Andaluc¨ªa antigua y fenicia
El autor recorre la localidad almeriense de Adra en busca de la belleza intemporal de su mar y sus calles empapadas de historia
"Por las noches, en Adra, o¨ªamos el punteo de una guitarra y el lamento del cante jondo, mientras la luna ascend¨ªa sobre el horizonte marino como otra calabaza", dec¨ªa Gerald Brenan en Al sur de Granada, y yo no me lo perder¨ªa. Si me hospedara en un hotel de cuyo nombre no quiero acordarme, a las afueras de Adra por el oeste, saldr¨ªa a pasear directo hacia el mar, muy de ma?ana, como una tortuga reci¨¦n nacida. A la salida del hotel s¨®lo hay que cruzar la carretera nacional para darse de bruces con el olor a sal y el fragor cansino del vaiv¨¦n de los cantos en el rompeolas. Me quitar¨ªa los zapatos y me ir¨ªa paseando por la arena, siguiendo la orilla hacia el este, saludar¨ªa a las gaviotas aunque s¨¦ que son aves de pocas palabras y en menos de 15 minutos llegar¨ªa a las inmediaciones del puerto pesquero silbando una canci¨®n de James Blunt y dejando atr¨¢s la playa de Poniente.
Al llegar al puerto se ve la lonja a la derecha, me apresurar¨ªa porque ya son m¨¢s de las ocho de la ma?ana y la gente de la mar expone su mercanc¨ªa con orgullo; la jarana y el bullicio son m¨¢s que suficiente recompensa para el madrug¨®n. Las trai?as llegaron cargadas de jurelas, boquerones y caballas funambulistas que saltan de las cajas. Los abderitanos se saludan como si no se hubiesen visto desde ayer, los extra?os son bien acogidos (porque son pocos y valientes), y se charla, si encarta del tiempo o del partido de f¨²tbol con un ceceo que tiene mucho de aspiraci¨®n, de relajaci¨®n y de Andaluc¨ªa antigua, fenicia y de abolengo.
Despu¨¦s de la visita a la lonja el caminante ha de terminar de recorrer el puerto pesquero, peque?o y recogido, y pararse cada vez que sea posible a saludar a los mayores que arreglan las artes de pesca sentados sobre ellas y a los pescadores de ca?a fija, cubo de pl¨¢stico y banqueta de lona. Dar los buenos d¨ªas y preguntar c¨®mo se est¨¢ dando la pesca de la ma?ana es de buena educaci¨®n y muy barato. Las mejores cosas son casi siempre muy baratas, si no gratis.
Como gratis es el resto del camino; al final del puerto la escollera de levante nos proh¨ªbe el paso, tomamos entonces direcci¨®n norte y subimos por el Paseo de los Tristes hasta llegar a la calle Natalio Rivas. Cruzamos la calle y nos adentramos en el barrio de los labradores, a la izquierda queda una pared de piedra que sirve de muro de contenci¨®n para la Plaza Vieja que est¨¢ justo encima. Siguiendo la calle San Sebasti¨¢n (muy cerca queda la plaza de abastos con su jolgorio de pueblo vivo y comerciante, con el esp¨ªritu fenicio de hace 3.000 a?os) llegaremos a la plaza de San Sebasti¨¢n, con el monumento al labrador en el centro, la ermita de San Sebasti¨¢n de finales del XVII y el museo.
Entre la ermita y el museo (o desde el patio del propio museo) se accede por el camino de Montecristo al cerro del mismo nombre. Las excavaciones arqueol¨®gicas desnudan con orgullo, entre otros, los or¨ªgenes p¨²nicos y romanos de Abdera. Desde all¨ª podemos acercarnos a los restos del Molino del Lugar (siglo XVIII) cuya conducci¨®n de agua se hac¨ªa por el arco que a¨²n se conserva y bajo el cual pasa la calle. Despu¨¦s nos dejamos aconsejar por la ruta que indica la ubicaci¨®n de las casas barrocas. A estas alturas uno empieza a acordarse de un buen caf¨¦ con una tostada de tomate, jam¨®n y aceite, o una cerveza fr¨ªa con una tapa de pulpo en alioli, y piensa que no vendr¨ªa mal un poco menos de turismo visual y cultural y algo m¨¢s de turismo g¨¢strico (o gastron¨®mico si se quiere). Pero es preferible esperar, y as¨ª buscar la calle Martos donde empieza el barrio del mismo nombre, aunque aqu¨ª se le conoce simplemente como El barrio. Adra es Alpujarra, aunque de eso ni siquiera ella est¨¦ segura.
Sospechas que esto es cierto cuando el barrio se encarama a la parte m¨¢s alta de la ciudad huyendo de piratas y saqueadores para otear con inter¨¦s el horizonte. Ya en la calle Caldera nos acercamos al Arco de las ?nimas, construcci¨®n del siglo XVIII que transportaba el agua de un nacimiento cercano a la fuente del mismo barrio. Bajamos por la Rambla de las Cruces no porque aqu¨ª encontremos un torre¨®n, parte de la muralla antigua que Juana la Loca mand¨® construir para fortificar la ciudad, sino porque es el camino m¨¢s corto para llegar de nuevo a Natalio Rivas, pica el hambre y estamos cerca de El Ratico, el bar de Ram¨®n, fil¨®sofo y buen cocinero, de conversaci¨®n imprescindible. Lo mejor es dejarse aconsejar, a partes iguales, por sus tapas y por su amabilidad. Pero tarde o temprano tendremos que salir de all¨ª, as¨ª que despu¨¦s de unas cervezas y un rato de charla reparadora nos armamos de valor y salimos buscando el paseo mar¨ªtimo.
A pocos metros de all¨ª, frente al Club N¨¢utico hay un peque?o bar, una especie de quiosco, una isla llamada La isla, aviso para navegantes, parada obligatoria cuyo pulpo seco o en alioli pertenece al acervo y a la memoria de muchos viajeros pasados. Ya repuestos continuamos hacia el oeste hasta llegar a una fuente de m¨¢rmol (la Fuente del Mar) que dirige, como puede, la insubordinaci¨®n de la circulaci¨®n de Adra, es un homenaje a tres barcos pescadores que naufragaron y a sus marineros muertos. De ah¨ª subimos por la cuesta del faro a la Torre de los Perdigones, informaci¨®n y turismo, vistas panor¨¢micas, descanso y sobre todo una encantadora sala de arte (pintura, fotograf¨ªa) es la Fabriquilla del vinagre, precioso edificio que en su d¨ªa fue realmente una f¨¢brica de vinagre.
Como ep¨ªlogo, muy cerca, apenas 200 metros en l¨ªnea recta por la carretera general hacia levante encontraremos el bar Mohoso, ser¨¢ la ¨²ltima parada (si preguntas por ¨¦l dilo con jota para que te entiendan y no te tomen por un guiri). P¨ªdele a Manuel un buen tinto de la Contraviesa, y deja que ¨¦l elija por ti una tapa de pescado que a menudo ha pescado ¨¦l mismo. Del Mojoso, por la carretera nacional, hasta el hotel apenas hay un kil¨®metro en l¨ªnea recta, el que pueda seguir recto despu¨¦s del vino de Albond¨®n con una ¨²ltima tapa de pescado seco a la plancha que se quedar¨¢ en el paladar y en la memoria.
-Bar El Ratico. Calle Fenicios. - Restaurante Garum, para los m¨¢s exigentes, alta cocina y tradici¨®n. Avenida del Mediterr¨¢neo frente a la playa de San Nicol¨¢s. -Museo de Adra, abierto ma?ana y tarde todos los d¨ªas excepto lunes. Fabriquilla del vinagre, arte contempor¨¢neo, exposiciones permanentes e itinerantes.
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