Bajo la luz cosmopolita de Corf¨²
La isla griega donde naufrag¨® Ulises inspir¨® a escritores como Lawrence Durrell
Una isla plagada de literatura, eso es Corf¨², la K¨¦rkira griega, la C¨®rcira de la mitolog¨ªa cl¨¢sica. Quise llegar a ella exactamente como recomienda Lawrence Durrell en su libro The Greek Islands, en barco. Los hermanos Durrell vivieron all¨ª cinco a?os, junto con su madre, pero las experiencias vitales (y muy divertidas) las narr¨® el hermano peque?o, Gerald, en una famosa trilog¨ªa, donde sostiene que su hermano mayor, el autor de El cuarteto de Alejandr¨ªa, era un estirado y un pedante incapaz de re¨ªrse de las cosas. Tal vez por eso Lawrence se pone serio cuando sugiere que la llegada a Corf¨² se realice en uno de los transbordadores que parten del estrecho puerto italiano de Brindisi. As¨ª lo hice, en uno de los ferrys nocturnos, porque quer¨ªa ver el amanecer al llegar a la rada de la capital de Corf¨². El ruido infernal del puerto italiano no evit¨® que me abstrajera en la luz nocturna, y, al igual que Durrell, recordara que all¨ª en Brindisi muri¨® Virgilio -inolvidable la novela excepcional de Hermann Broch sobre su muerte- "en una c¨¢lida noche de septiembre, cuando regresaba precisamente de Grecia". ?Proceder¨ªa de C¨®rcira? Tal vez.
El amanecer en Corf¨² va penetrando lentamente, y el Adri¨¢tico, con sus aguas "ligeras, de azul acero" (seg¨²n las define H. Broch), ilumina una costa abrupta, llena de rocas con grutas, salpicada de altos cipreses. En la borda de estribor, no muy lejos, apenas dos kil¨®metros de canal, la l¨ªnea gris de la costa albanesa como un horizonte extra?o.
El gran viajero sefard¨ª Benjam¨ªn de Tudela estuvo en Corf¨² en 1160, en el curso de uno de sus viajes. Nacido en Tudela de Navarra en 1130 y muerto en su ciudad natal en 1173, viaj¨® y escribi¨® entre 1159 y 1172, y de resultas de sus experiencias conform¨® un libro de viajes, el Sefer Maasaot. Erudito y conocedor de lenguas, se detuvo en Corf¨² para describir las gracias y desgracias de la incipiente comunidad jud¨ªa de la isla. Los sefard¨ªes de la isla, hoy apenas existentes en n¨²mero de un par de centenares, sobrevivieron a todos los avatares de la historia de Corf¨² menos al nazismo. De los 2.000 jud¨ªos que hab¨ªa en 1940, 1.800 fueron exterminados en Auschwitz. Unos a?os antes, en 1895, en el seno de la comunidad sefard¨ª, naci¨® el gran escritor Albert Cohen, autor de Bella del Se?or y de Solal. Aunque en 1900 la familia se instal¨® en Marsella, los recuerdos de su primera infancia, unidos a los de sus 13 a?os (pues regres¨® a la isla en 1908 para su bar-mitzv¨¢, pasando los 15 d¨ªas m¨¢s importantes de su vida, como escribe en sus Carnets), fijaron mental y f¨ªsicamente el marco de casi todas sus novelas. Pero la comunidad jud¨ªa de la isla, formada por comerciantes, no se vio libre de los pogromos que asolaban a los jud¨ªos hacia el fin del siglo XIX. Cohen trae a la memoria, como los describe en su novela Comeclavos, uno importante, y por supuesto arbitrario e injusto, habido en 1891, un poco antes de nacer ¨¦l.
Curiosamente ese mismo a?o, muy ajena a la suerte, la mala suerte, que corrieran los jud¨ªos de la isla, la emperatriz Isabel de Austria, la edulcorada Sissi, acab¨® el Aquilei¨®n, su palacio veraniego situado en Gasturi, en la costa este, a 20 kil¨®metros al sur de la capital. El palacio y sus jardines casan mal con el agreste paisaje de la zona (al pedante de los Durrell le parec¨ªa monstruosa, y con raz¨®n), aunque las vistas son extraordinarias. Sissi -?c¨®mo quitarse de la cabeza a Rommy Schneider!- lo erigi¨® en homenaje a su mito cl¨¢sico favorito, Aquiles, el col¨¦rico h¨¦roe de Troya.
Y de Troya proceder¨¢ una de las grandezas inmortales de Corf¨², ya que en las siete islas J¨®nicas, de las que Corf¨² es la m¨¢s norte?a de todas, se halla la patria de Ulises, ?taca, y fue a su largo regreso de las guerras troyanas cuando arrib¨® -n¨¢ufrago desmayado y perdido- a las costas de C¨®rcira (Corf¨²), isla desconocida por Ulises, que entonces era el reino de Naus¨ªcaa, hija de Alcinoo, rey de los feacios, quien lo encontr¨® en Ermones, donde jugaba a la pelota, y se enamor¨® de ¨¦l. Ermones y su entorno, en la mitad de la costa oeste, gozan de espl¨¦ndidas playas, como esa en la que apareci¨® Ulises, o como la de Myrtiotissa, celebrada por Durrell, que aventura a situar en esa zona la cueva de Pr¨®spero de La tempestad, de Shakespeare, quien escribi¨® la obra sin haber puesto los pies en la isla.
La ciudad vieja de Corf¨² capital es un lugar maravilloso para pasear y perderse por los vericuetos de la historia. Eso hizo el escritor franc¨¦s Val¨¦ry Larbaud, que llev¨® un diario de su viaje (D'Annecy ¨¤ Corfou, 1931-1932). El paseo mar¨ªtimo, las arcadas del List¨®n donde los caf¨¦s imitan a la Rue Rivoli de Par¨ªs, lugar en el que tanto Larbaud como Durrell y otros viajeros convienen en que est¨¢n los camareros, los farmac¨¦uticos y los peluqueros "m¨¢s amables del mundo", algo que hoy d¨ªa puede seguir dici¨¦ndose. En esos paseos hacia La Plateia, la vieja zona militar que se extiende entre la ciudad y la antigua ciudadela, es perceptible, como en toda la isla, la luz de Corf¨². Intensa e indescriptible, seg¨²n Hugo von Hofmannsthal. Para ¨¦l es un pa¨ªs seco y dram¨¢tico, de norte, aunque la isla tiene el verde apagado propio del paisaje griego debido a la luz met¨¢lica y velada de las J¨®nicas.
En la Explanada, donde todav¨ªa hoy hay un campo de cr¨ªquet en uso, Larbaud repara en la estatua al conde de Schulenburg, un tipo curioso en verdad, ya que era un oficial de fortuna, especie de mercenario sin escr¨²pulos, que se vio pasar a la historia como h¨¦roe al defender la ciudad asediada por los turcos en 1716. Esa estatua le fue erigida en vida por los venecianos, a cuya Rep¨²blica pertenec¨ªa Corf¨² desde finales del siglo XIV. La historia de la isla es especialmente cosmopolita, car¨¢cter que se conserva con cierta decadente altivez. Colonia griega, y luego romana, las J¨®nicas, y en concreto Corf¨², fueron napolitanas desde mediados del siglo XIII, pasando a la Rep¨²blica Seren¨ªsima en 1386. Despu¨¦s de la ca¨ªda de Venecia, en 1797, las islas quedan bajo dominio de Francia, pero enseguida se apoderan de ellas los turcos, en 1799. En 1802, por la Paz de Amiens, pasan a ser protectorado ruso, mas en 1807 vuelven a ser francesas. En 1815, con las derrotas napole¨®nicas, Corf¨² est¨¢ bajo protectorado ingl¨¦s, en una ¨¦poca de esplendor de la isla. Gran Breta?a permiti¨® la anexi¨®n a la corona hel¨¦nica de Jorge I en 1864. Volv¨ªan a ser griegas.
Santos y monstruos mitol¨®gicos
Larbaud, siguiendo los rastros literarios de la historia corfuense, visit¨® la Biblioteca de la Sociedad de Lectores, de 1836, la instituci¨®n cultural m¨¢s antigua de la Grecia moderna, y, generoso como siempre fue con las literaturas ajenas, descubri¨® a algunos escritores griegos de Corf¨², el m¨¢s famoso de los cuales es Denys Solomos, conde veneciano de familia cretense, autor del Himno a la libertad (1824), o a Lorenzo Mavilis, muerto en la batalla de Driskos, en 1913, y con estatua en La Plateia, un busto de m¨¢rmol blanco sobre un z¨®calo de granito gris.
Recorre Larbaud la calle comercial de Agios Spyridon, donde est¨¢ la iglesia del XVI en la que se conserva, dentro de un sarc¨®fago de plata, la momia huesuda del santo m¨¢s famoso de Grecia, san Espiridi¨®n, m¨¢rtir de Diocleciano y santo protector del mundo bizantino. Una iglesia de alto campanario coronado con una singular c¨²pula roja. Edward Lear, el barbado creador de los limericks y escritor errante por el Mediterr¨¢neo, estuvo varias veces en la isla entre 1856 y 1863, y escribi¨® un Epistolario de Corf¨². No dej¨® ni un d¨ªa, de cuantos estuvo all¨ª, de visitar la momia de este san Espiridi¨®n. Como tampoco dej¨® de hacerlo Larbaud, pero de la fascinante (por horripilante) Gorgona Medusa que existe en el Museo Arqueol¨®gico de Corf¨² y que es una de las figuras del horror y el miedo m¨¢s significativas del mundo hel¨¦nico. Su poderosa imagen era lo que recordaba yo cuando, en el puerto de Lefk¨ªmmi, al sur de la isla, me dispon¨ªa a tomar el ferry que me llevar¨ªa a El Pireo, en Atenas, despidi¨¦ndome de esta Corf¨², isla de la hermosa Naus¨ªcaa. Salir de all¨ª era cerrar un libro.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos.- Prefijo telef¨®nico: 00 30. - Poblaci¨®n: Corf¨² capital tiene unos 40.000 habitantes; toda la isla de Corf¨², unos 114.000.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Grecia en Espa?a (www.gnto.com; 915 48 48 90; turismodegrecia@infonegocio.com). Alberto Aguilera, 17. Madrid.- Oficina de turismo de Corf¨² (Kerkyra) (26 610 37 520; eotcorfu@otenet.gr). Cuenta con un punto de informaci¨®n tur¨ªstica en el Puerto Nuevo de Corf¨².
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