Frases lapidarias
El mundo est¨¢ lleno de frases lapidarias. Las frases lapidarias son esos asertos sentenciosos dirigidos, ideol¨®gicamente hablando, a perforar el t¨ªmpano. Y digo lapidario en el m¨¢s amplio sentido, ya que, a pesar de su extracci¨®n sem¨¢ntica, las frases lapidarias raramente se encuentran encima de las tumbas. Los cementerios no son mis checkpoints favoritos, pero he visitado algunos, y las l¨¢pidas, al menos en este paisito, no ostentan frases lapidarias. Y eso que aqu¨ª todo el mundo elucubra alguna vez (generalmente bromeando) acerca de su epitafio, pero llega el momento de estirar la pata y siempre le pilla a uno sin haber realizado previsiones al respecto. Ni siquiera en estos tiempos en que se ha puesto de moda el testamento vital.
El testamento vital ser¨ªa un buen lugar para dejar escrito un epitafio, una verdadera frase lapidaria, pero creo que no est¨¢ siendo aprovechado para esos literarios menesteres. Apenas es una conquista del fundamentalismo laico, ese que se permite dictaminar, con reprobable petulancia moral, qu¨¦ muerte s¨ª que es digna y qu¨¦ muerte no lo es. Personalmente opino que la dignidad de la muerte depende de la dignidad de la vida que uno haya llevado, aunque lo que prospera ahora, err¨®neamente, es equiparar muerte digna con muerte limpia, sin cacas, en fin, una muerte como la que nos preparar¨ªa Corporaci¨®n Dermoest¨¦tica.
Lo que nos tra¨ªa a esta columna eran las frases lapidarias, y quiz¨¢s un columnista no sea el b¨ªpedo m¨¢s legitimado para criticar la facilidad con que la humanidad suele alumbrarlas, ya que su laborioso oficio obliga a anudar muchas palabras, con el riesgo evidente de que entre ellas renazcan las frases lapidarias y con ellas una lapidaria estupidez. Recuerdo que hace algunos a?os, tras el en¨¦simo asesinato de ETA, la prensa reprodujo el en¨¦simo texto de condena del Gobierno vasco. El comunicado ten¨ªa ese tono pla?idero, blandengue y mojigato tan propio de los comunicados de condena de nuestro Gobierno, donde la violencia de ETA, m¨¢s que c¨®lera democr¨¢tica, apenas suscitaba una l¨¢nguida aflicci¨®n. "La violencia no colabora a la paz", dec¨ªa el imborrable documento en un p¨¢rrafo ominoso. Me qued¨¦ de piedra (aquel s¨ª que fue un momento lapidario) ante la est¨²pida obviedad. ?C¨®mo qu¨¦ la violencia no colabora a la paz? ?De verdad? ?Lo dice en serio?
Est¨¢ bien que los profesionales de la prosa institucional, los responsables de prensa, sean gente prudente y contenida, pero tampoco conviene pasarse por el lado contrario y envararse, reprimirse, constre?ir el esf¨ªnter del ojete hasta la inanici¨®n literaria, pol¨ªtica y moral. "La violencia no colabora a la paz". En serio, as¨ª se dijo. E incluso estoy de acuerdo, pero que despidan al escribano, por favor.
M¨¢s l¨¢pidas. Durante los agitados tiempos de la Transici¨®n el paisito era un hervidero pol¨ªtico. Los alumnos de mi jesu¨ªtico colegio, tan pac¨ªficos, tan previsibles, siempre nos mostr¨¢bamos aburguesadamente moderados, dem¨®cratas panolis, vamos, pusil¨¢nimes defensores de la cobard¨ªa de las urnas y de la consagraci¨®n legal de los derechos. Un d¨ªa agotamos la paciencia de uno de nuestros condisc¨ªpulos con mayor conciencia de clase. Ten¨ªa mucha conciencia de clase, de la suya, que quiz¨¢s era la nuestra, pero que ¨¦l cre¨ªa distinta; bueno, esos l¨ªos de entonces. Pues bien, el tipo en cuesti¨®n ve¨ªa en nuestra postura una evidente connivencia con los perros de presa de la antigua dictadura, esos que a¨²n sobreviv¨ªan en las sentinas del Estado. Jam¨¢s olvidar¨¦ su encorajinada y amenazadora sentencia: "Cuando un nido de fascistas es un nido de fascistas, no puede llamarse de otra forma que nido de fascistas". La frase podr¨ªa resultar pol¨¦mica en su aplicaci¨®n al caso concreto, pero hay que reconocer su claridad formal, su coherencia interna. Realmente era dif¨ªcil rebatirla y creo que no lo hicimos nunca.
Hace tiempo que no he visto al autor de aquella frase lapidaria, al denunciante de aquellos nidos legendarios, pero si volviera a verlo estoy seguro de que no iba a decepcionarme. El paisito suele ser tan previsible que a lo mejor ahora el tipo es de derechas.
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