Evocaci¨®n de lo sublime
Adam Zagajewski es la clase de autor a trav¨¦s de cuya obra podemos sondear su biograf¨ªa y a la par sentir que ambas convergen en una penetrante combinatoria atemporal. Nacido a mediados de los a?os cuarenta en Lviv -por tratarse de una ciudad ucraniana y ser fiel a la realidad traicionar¨¦ la versi¨®n rusa Lvov elegida por los traductores-, este enclave legendario del que el autor sali¨® con sus padres a los pocos meses de haber nacido y no regres¨® hasta su madurez, representa una perspectiva axial para analizar la ausencia de lugar y el foco tem¨¢tico de los dos libros aqu¨ª examinados. En su ensayo ?Deben visitarse los lugares santos?, describe a Lviv de la siguiente manera: "Era para m¨ª el punto m¨¢s extra?o del mundo, mi ciudad que no era m¨ªa y de la que sab¨ªa poco, una ciudad ajena de la que sab¨ªa un mont¨®n y que con todo era un poco m¨ªa, para convertirse en una herida abierta en el verde mapa de Europa". Resulta entonces comprensible el desconocimiento cultural de una ciudad en la que nunca vivi¨®, si bien se entiende menos su empe?o por polonizar la antigua capital de la Galitzia, entusiasmo que intenta pulir en su poema Viajar a Lviv, recalcando que "siempre hubo demasiado Lviv", s¨ªmbolo de la inocencia perdida, una ciudad-cu?a desde donde se plantea el desgarro personal y la anexi¨®n a una memoria descabalgada.
El autor se siente como el
hombre actual que est¨¢ a medio camino de todo, que peregrina en situaci¨®n de perpetuo metax¨² plat¨®nico; el escritor contempor¨¢neo que reclama elevarse de entre la ineludible mediocridad en busca de un instante sublime, enfrentado al dilema de un mundo donde predomina el estilo coloquial, sarc¨¢stico, minimalista, donde lo sublime es "una experiencia del misterio del mundo, un escalofr¨ªo metaf¨ªsico, una gran sorpresa, un descubrimiento y una sensaci¨®n de estar cerca de lo inefable". Seg¨²n Zagajewski, el peligro de nuestro momento hist¨®rico es "petrificarse en la iron¨ªa y en la cotidianeidad vivida de forma vulgar", por eso propugna el fervor en contraposici¨®n a la iron¨ªa, que es "una variante perversa de la seguridad", resaltando que el enjuiciamiento de la realidad social est¨¢ re?ido con el esp¨ªritu po¨¦tico, debilitado por el fatalismo y el enquistamiento de una antipoes¨ªa que obtiene su inspiraci¨®n en las letrinas, fruto del "parloteo de unos menesterales muy contentos de s¨ª mismos", autores de "una poes¨ªa pusil¨¢nime... que escucha servilmente lo que le sopla el esp¨ªritu de la ¨¦poca".
Bajo esta tesitura contin¨²a En defensa del fervor, ya fuera mediante una evocaci¨®n cr¨ªtica del escepticismo nietzscheano, que seg¨²n el autor aport¨® al mundo m¨¢s laceraci¨®n que venerabilidad y nobleza, o saltando a un agudo comentario sobre la publicaci¨®n p¨®stuma de Cuadernos, los diarios secretos de Emil Cioran, estableciendo un an¨¢lisis comparativo con Perro callejero, memorias de Czeslaw Milosz, donde saca a relucir la controversia entre duda y poes¨ªa.
En la l¨ªnea de evaluar la trayectoria de los literatos que m¨¢s influyeron en su formaci¨®n, dedica tambi¨¦n un cap¨ªtulo al pintor y ensayista J¨®zef Czapski, autor de En tierra inhumana, testimonio sobre los fusilamientos de oficiales polacos por las tropas sovi¨¦ticas en Katyn, o al difunto poeta Zbigniew Herbert, tambi¨¦n nacido en Lviv, cuya obra est¨¢ "saturada de amor a la tradici¨®n polaca y europea, de amor y de conocimiento".
Zagajewski es un poeta que ha evolucionado de la poes¨ªa pol¨ªticamente combativa de Carnicer¨ªas (1975) a una de mayor esencia contemplativa y universal recogida en Sed (1999), periodo del cual ahora reniega en favor de un discurso l¨ªrico m¨¢s abstracto, ya que "la poes¨ªa est¨¢ en otra parte, m¨¢s all¨¢ de las inmediatas luchas partidistas".
Este amago de contradictoriedad no le impide rescatar la bipolaridad del decir po¨¦tico, de ah¨ª que su poes¨ªa sea principalmente descriptiva, terrestre, de claras referencias al componente de inmediatez, con alusiones a la realidad circundante con las que traza una cartograf¨ªa del logos po¨¦tico y de la convulsi¨®n urbana que canta el pesar del errabundo. Poes¨ªa que conversa con el lector, a quien hace part¨ªcipe de los claroscuros de un mundo en repetici¨®n tamizando los vestigios en presencias, para quiz¨¢s evitar vivir "sin llama, sin noches de insomnio, sin ardor, / sin l¨¢grimas, sin grandes pasiones, sin convencimiento".
En defensa del fervor. Adam Zagajewski. Traducci¨®n de J. Slawomirski y A. Rubi¨®. Acantilado. Barcelona, 2005. 215 p¨¢ginas. 15 euros. Poemas escogidos. Adam Zagajewski. Selecci¨®n y pr¨®logo de Mart¨ªn L¨®pez-Vega. Traducci¨®n de Elzbieta Bortkiewicz. Pre-Textos. Valencia, 2005. 149 p¨¢ginas. 15 euros.
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