Una lectura del fascismo
En su elogio del libro de Paxton, Ian Kershaw subraya acertadamente el m¨¦rito principal del mismo: no es una obra m¨¢s que gire en torno a los planteamientos habituales del fen¨®meno fascista, sino un estudio original y estimulante, apoyado adem¨¢s en una impresionante bibliograf¨ªa por lo que concierne a los casos alem¨¢n e italiano. Habr¨ªa que a?adir como correcci¨®n que otros fascismos menores, consumados o frustrados, no son abordados con el mismo rigor. Es lo que sucede con el fascismo espa?ol, a pesar de la b¨²squeda de un apoyo eficaz en Paul Preston y en Juan Linz. De esa debilidad se resiente tanto el tratamiento espec¨ªfico de cada uno de los mismos como el valor de la reflexi¨®n de conjunto.
ANATOM?A DEL FASCISMO
Robert O. Paxton
Traducci¨®n de J. M. ?lvarez Fl¨®rez
Pen¨ªnsula. Barcelona, 2005
366 p¨¢ginas. 22 euros
Paxton opta por eludir de entrada el examen de la conceptualizaci¨®n del fascismo. Prefiere dejar el tema para el final, una vez que ha estudiado sucesivamente los procesos de creaci¨®n de los movimientos fascistas, su penetraci¨®n en dos sociedades y reg¨ªmenes pol¨ªticos en crisis (Italia y Alemania en los a?os veinte y treinta), la toma del poder por parte de Mussolini y de Hitler, la forma de ejercicio del mismo y la din¨¢mica posterior hasta el punto de llegada abrupto de la guerra mundial. Es un relato plagado de apreciaciones valiosas y cl¨¢usulas de cautela contra las interpretaciones esquem¨¢ticas. Tal vez sea ¨¦ste el principal valor de esta Anatom¨ªa del fascismo y lo que la convierte en una lectura inexcusable para los interesados en el tema. Una y otra vez, Paxton insiste corrigiendo la visi¨®n mec¨¢nica de los fascismos como reg¨ªmenes totalitarios en los que las decisiones de un par de l¨ªderes carism¨¢ticos determinan con exactitud milim¨¦trica el funcionamiento del sistema de poder y el comportamiento de los agentes sociales. La cascada de advertencias es en muchas ocasiones pertinente, al subrayar que es justo la capacidad de los caudillos fascistas para imponer sus decisiones y sus objetivos a agregados complejos de poder pol¨ªtico, social y econ¨®mico, lo que favorece el ¨¦xito de su empresa.
Ahora bien, la ponderaci¨®n
ha de ser en este punto compa?era inseparable de la advertencia, y prescindir de la esencia totalitaria de tales reg¨ªmenes, como del sovi¨¦tico (Paxton sigue fij¨¢ndose en Stalin y olvidando a Lenin), o relativizarla, acaba siendo un obst¨¢culo para la explicaci¨®n. Los actos de violencia de los subordinados de Hitler, el antisemitismo extendido en la sociedad alemana y el fracaso de los intentos de exclusi¨®n han de ser tenidos en cuenta a la hora de entender la g¨¦nesis del Holocausto, lo mismo que antes otros factores ocasionales como el incendio del Reichstag propician la eliminaci¨®n del Estado de derecho, por mucho que su dimensi¨®n normativa no fuera borrada del todo. Sin embargo, hay suficientes elementos previamente comprobables en el proyecto de Hitler, empezando por Mi lucha, como para creer que el incendio del Reichstag o la noche de los cristales precipitaron una deriva de exterminio que ya se encontraba previamente dise?ada. No es s¨®lo la adopci¨®n del ritual lo que hace de los fascismos -y del comunismo sovi¨¦tico- ensayos de religiones pol¨ªticas. Cuenta sobre todo la fijaci¨®n como objetivo central de la forja de un hombre nuevo, de acuerdo con las respectivas ideolog¨ªas, y de esa dimensi¨®n teleol¨®gica, causa y no efecto, derivan aspectos b¨¢sicos del proceso de construcci¨®n de los reg¨ªmenes fascistas, que por lo dem¨¢s Paxton describe admirablemente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.