Un pacto obligado
JOSEP TORRENT
Da no s¨¦ qu¨¦ ver al consejero Blasco exigiendo a la oposici¨®n y al mundo mundial un acuerdo en torno al urbanismo, como si ¨¦l fuera el arc¨¢ngel San Rafael venido del m¨¢s all¨¢ para guiar a los mortales por la recta senda de la ordenaci¨®n del territorio cuando, como es notorio, buena parte de este desaguisado es responsabilidad suya, aunque s¨®lo sea por los muchos trienios que lleva en el machito.
Que urge un acuerdo sobre la ordenaci¨®n del territorio es obvio, pero que la mejor manera de conseguirlo sea desde la prepotencia, el desplante y la intoxicaci¨®n medi¨¢tica a la que tan alegremente se prestan algunos es, como m¨ªnimo, dif¨ªcilmente digerible por la sociedad y no digamos ya por la oposici¨®n.
La depredaci¨®n del territorio de la Comunidad Valenciana es la consecuencia de una pol¨ªtica acentuada en estos diez ¨²ltimos a?os por la aplicaci¨®n de la LRAU, cuyo reglamento el PP nunca se tom¨® la molestia de redactar. Para qu¨¦. Las generales de la ley conven¨ªan al Consell porque generaban crecimiento econ¨®mico y puestos de trabajo a un ritmo imposible si la apuesta hubiera sido la industria tradicional valenciana. Y, sobre todo, conven¨ªan a los promotores. Ten¨ªan solares libres y desregulados para, con las connivencias municipales y auton¨®micas apropiadas, ir tirando de PAI. La Generalitat sacaba m¨²sculo y los Ayuntamientos dinero para satisfacer las exigencias de unos vecinos cada vez m¨¢s necesitados. No hay que olvidar en este listado a los cargos p¨²blicos presuntamente corruptos que, caritativamente, el ministro Sevilla reduc¨ªa a un 5% (Pasqual Maragall tambi¨¦n cre¨ªa que la comisi¨®n que recib¨ªa alg¨²n partido de las contratas p¨²blicas no pasaba del 3%)
En consecuencia, los interesados en que la LRAU siguiera como estaba no eran pocos. El ladrillo hac¨ªa crecer el PIB, nutr¨ªa las arcas municipales y, presuntamente, siempre presuntamente, proporcionaba ox¨ªgeno a algunas organizaciones pol¨ªticas situadas al borde de la asfixia. Pero en esto lleg¨® Europa y empez¨® a meter las narices en este pa¨ªs de las maravillas, ciudadanos que dijeron basta y algunos medios de comunicaci¨®n -pocos- que se escandalizaron ante la altaner¨ªa de unos promotores que hablaban de pelotazos como si fuera la cosa m¨¢s habitual del mundo (para ellos, sin duda alguna).
Y s¨®lo entonces el Consell mand¨® a Blasco, convertido en arc¨¢ngel San Rafael, a mostrar la Ley Urban¨ªstica Valenciana a los descre¨ªdos y tambi¨¦n pecadores de la oposici¨®n, les mostr¨® los poderes de los promotores (como si no los conocieran) y, para rematar, expandi¨® algunos virus. Todo con el fin de lograr que los chicos del PSOE le vieran como un arc¨¢ngel y no como el consejero que es. Pero algunos se resisten a ver diamantes donde s¨®lo hay hielo. Son unos descre¨ªdos. Pero saben que tienen que pactar. Falta por acordar el c¨®mo.
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