Doha: del desencuentro al compromiso
La pasada semana, la Uni¨®n Europea, los Estados Unidos, Brasil y la India se reunieron en Par¨ªs para impulsar las l¨¢nguidas negociaciones de la Ronda de Doha. Estas cuatro grandes potencias comerciales no pueden, ni quieren, completar la Ronda por su cuenta, pero lo que s¨ª hicimos fue dar un nuevo ¨ªmpetu, enviar una importante se?al pol¨ªtica a los negociadores de la OMC en Ginebra y seguir acortando distancias entre nosotros en temas clave.
A diez semanas de la Reuni¨®n Ministerial de la OMC, en Hong Kong, no hay reto m¨¢s apremiante para la pol¨ªtica comercial de la UE que lograr que la Ronda de Doha concluya con ¨¦xito. La raz¨®n por la que necesitamos la Ronda de Doha y una OMC pujante es muy sencilla: el sistema multilateral multiplica los beneficios de la liberalizaci¨®n. Un acuerdo multilateral de la OMC puede rebajar simult¨¢neamente aranceles y subsidios y crear nuevos accesos a los mercados para todo el sistema de comercio mundial.
El ¨¦xito de la Ronda de Doha puede significar un importante paso hacia la consecuci¨®n del objetivo de la progresiva liberalizaci¨®n. El Banco Mundial considera que un resultado realista de Doha podr¨ªa incrementar los ingresos mundiales en unos 100.000 millones de d¨®lares al a?o, lo que supondr¨ªa una inyecci¨®n muy necesaria de confianza y prosperidad para el conjunto de la econom¨ªa mundial. Tambi¨¦n puede desbloquear la pr¨®xima campa?a internacional de reducci¨®n de la pobreza en el mundo, al fomentar un desarrollo econ¨®mico "ascendente", desde la base, que propulse los pa¨ªses en desarrollo hacia la econom¨ªa mundial.
Pero adem¨¢s, tiene que haber beneficios en t¨¦rminos de bienestar para todos. Gracias a nuestra actual capacidad comercial, el mundo desarrollado obtendr¨ªa en t¨¦rminos absolutos los mayores beneficios del ¨¦xito de la Ronda de Doha. Aun as¨ª, los mayores beneficios en t¨¦rminos relativos ir¨ªan a parar a los pa¨ªses en desarrollo, no s¨®lo por los nuevos accesos a nuestros mercados, sino por el desmantelamiento de las barreras arancelarias entre los propios pa¨ªses en desarrollo.
Los pa¨ªses m¨¢s pobres s¨®lo obtendr¨¢n beneficios de la Ronda de Doha, y s¨®lo la apoyar¨¢n, si ¨¦sta reconoce sus necesidades, reflejando el hecho de que la liberalizaci¨®n puede afectar a sus accesos preferenciales actuales, garantizando una aproximaci¨®n flexible a sus esfuerzos de liberalizaci¨®n que tenga en cuenta sus puntos fuertes y sus carencias, as¨ª como reforzando sus infraestructuras y su capacidad comercial a trav¨¦s de asistencia t¨¦cnica en este campo.
Por todo ello, las semanas que faltan para la Reuni¨®n Ministerial de la OMC en diciembre en Hong Kong son fundamentales. En Hong Kong tendremos que acordar un marco que permita lograr un acuerdo definitivo. Es ¨¦ste un paso fundamental del que depende que las negociaciones concluyan en 2006, antes de que en 2007 finalice el mandato de negociaci¨®n comercial del presidente Bush.
La dimensi¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica de la liberalizaci¨®n comercial es evidentemente muy compleja y los mecanismos de negociaci¨®n parecen a veces incomprensibles. Buscamos compromisos y elaboramos acuerdos en un ambiente pol¨ªtico de alta tensi¨®n. La OMC tiene 148 miembros, cada uno de ellos con sus exigencias y prioridades y cada uno de ellos con derecho de veto en este proceso, con lo cual esta pol¨ªtica de riesgo puede dar lugar a que el fracaso de Canc¨²n se repita.
Debemos superar urgentemente el temor a tomar la iniciativa, raz¨®n por la cual la UE mantiene su intenci¨®n de participar en esta profunda transformaci¨®n. Pero la UE no puede ser el ¨²nico banquero de la Ronda y es evidente que merecemos una mayor consideraci¨®n que la recibida por las concesiones agr¨ªcolas que ya estamos dispuestos a realizar y por los inigualables niveles de acceso a los mercados que ya ofrecemos a los pa¨ªses en desarrollo. Hemos aceptado la reforma de nuestro sector agr¨ªcola como condici¨®n previa para una negociaci¨®n fruct¨ªfera, de la misma manera que los Estados Unidos tendr¨¢n que replantear durante estas negociaciones el futuro de sus propios programas de ayuda a la agricultura. Pero estos compromisos agr¨ªcolas de los pa¨ªses industrializados deber¨¢n, a su vez, incentivar nuevas ofertas de apertura de mercados en materia de aranceles sobre productos industriales y servicios, en particular, por parte de los pa¨ªses de renta media o de econom¨ªas emergentes. Un acuerdo ambicioso del "norte" respecto al sector agr¨ªcola debe abrir la v¨ªa a un acceso significativo a los mercados de los otros pa¨ªses.
Para que estos acuerdos puedan alcanzarse en los pr¨®ximos meses en un contexto multilateral y posteriormente puedan ser trasladados a un marco de negociaci¨®n, es preciso replantearse la manera en que hasta ahora hemos conducido las conversaciones.
Todas las partes, con excepci¨®n de las m¨¢s vulnerables, deben definir y poner sobre la mesa de negociaci¨®n compromisos que puedan animar a otros a ofrecer contrapartidas y contribuir as¨ª al ¨¦xito global de la Ronda. Si esperamos a Hong Kong, ser¨¢ ya demasiado tarde.
Todos tenemos que participar en esta ardua tarea y para ello necesitamos un compromiso pol¨ªtico al m¨¢s alto nivel, raz¨®n por la cual fue importante escuchar al presidente Bush y al presidente del Consejo Europeo, Tony Blair, afirmar su compromiso personal con el ¨¦xito de la Ronda.
Los pr¨®ximos meses pondr¨¢n a prueba nuestra capacidad de negociaci¨®n colectiva y nuestra determinaci¨®n pol¨ªtica. Si queremos pasar del desencuentro al compromiso, hay que empezar a actuar ya.
Peter Mandelson es comisario europeo de Comercio.
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