CiU afloja en los derechos hist¨®ricos

Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) renunci¨® de hecho en el pleno de ayer al blindaje de hasta ocho competencias de la Generalitat mediante la apelaci¨®n a los derechos hist¨®ricos forales, una f¨®rmula que el Consejo Consultivo consider¨® inconstitucional. Aunque CiU vot¨® en contra de la enmienda conjunta del tripartito que seg¨²n los nacionalistas "devaluaba" la apelaci¨®n a estos derechos, la federaci¨®n nacionalista acab¨® apoyando con el tripartito el conjunto del t¨ªtulo preliminar, donde se incluye el pol¨¦mico art¨ªculo.

La transacci¨®n aprobada y que acabar¨¢ por configurar el art¨ªculo 5 del nuevo Estatuto -si ¨¦ste se aprueba ma?ana- renuncia a vincular derechos hist¨®ricos con competencias, tal como aconsej¨® el Consultivo. As¨ª, el nuevo redactado s¨®lo invoca esta f¨®rmula para reconocer la "singular posici¨®n" de la Generalitat en materia de derecho civil, lengua, educaci¨®n, cultura y sistema institucional.

Adem¨¢s, figurar¨¢ una disposici¨®n adicional calcada a la del Estatuto de Arag¨®n: "La aceptaci¨®n del r¨¦gimen de autonom¨ªa que se establece en este Estatuto no implica la renuncia del pueblo catal¨¢n a los derechos que, como tal, le puedan corresponder en virtud de su historia, que podr¨¢n ser actualizados de acuerdo con lo que establece la disposici¨®n adicional primera de la Constituci¨®n".

Pero el cara a cara del debate fue feroz. Sobre todo cuando los nacionalistas intentaron por todos los medios poner en un brete a Esquerra Republicana que ayer, a diferencia de la votaci¨®n en comisi¨®n del pasado 29 de julio, cerr¨® filas con el tripartito y no se aline¨® con los nacionalistas. Para CiU, el nuevo redactado que pactaron las formaciones de izquierda es poco menos que una traici¨®n de Esquerra al electorado nacionalista e independentista.

Financiaci¨®n y seguridad

Los convergentes, a pesar de apoyar el conjunto de este t¨ªtulo, no se cansaron de reiterar su "insuficiencia". Para el portavoz de CiU, Felip Puig, "la opci¨®n escogida es la peor entre las peores". Puig record¨® que el proyecto aprobado en comisi¨®n extend¨ªa el "blindaje" de los derechos hist¨®ricos a seguridad p¨²blica y financiaci¨®n, dos puntos especialmente sensibles para CiU.

Donde s¨ª hubo acuerdo entre nacionalistas y el tripartito fue en validar la definici¨®n de Catalu?a como "naci¨®n" comprendida en el primer art¨ªculo del nuevo Estatuto. 120 de los 135 diputados dieron as¨ª por buena una definici¨®n que levanta no pocas ampollas tanto en el PP como en algunos sectores del PSOE. No as¨ª en los socialistas catalanes, cuya direcci¨®n se ha mostrado firme en defender una definici¨®n que sus socios del tripartito y CiU consideran vital para dar contenido al Estatuto. El PP, que se qued¨® s¨®lo en esa votaci¨®n, dej¨® claros sus principios en palabras de su portavoz, Francesc Vendrell. "Naci¨®n soberana s¨®lo hay una", afirm¨® en referencia a Espa?a.

El voto negativo del PP no se limit¨® a este punto sino que se extendi¨® a los 14 art¨ªculos de que consta el t¨ªtulo preliminar que, finalmente, fue aprobado en su conjunto con los votos del tripartito y CiU. Convergentes y republicanos se felicitaron por este acuerdo que, de aprobarse el Estatuto, har¨¢ pasar a la historia el calificativo de "nacionalidad" recogido en el Estatuto de 1979.

Este cambio despert¨® la ira en la bancada del PP. Vendrell se lament¨® de que se quiera "jugar con los sentimientos de pertenencia a una u otra naci¨®n de los catalanes". El consejero Joaquim Nadal replic¨® que con estos argumentos el PP entraba "en un terreno muy resbaladizo".

Desde Esquerra, Joan Ridao, aprovech¨® para lanzar un gui?o a su electorado. Ridao valor¨® el "avance" que supone el reconocimiento de Catalu?a como "naci¨®n" pero avis¨®: "El d¨ªa que mi partido tenga la mayor¨ªa social necesaria, nadie debe dudar de que Catalu?a dar¨¢ un paso m¨¢s que nadie podr¨¢ parar".

Otro ¨¢mbito tradicionalmente inc¨®modo para los socialistas, el de los derechos ling¨¹¨ªsticos, se sald¨® con un importante consenso entre el tripartito y CiU para garantizar la igualdad del catal¨¢n y el castellano en Catalu?a. Ello implica una novedad que tampoco gust¨® al PP: la obligatoriedad de conocer el catal¨¢n.