Poner fin al disparate
Me gustar¨ªa que alguien explicara alguna vez con base en cu¨¢l o en cu¨¢les de las reglas de interpretaci¨®n de las normas jur¨ªdicas com¨²nmente aceptadas en todos los pa¨ªses de nuestro ¨¢mbito hist¨®rico y cultural se puede llegar a la conclusi¨®n de que existe la deuda hist¨®rica. Creo conocer bastante bien el proceso de g¨¦nesis de nuestro Estatuto de Autonom¨ªa y creo que puedo afirmar, sin temor a ser desmentido por ninguno de los dem¨¢s ponentes, que a nadie se le pas¨® por la imaginaci¨®n al redactar la Disposici¨®n Adicional Segunda que se estaba incorporando al Estatuto lo que se ha acabado denominando como deuda hist¨®rica.
S¨¦ tambi¨¦n que, como dice el aforismo jur¨ªdico alem¨¢n, "la ley es m¨¢s lista que el legislador" y que es posible, en consecuencia, que mediante la interpretaci¨®n gramatical, teleol¨®gica o sistem¨¢tica de un determinado precepto se acaben alcanzando conclusiones que no estaban en la mente del legislador a la hora de redactarlo. Esto es algo que ocurre con suma frecuencia en el mundo del derecho. Y m¨¢s todav¨ªa cuando las normas jur¨ªdicas que tienen que ser interpretadas son normas "principales", es decir, normas en las que se establecen los principios en los que descansa la organizaci¨®n de la comunidad pol¨ªtica o el tejido de la sociedad. De ah¨ª que la Constituci¨®n o los Estatutos de Autonom¨ªa, que son normas materialmente constitucionales, o el C¨®digo Civil, que expresa la constituci¨®n de la sociedad, est¨¦n mucho m¨¢s abiertas a una interpretaci¨®n creativa de lo que suelen estarlo las dem¨¢s. La Constituci¨®n de 1978 y los Estatutos de principios de los ochenta tampoco son los de hoy. Son mucho m¨¢s ricos de lo que los imaginaron el legislador o el constituyente.
?Hay alguien en su sano juicio que piense que los dem¨¢s consejeros estar¨ªan dispuestos a reconocer tal deuda?
Pero, a¨²n siendo consciente de todo ello, no acabo de entender de qu¨¦ manera se puede llegar a la conclusi¨®n de que la deuda hist¨®rica figura en el Estatuto de Autonom¨ªa para Andaluc¨ªa. Dir¨ªa que si hubiera que llegar a alguna conclusi¨®n en el d¨ªa de hoy ser¨ªa justamente a la contraria. No creo que haya ni un solo resquicio por el que la deuda hist¨®rica pueda penetrar en el Estatuto, pero, en el caso de que lo hubiera, tal reivindicaci¨®n de la deuda hist¨®rica podr¨ªa haberse hecho valer en los primeros a?os de la autonom¨ªa, es decir, en el momento de la inicial puesta en marcha de la estructura del Estado y de nuestra comunidad aut¨®noma, pero no muchos a?os despu¨¦s y continuar arrastrando dicha reivindicaci¨®n todav¨ªa hoy.
La deuda hist¨®rica es un disparate desde todos los puntos de vista. Y es un disparate que es la consecuencia del disparate may¨²sculo que fue la legislatura de la pinza, que naci¨® marcada por una campa?a electoral, desarrollada en el momento en que se acababa de producir la fuga de Luis Rold¨¢n, que acab¨® en una extrema debilidad del Gobierno socialista y en una situaci¨®n coyuntural de fortaleza del PP y de IU. Fue en esa situaci¨®n disparatada, en la que se pretendi¨® "gobernar desde el Parlamento", no se fue capaz de aprobar el Presupuesto durante dos a?os consecutivos y en la que la esterilidad pol¨ªtica fue la norma, en la que se puso en circulaci¨®n el t¨¦rmino deuda hist¨®rica. En circunstancias de normalidad pol¨ªtica jam¨¢s se habr¨ªa aceptado por un partido de gobierno responsable tama?o disparate. Y desde luego, si el Gobierno de la naci¨®n no se hubiera encontrado tambi¨¦n en unas circunstancias de suma debilidad y con una dependencia muy acusada de Andaluc¨ªa, jam¨¢s habr¨ªa aceptado entrar a discutir siquiera sobre la tal deuda hist¨®rica.
Como andaluz me da verg¨¹enza hablar de deuda hist¨®rica. No ser¨ªa capaz de mirar a nadie a la cara mientras argumento que el Estado tiene contra¨ªda una deuda con Andaluc¨ªa como consecuencia de la redacci¨®n de la Disposici¨®n Adicional Segunda del Estatuto de Autonom¨ªa. Y menos, insisto, en 2005.
Me pregunto y me gustar¨ªa que los lectores se imaginaran lo que ocurrir¨ªa si el consejero de Econom¨ªa y Hacienda de la Junta acudiera al Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera y tuviera que argumentar en esa instancia que el Estado tiene contra¨ªda una deuda hist¨®rica con Andaluc¨ªa y exigiera que dicho Consejo adoptara una decisi¨®n de reconocimiento y pago de dicha deuda. ?Hay alguien en su sano juicio que piense que los dem¨¢s consejeros de las restantes comunidades aut¨®nomas estar¨ªan dispuestos a reconocer tal deuda? Si se pidiera por el Consejo dict¨¢menes a diversos expertos acerca de si es posible llegar al reconocimiento de la deuda hist¨®rica a partir del texto de la Disposici¨®n Adicional Segunda del Estatuto, ?cree alguien que alguno de esos dict¨¢menes acabar¨ªa pronunci¨¢ndose a favor de la existencia de la tal deuda hist¨®rica?
Estamos en un momento muy delicado en lo que a la financiaci¨®n del Estado auton¨®mico se refiere. La batalla que se est¨¢ librando para impedir que la financiaci¨®n de alguna comunidad se pueda decidir de manera bilateral es de una intensidad extraordinaria, de la misma manera que tambi¨¦n est¨¢ siendo muy intensa la batalla para que no se acuda a la "historia" para incidir en la estructura del Estado. Andaluc¨ªa es posiblemente la comunidad que m¨¢s interesada est¨¢ en que esta batalla pol¨ªtica acabe como tiene que acabar, dando primac¨ªa a la legitimidad democr¨¢tica presente frente a unas reivindicaciones supuestamente hist¨®ricas de perfiles borrosos y de consistencia sumamente discutible. Andaluc¨ªa tiene m¨¢s inter¨¦s que nadie en dejar atr¨¢s cualquier argumentaci¨®n historicista y en centrarse en que se d¨¦ respuesta a todos los problemas de reforma, consolidaci¨®n y avance del Estado auton¨®mico mirando hacia delante y no hacia atr¨¢s. Es lo que se deduce de nuestra experiencia de ejercicio del derecho a la autonom¨ªa durante m¨¢s de dos d¨¦cadas. Nos hemos ido fortaleciendo y ocupando un lugar destacado en el conjunto del Estado por la forma en que hemos ejercido nuestro derecho a la autonom¨ªa y no porque hayamos reclamado reparaci¨®n de agravios pret¨¦ritos. As¨ª es como tenemos que seguir comport¨¢ndonos.
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