Religi¨®n y educaci¨®n secundaria. Ayer y hoy
AULA LIBRE
PATRICIO DE BLAS ZABALETALa regulaci¨®n de la ense?anza de religi¨®n confesional en la escuela concita, hoy como ayer, agrias pol¨¦micas. En la actualidad, algunos sectores interesados transmiten la sensaci¨®n de que este Gobierno, presa de un "laicismo radical", ha decidido "suprimir la religi¨®n de la escuela p¨²blica". Sin embargo, al analizar las medidas concretas que se anuncian, resulta que lo que el Gobierno pretende, en cumplimiento de los Acuerdos con la Santa Sede, es mantener la presencia de la religi¨®n confesional en todos los cursos de los diferentes niveles del sistema, con los contenidos que decidan la Conferencia Episcopal Espa?ola y los ¨®rganos equivalentes de las dem¨¢s confesiones, y nombrar como profesores a las personas que las autoridades religiosas tengan a bien proponer con el ¨²nico requisito de que posean la titulaci¨®n acad¨¦mica adecuada. Parece, eso s¨ª, que se limitar¨¢ el valor acad¨¦mico de estas ense?anzas y, aunque no ha habido un pronunciamiento definitivo sobre la materia, que los alumnos que no deseen recibirlas no se ver¨¢n obligados a cursar unas ense?anzas alternativas. En estas condiciones, ?puede hablarse de un atentado contra la ense?anza de la religi¨®n? ?Nos encontramos ante una pol¨ªtica educativa radical?
Nunca se impuso carga lectiva disuasoria a los que no eleg¨ªan la asignatura confesional hasta un Gobierno de UCD
Una mirada al pasado, precisamente a la manera en que la religi¨®n ha estado presente en los institutos de bachillerato durante sus m¨¢s de 150 a?os de existencia, puede ayudarnos a situar estas preguntas en un contexto temporal m¨¢s amplio, a desdramatizar el problema y a valorar de forma m¨¢s equilibrada la pol¨ªtica del Gobierno en la materia. Sin duda, desde la perspectiva del nacionalcatolicismo, cuando la "doctrina de la Santa Iglesia Cat¨®lica, Apost¨®lica y Romana, ¨²nica verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional" inspiraba toda la legislaci¨®n, cuando la religi¨®n era materia obligatoria en todos los cursos, para todos los alumnos (s¨®lo desde la LGE de 1970 pod¨ªa dispensarse su ense?anza a quienes declararan no profesar la religi¨®n cat¨®lica) y cuando se encomendaba a los obispos velar por que el contenido de la ense?anza no contraviniera la doctrina cat¨®lica, estas medidas ser¨¢n interpretadas como un ataque a la religi¨®n. Lo mismo habr¨ªa opinado el marqu¨¦s de Orovio, pionero, en 1866, como ministro de Fomento, de medidas similares en el bachillerato de la ¨¦poca. Probablemente tambi¨¦n los responsables de las pol¨ªticas de transici¨®n despu¨¦s de 1978, que implantaron la ?tica como alternativa, acad¨¦mica y moral, a la ense?anza confesional de la religi¨®n, y los promotores de la Ley de Calidad (2002), que propon¨ªa el estudio del Hecho Religioso con car¨¢cter obligatorio para los que no cursaran religi¨®n, juzgar¨¢n el recorte del valor acad¨¦mico, y la no imposici¨®n de una alternativa obligatoria, como un despojo de los derechos de la religi¨®n confesional.
Otros muchos espa?oles, en cambio, se muestran inclinados a creer que los m¨¢s de 40 a?os de confesionalismo, o sus ep¨ªgonos, no constituyen, precisamente, el modelo que debamos seguir en la actualidad. Ha habido, en el bachillerato, otras f¨®rmulas m¨¢s respetuosas con la libertad religiosa y de conciencia que reconoce la Constituci¨®n. Durante muchos a?os, la religi¨®n no figur¨® entre las materias del plan de estudios. As¨ª ocurri¨® durante la II Rep¨²blica -¨¦sta s¨ª inspirada por un laicismo radical-, cuando la ense?anza religiosa y sus s¨ªmbolos salieron de la Escuela, cuando se prohibi¨® a las ¨®rdenes religiosas dedicarse a la ense?anza y se dio un plazo de dos a?os para la extinci¨®n del presupuesto del clero. Se conoce, seguramente menos, que algo de esto ocurri¨® durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874), cuando en las filas liberales se impuso un laicismo que crec¨ªa con fuerza en oposici¨®n al integrismo cat¨®lico de la ¨¦poca (Syllabus). Pero se ignora, generalmente, que la religi¨®n sigui¨® fuera del bachillerato muchos a?os m¨¢s. La Restauraci¨®n borb¨®nica y la Constituci¨®n (confesional) de 1874 no implicaron autom¨¢ticamente el retorno de la religi¨®n a los institutos de bachillerato. S¨®lo en 1895, el ministro liberal J. L¨®pez Puigcerver, en medio de una formidable pol¨¦mica, la volvi¨® a instaurar. Durante casi otros 40 a?os, por lo tanto, el bachillerato espa?ol no incluy¨® la religi¨®n entre sus materias. A quienes sientan nostalgia por estas pol¨ªticas, la del Gobierno actual les merecer¨¢ una valoraci¨®n bien diferente.
Ha habido, tambi¨¦n, situaciones intermedias, intentos de compromiso basados, normalmente, en la limitaci¨®n del n¨²mero de a?os en que se impart¨ªa la religi¨®n (de uno a tres cursos en toda la secundaria, seg¨²n los planes) y en la consideraci¨®n de sus contenidos como un tipo de ense?anza distinto de los dem¨¢s componentes de los planes de estudios ("Hasta la misma denominaci¨®n de asignatura es impropia e irreverente, trat¨¢ndose de tan elevado principio de educaci¨®n, que no de ense?anza", se?alaba el conde de Romanotes en el pre¨¢mbulo al decreto de reforma que promulg¨® en 1901). Con frecuencia este car¨¢cter singular se ha plasmado, tambi¨¦n, en la consideraci¨®n diferente de las calificaciones en religi¨®n (no contaba para el t¨ªtulo). La limitaci¨®n del valor acad¨¦mico no es, por tanto, un invento de la LOGSE (1990). ?sta fue la situaci¨®n normal entre 1858 y 1861 y entre 1900 y 1930, incluso en el Plan Callejo (1926), durante la dictadura de Primo de Rivera. Y, desde luego, nunca se impuso una carga lectiva disuasoria a los alumnos que no eleg¨ªan la asignatura hasta que un Gobierno de UCD, con Otero Nov¨¢s como ministro de Educaci¨®n, instaur¨® en 1980 la ?tica como alternativa a la Religi¨®n. Desde aquel momento la voluntariedad de la clase de Religi¨®n se convirti¨® en opci¨®n entre una u otra ense?anza. Se desvirtuaba con ello el car¨¢cter voluntario de la religi¨®n confesional y se creaba, de paso, un problema peculiar al sistema educativo, el de articular una asignatura "de relleno" en todos los cursos de la secundaria destinada a ocupar el tiempo de los que no quisieran religi¨®n confesional.
En la actual coyuntura de reforma educativa, al menos hasta el presente, hemos sido incapaces de llegar a un m¨ªnimo acuerdo en esta cuesti¨®n. Resulta parad¨®jico que, precisamente ahora, cuando tenemos un Estado aconfesional y una Constituci¨®n consensuada entre la mayor¨ªa de partidos y cuando m¨¢s necesario ser¨ªa, por la afluencia masiva de alumnos de otras religiones, resulte imposible llegar a un compromiso entre los distintos sectores confesionales y laicos en torno a la ense?anza de la religi¨®n. En este punto, resulta esclarecedor comparar las posturas actuales de los agentes implicados -partidos, Gobierno, instituciones, movimientos sociales- con las pol¨ªticas aplicadas en el pasado por las instituciones, grupos pol¨ªticos y sociales hom¨®logos o equivalentes. Ese sencillo ejercicio nos revela notables diferencias en la disposici¨®n a la renuncia y en las lecciones aprendidas por las partes. Y nos invita, tambi¨¦n, a preguntarnos si no ha llegado ya el tiempo de abandonar posiciones numantinas, que se yerguen como un obst¨¢culo insalvable a la concordia y al sosiego en un tema siempre susceptible de desatar los demonios interiores.
Patricio de Blas Zabaleta es catedr¨¢tico de Historia del instituto de secundaria Calder¨®n de la Barca (Madrid) y vicepresidente del Consejo Escolar del Estado.
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