". A lo que Mozart respondi¨® eso, que les dieran tiempo para masticarlo. Es decir, desafiando todo lo que se le pon¨ªa por delante, vamos, porque nunca hab¨ªa tenido necesidad de abuela y no le faltaban prendas para decir p¨²blicamente que su Don Giovanni era la ¨®pera m¨¢s grande que se hab¨ªa escrito hasta el momento.

As¨ª que, desaf¨ªo por desaf¨ªo, esta obra maestra parece entonces el t¨ªtulo indicado para demostrar a los cuatro vientos el nivel de madurez de la ¨®pera en Espa?a tambi¨¦n cuando se estrene el pr¨®ximo d¨ªa 30 en el Teatro Real, como apertura de la nueva temporada. Ser¨¢ con un reparto de cantantes espa?oles en los primeros papeles -Carlos ?lvarez, Mar¨ªa Bayo, Jos¨¦ Bros y Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno- y dos directores hisp¨¢nicos tambi¨¦n, como Llu¨ªs Pasqual y V¨ªctor Pablo P¨¦rez. No es cuesti¨®n de ponerse chovinista, ni defensor de las esencias patrias, ni nada parecido; es simplemente curioso que un equipo de selecci¨®n nacional se enfrente al mito hisp¨¢nico por excelencia.

?Existe una visi¨®n propia diferente a la del resto? La hab¨ªa ya en quienes han explorado el mito a trav¨¦s de cuatro siglos en Europa y en Espa?a. Se palpan diferencias entre los donjuanes de Tirso y de Jos¨¦ Zorrilla, ya desde una visi¨®n muy rom¨¢ntica, y los de Moli¨¨re, Goldoni -en el que Da Ponte se inspir¨® m¨¢s para el libreto-, Pushkin y en ¨¦ste de Mozart. "En los de fuera est¨¢ el m¨¢s terrenal, el que act¨²a sin importarle las consecuencias, y en los espa?oles, en Tirso y en Zorrilla, aunque en este ¨²ltimo hay poco pastel y mucha nata, se encuentra la visi¨®n m¨¢s metaf¨ªsica, m¨¢s religiosa", asegura Llu¨ªs Pasqual en un descanso de los ensayos que ha llevado a cabo durante m¨¢s de un mes en el Teatro Real.

Descanso merecido porque ver al director en la salsa de una de sus pruebas es casi tan espectacular como la ¨®pera misma. No se sienta casi nunca frente a la mesa amplia donde se mezclan m¨®viles con partituras, rotuladores con termos de agua fresca o envases de zumo y folletos hist¨®ricos con fotograf¨ªas de ¨¦poca. Pasqual se convierte en un clon de los int¨¦rpretes, una sombra que les persigue como una mosca cojonera, unas veces, y que les dirige como un maestro de marionetas, otras. Les explica cada gesto, cada movimiento, y es capaz de convertir el sorbo de un simple vaso de agua con colorante que simula vino en un trago de Vega Sicilia, o un muslo de pollo de goma en un bocado de exquisita codorniz.

Es inquieto, perseverante, perfeccionista. Se sabe las frases de la ¨®pera de memoria, las canta siendo plenamente consciente de lo que dice. Hasta en los detalles m¨¢s nimios, hasta en las frases m¨¢s aparentemente transitorias, Pasqual descubre una intenci¨®n que le sirve para construir su acci¨®n, que ha cambiado la Sevilla del siglo XVIII original por una Andaluc¨ªa m¨¢s negra de a?os cuarenta. "Si quieres ir m¨¢s all¨¢ en tus intenciones, todo se va al carajo cuando el p¨²blico vea espadas y plumas", afirma. Quiz¨¢ son m¨¢s identificables las abruptas navajas que saca en escena este Don Juan de Pasqual. "Mi obligaci¨®n es que la gente lo escuche como si fuera la primera vez que lo hace, y para eso hay que quitarle los clich¨¦s". Podr¨ªa haberlo acercado m¨¢s en el tiempo, pero tampoco hac¨ªa falta: "Quer¨ªa acercarlo, pero a la vez alejarlo; por eso eleg¨ª la Espa?a de los a?os cuarenta, porque es un mundo conocido, pero en blanco y negro".

Aunque m¨¢s de negro que de blanco, m¨¢s de Espa?a emponzo?ada de se?oritos con derecho de pernada que de felicidades te?idas con el humo de los sue?os cinematogr¨¢ficos. Tambi¨¦n porque este Don Giovanni mozartiano tiene mucho de novela negra: "Mozart es claro, estamos ante un asesino. Esta historia comienza con un hombre que mata a un padre?". Y que es perseguido hasta que recibe su castigo. "S¨ª, pero con un detalle muy importante que es donde creo que Mozart acaba la ¨®pera: sin que se arrepienta de lo que ha hecho", dice Pasqual, porque la coda final est¨¢ compuesta con una iron¨ªa propia de quien se burla de las moralinas al uso.

El desaf¨ªo pleno, pues, consciente y sin atenci¨®n a las consecuencias. La chuler¨ªa m¨¢xima, el que me quiten lo bailao, el ande yo caliente y que se r¨ªa la gente, el ego¨ªsmo supremo mezclado con la tentaci¨®n autodestructiva y con el reto, y el duelo constante contra las normas establecidas para hacer su santa voluntad? ?se es el Don Juan que fascina y aterra a la vez, ¨¦se es el Don Juan parad¨®jico que pervive hasta hoy con salud de mito de hierro.

Y el desaf¨ªo para Carlos ?lvarez, que debut¨® con este papel en Viena en 1998, con Riccardo Muti, es bastante pr¨¢ctico: "El desaf¨ªo esta vez es hacerlo bien, ser capaces de interpretarlo bien". No se hace l¨ªos el bar¨ªtono espa?ol m¨¢s valorado hoy en el mundo a sus 39 a?os. El personaje le viene pintado. Tiene presencia donjuanesca, pelo largo, barba cuidada, suprema elegancia en su presencia esc¨¦nica, canto ya maduro y contundente, plenitud de facultades vocales, madera de actor y cosas en com¨²n con el personaje? Las buenas: simpat¨ªa y amor a Andaluc¨ªa por ser malague?o con domicilio fijo en su tierra porque le gusta estar plantado entre sus ra¨ªces y pendiente de sus hijos.

El hacerlo bien tiene mucho que ver con el cambio de ¨¦poca en este nuevo montaje. "C¨®mo hacerlo cre¨ªble en un tiempo en el que el principal desaf¨ªo, no nos olvidemos, era sobrevivir", asegura ?lvarez. Pasqual le ha dado pautas claras. "Don Juan es alguien que lleva navaja y que no duda en utilizarla. Va a por todas, hasta perderse", cuenta el cantante. Pero sin condenas, sin penitencias, hasta el fondo.

Para ¨¦l hay una visi¨®n espa?ola diferente del mito. "Si hay algo que a los espa?oles nos impresione m¨¢s que cualquier otra cosa es, precisamente, esa bajada a los infiernos", dice ?lvarez. "Las diferencias con otros compa?eros de reparto extranjeros se nota. Es curioso: para los italianos, Leporello [que en el montaje de Pasqual est¨¢ interpretado por Lorenzo Regazzo y Luca Pisaroni] es un personaje de commedia dell'arte, mientras que para nosotros es claramente un p¨ªcaro, lo cual tiene sus matices". En eso coincide con la visi¨®n teatral de Pasqual, para quien lo verdaderamente espa?ol de Don Giovanni es el g¨¦nero: "Un drama giocoso, que no es otra cosa que una tragicomedia", dice el director. Pero hay m¨¢s cosas: "En la visi¨®n espa?ola hay un matiz de redenci¨®n, de salvaci¨®n, una b¨²squeda de salida m¨¢s cristiana", cree ?lvarez. Y algo importante tambi¨¦n: "En lo musical, ¨¦ste va a ser un Don Juan en el que prevalezca el canto en contraposici¨®n a una lectura m¨¢s orquestal", dice el bar¨ªtono.

Sobre eso tiene mucho que decir V¨ªctor Pablo P¨¦rez, el director titular de dos orquestas: la Sinf¨®nica de Galicia y la de Tenerife. V¨ªctor Pablo, que estar¨¢ al frente de la orquesta y coros del teatro esta vez, debuta por fin en el Real madrile?o con este Don Giovanni, que le reta siempre desde dentro para salvar las trampas de su partitura compleja cada vez que se enfrenta a ella. "Lo dif¨ªcil es que no caiga la tensi¨®n nunca, hasta el final, para que el desenlace no parezca un remedo que irrumpe de forma abrupta; eso es lo que me preocupa siempre en esta ¨®pera", dice el director. Pero conservar una tensi¨®n en un drama que pasa de la risa a lo tenebroso con frecuencia, de la ternura al cinismo con la habilidad de un paso de baile y en cambios de situaci¨®n constantes es dif¨ªcil: "Hay una tendencia clara a hacerlo tenebroso, pero lo que yo pretendo es que sean similares la noche y el d¨ªa", dice. Aunque la frustraci¨®n siempre estar¨¢ ah¨ª, en los int¨¦rpretes, a los que siempre va a atrapar la base agria de esta ¨®pera si se hace bien. "Tengo la sensaci¨®n de que conseguir un Don Giovanni perfecto es imposible", asegura el maestro. Adem¨¢s, eso ir¨ªa contra el esp¨ªritu mismo del relato. "Su base es la insatisfacci¨®n, valora el placer del momento sin tener conciencia del pecado; es un personaje al que hay que ver desde un mundo profano". Es todo un tratado sobre la dignidad tambi¨¦n, y a partir de ah¨ª se pueden ver las cosas de un modo u otro. "Al fin y al cabo, en la concepci¨®n de esta historia estaba el honor de siempre en nuestros cl¨¢sicos", dice Pasqual.

"En ese tratamiento de la dignidad es muy importante ver c¨®mo nos sentimos los dem¨¢s ante ¨¦l", asegura V¨ªctor Pablo. Cierto. Porque es curioso que Don Giovanni, con toda la contundencia de su figura en escena, apenas tiene un protagonismo estelar en las intervenciones musicales. Son quienes le rodean los que marcan el discurso de los instrumentos. "Mozart sabe que ¨¦l, como personaje, no da para tanto, no tiene una gran aria que lo identifique; ¨¦l es la cerilla que lo prende todo, no lo que se quema en escena", afirma Pasqual.

Lo que arde son los dem¨¢s, Do?a Anna, Do?a Elvira, Don Ottavio, Masetto, Zerlina, el Comendador? Muerte, sangre, venganza, castigo es lo que piden todos ellos para ¨¦l; burla, ofensa, sarcasmo es lo que encuentran a cambio. Transgresi¨®n, una provocaci¨®n constante; dif¨ªcil de entender en los detalles peque?os, pero latente sin descanso en el texto. "Cuando Don Giovanni lleva a su casa a unos campesinos para deslumbrarlos es dif¨ªcil entender su fascinaci¨®n despu¨¦s de que hemos visto las mansiones m¨¢s lujosas por la televisi¨®n. Cuando les ofrece chocolate, caf¨¦, sorbetes no puedes trasladar la intenci¨®n revolucionaria que hay en ese detalle si muchos no saben que el chocolate estuvo prohibido por el Vaticano durante unos a?os", cuenta Pascual, que ha imaginado un Don Juan lleno de contrastes, de ruinas con carruseles incrustados, de lujo para coches f¨²nebres, de elegancia envenenada y juego perverso, muy prometedor para abrir la temporada.

La seducci¨®n tambi¨¦n es un arma afilada en manos de Mozart y Da Ponte. Ante la seducci¨®n tienen que v¨¦rselas Mar¨ªa Bayo y Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno, Do?a Anna y Zerlina en la ¨®pera. La primera vuelve al Real, como cada a?o, porque es una aut¨¦ntica veterana en el teatro, despu¨¦s de su ¨¦xito junto a Juan Diego Fl¨®rez en El barbero de Sevilla, de Rossini, en enero pasado. Ella tiene una visi¨®n curiosa. "Para m¨ª es como un terrorista suicida, no mira las consecuencias, se inmola".

Es la fuerza de los cl¨¢sicos para Bayo. Una fuerza que a Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno no le impacta tanto. "No es que Mozart y Da Ponte fueran modernos, es que nosotros, el g¨¦nero humano, no hemos cambiado nada", dice la cantante. "Tambi¨¦n es verdad eso", coincide Bayo. En cuanto a la seducci¨®n, es algo que contemplan desde lejos. Ambas est¨¢n m¨¢s centradas ahora en el cuidado de sus hijos peque?os, y no hay Don Juan de tres al cuarto que pueda con esa artiller¨ªa seductora. Aunque conservan una posici¨®n abierta sobre el coqueteo. "Todos disfrutamos del coqueteo; aunque sepamos que lo que nos est¨¢n contando sea mentira, nos gusta que nos digan ciertas cosas. Somos un poco idiotas en ese sentido y nos dejamos llevar", dice Moreno.

Su Zerlina, pese a todo, no quiere ser esa pobre inocente y anecd¨®tica que cae ante las garras del s¨¢tiro cuando ¨¦ste la quiere llevar al huerto al son de L¨¤ ci darem la mano. "Es la m¨¢s moderna de todas las que aparecen en la ¨®pera", asegura la int¨¦rprete. Y ambas comparan a sus dos damas. "En Do?a Anna pesa mucho la educaci¨®n y se arrepiente ante Don Ottavio cuando tiene esa debilidad; en cambio, Zerlina tira para adelante. Sabe lo que ha hecho y le encanta", asegura Bayo.

Para las dos, este Don Giovanni es una de las oportunidades m¨¢s claras de demostrar el punto de madurez de la ¨®pera en Espa?a, con buenos cantantes, que nunca han faltado, y ahora tambi¨¦n una buena cosecha de directores a la altura. No tan lejos les resultan sus primeros pasos en el teatro de la Zarzuela, donde tambi¨¦n Carlos ?lvarez comenz¨® a despuntar. De aquella cantera, cuando all¨ª picaba piedra con arte Emilio Sagi, salen estas joyas, que casi, en gran parte, de su mano han llegado hasta aqu¨ª porque ¨¦l program¨®, cuando entr¨® como director art¨ªstico al Teatro Real -cargo en el que ha permanecido hasta esta temporada-, este t¨ªtulo con un sabor e intenci¨®n muy hisp¨¢nica.

Bayo tiene una carrera internacional de alto nivel y ha sido gran testigo de la evoluci¨®n cualitativa de la ¨®pera en Espa?a. "Se ha hecho bien porque se ha empezado con los cimientos. Con teatros, con orquestas as¨ª, lo l¨®gico es que hayamos alcanzado este nivel", dice la cantante navarra. Mar¨ªa Jos¨¦ Moreno tampoco quiere olvidar los teatros perif¨¦ricos adem¨¢s de los dos grandes centros oper¨ªsticos del Real y el Liceo; a las temporadas de Bilbao, Oviedo y Sevilla, estables desde hace a?os, pero tambi¨¦n a esas m¨¢s modestas pero dign¨ªsimas de A Coru?a (con su Festival Mozart), Santander, M¨¢laga y otras que van creando p¨²blico y demanda.

Jos¨¦ Bros no empez¨® en la Zarzuela, pero tambi¨¦n pertenece a la generaci¨®n de los anteriores y se ha convertido en un tenor l¨ªrico con mucho arte y predicamento, sobre todo en Madrid, donde se le tiene m¨¢s que aprecio. A ¨¦l le toca meterse en la piel de Don Ottavio, el papel con el que debut¨®, por primera vez en su carrera, en Sabadell. En esa Espa?a de polvo, sangre y trauma que era la de los a?os cuarenta, a Don Ottavio -un personaje con el que se ceb¨® S?ren Kierkegaard en la visi¨®n que ofrece sobre la ¨®pera en sus Estudios est¨¦ticos- lo ha reencarnado Pasqual en su nueva versi¨®n como un militar de honor ultrajado. "Me parece un planteamiento coherente y va estupendamente con el car¨¢cter del personaje", asegura Bros, que el pasado a?o hizo el Alfredo de La Traviata en el mismo escenario. Adem¨¢s, el director siempre parece abierto a las propuestas inteligentes: "No se cierra nunca a nada, es como una esponja que de vez en cuando estruja y nos salpica para que convirtamos el espect¨¢culo en magia", afirma Bros.

Todos los int¨¦rpretes de este Don Giovanni son veteranos, cada uno de ellos ha actuado como m¨ªnimo en cuatro ocasiones en el Real, mientras que Pascual y V¨ªctor Pablo son los debutantes. Para Carlos ?lvarez, "hay un mayor aliciente, conversaremos m¨¢s en el proceso de creaci¨®n, utilizaremos toda nuestra experiencia", dice el bar¨ªtono.

Quien tampoco es nuevo entre las paredes del Real es Mozart, genio con barra libre en ese teatro, y este a?o pr¨®ximo en todo el mundo cuando va a celebrarse el 250? aniversario de su nacimiento (Salzburgo, 1756-1791). Y una de las ¨®peras que m¨¢s ayudan a comprender su complej¨ªsimo y rico misterio es Don Giovanni, precisamente, la obra en la que seg¨²n R¨¦my Stricker, autor de Realidad y ficci¨®n en las ¨®peras de Mozart, el m¨²sico se muestra m¨¢s abierto. "La ¨²nica partitura que en rigor puede tomarse como una reflexi¨®n sobre s¨ª mismo", escribe Stricker.

Precisamente en el desaf¨ªo y en el riesgo, Mozart encuentra una explicaci¨®n en Don Juan. Pero tambi¨¦n hay personajes, espectros que explican las sombras que le acechaban, como el Comendador, una figura a la que agranda m¨¢s que Tirso de Molina y que Moli¨¨re. "No creo que Mozart escribiera esta ¨®pera para hablar de los malos que van al infierno. ?ste es un drama sobre el eros con muchas connotaciones morales y pol¨ªticas", asegura Pascual. "Mozart hace psicolog¨ªa sobre todo el entorno y las acciones que influyen en los dem¨¢s", cuenta el director de escena.

Pero si a Mozart hay que dejarle la mayor¨ªa de las sombras que encapotan Don Giovanni, a Da Ponte hay que colocarle la etiqueta del vividor, porque no en vano hizo la competencia a su amigo Casanova bien a menudo. Lo explica ¨¦l mismo cuando confiesa en sus memorias -fundamentales para conocer a este exprimidor del jugo de la vida, que naci¨® en Ceneda, Venecia, en 1749, y muri¨® en Nueva York a los 89 a?os- c¨®mo se inspir¨® para escribir la ¨®pera en la que trabajaba al tiempo con otros dos encargos para Salieri y Martini por indicaci¨®n directa del emperador Jos¨¦ II. Despu¨¦s de que ¨¦ste le hiciera la propuesta, Da Ponte cuenta: "Volv¨ªa a casa y empec¨¦ a trabajar. Me sent¨¦ en la mesa y no la abandon¨¦ hasta doce horas despu¨¦s con una botella de Tokay a mi derecha, un tomo sobre Sevilla a mi izquierda, y en el centro un recipiente de tinta. Una muchacha preciosa de 16 a?os -que hubiese preferido que fuera mi hija, pero?- viv¨ªa en el edificio con su madre. Acud¨ªa a mi habitaci¨®n cuando yo tocaba la campanilla, y, para ser sinceros, era algo que ocurr¨ªa con frecuencia, especialmente cuando sent¨ªa que mi inspiraci¨®n se desvanec¨ªa. (?) Al principio permit¨ª que sus visitas se dieran a menudo, despu¨¦s tuve que restringirlas un poco para no perder mucho tiempo en tonter¨ªas amorosas, algo que ella dominaba a la perfecci¨®n?".

De una situaci¨®n parecida, Nabokov pari¨® 200 a?os despu¨¦s su Lolita, en la que se puede ver, por ejemplo, el ocaso, la muerte o el patetismo de Don Juan. Pero eso es otra historia.

La ¨®pera 'Don Giovanni' se estrena en el Teatro Real el pr¨®ximo viernes,30 de septiembre.