Un planeta enfermo de clima
Aunque parezca mentira, en el ojo del hurac¨¢n reina la calma, no hay lluvias torrenciales ni vientos enfurecidos. Lo malo, la destrucci¨®n enloquecida del aire a 300 kil¨®metros por hora, pasa delante y detr¨¢s en su trayectoria. El ojo mismo de la tempestad, con forma de cilindro alto y unos pocos kil¨®metros de di¨¢metro, es incluso un lugar bello, dicen quienes han estado dentro, a media altura, en aviones especiales. La pared del cilindro es una muralla de nubes densas tras la cual est¨¢n los vientos y las lluvias m¨¢s fuertes; a menudo, cuando los cazadores de huracanes vuelan en medio de la tensa calma del ojo, ven arriba el c¨ªrculo de cielo despejado y luminoso, y abajo vislumbran el oleaje del mar embravecido.
Si los ciclones se alimentan del calor del mar y la Tierra se est¨¢ calentando por el efecto invernadero reforzado, ?no tendr¨¢n algo que ver?
El ojo del hurac¨¢n Katrina no era tan espectacular como otros, pero era muy grande, de unos 50 kil¨®metros de di¨¢metro
"El ojo del Katrina, la verdad es que no fue tan espectacular como otros, aunque era muy grande, de unos 50 kil¨®metros de di¨¢metro; y estaba nublado arriba", cuenta Christopher Landsea, jefe de ciencia y operaciones del Centro Nacional de Huracanes de la Agencia Nacional de Oc¨¦anos y Atm¨®sfera, de EEUU. Landsea entro en el Katrina, a unos cinco kil¨®metros de altura, mientras la tempestad evolucionaba amenazadoramente en el golfo de M¨¦xico hacia la costa de Luisiana, en uno de los vuelos que sistem¨¢ticamente se realizan para medir con detalle los par¨¢metros de estos ciclones tropicales atl¨¢nticos. Otras tres veces vol¨® alrededor del hurac¨¢n que destruy¨® Nueva Orleans. "Normalmente el ojo del hurac¨¢n es un lugar de tranquila belleza", ha relatado a EL PA?S. "Volar en ¨¦l es una experiencia fant¨¢stica, pero a la vez te das cuenta de la enorme destrucci¨®n que est¨¢ provocando".
El Katrina ha pasado al registro de huracanes como el que mayores da?os econ¨®micos ha producido, pero no ostenta el r¨¦cord de muertes causadas, tristemente en poder del cicl¨®n que, en 1900, arras¨® Galveston (Tejas). Este a?o, antes del Katrina destac¨® el Ophelia, y despu¨¦s, el Rita. Pero la temporada oficial de huracanes [cuando los responsables de su vigilancia en EE UU est¨¢n en m¨¢xima alerta] no acaba hasta noviembre, y la lista de nombres de huracanes fijada para 2006 se est¨¢ agotando.
Tantos ciclones seguidos y tan fuertes, las olas de calor, la sequ¨ªa que azota a Espa?a desde el a?o pasado, las inundaciones catastr¨®ficas de Europa central... ?No ser¨¢ responsable el cambio clim¨¢tico, la profunda alteraci¨®n que la actividad humana est¨¢ provocando en su propio planeta? Si los huracanes se alimentan del calor del mar y la superficie terrestre se est¨¢ calentando por el efecto invernadero reforzado, ?no tendr¨¢n algo que ver?
Hasta hace muy poco, la mayor¨ªa de los expertos responder¨ªan: "No sabemos. No tenemos pruebas de que haya relaci¨®n entre un fen¨®meno extremo como los huracanes y el cambio clim¨¢tico". Ahora, las investigaciones m¨¢s recientes han modificado un poco esa respuesta: "No sabemos. Pero estamos descubriendo pistas que indican alguna relaci¨®n entre el incremento de la fuerza de los huracanes, aunque no de su n¨²mero, y el aumento de la temperatura media de la Tierra". Las pistas son tan incipientes a¨²n que no hay unanimidad entre los expertos, aunque el honesto "no sabemos" es generalizado.
El problema es que se est¨¢n mezclando dos fen¨®menos de ritmo muy diferente. Si se pudiera comparar el planeta con el cuerpo humano, los fen¨®menos extremos como los huracanes, las olas de calor, las inundaciones o las sequ¨ªas ser¨ªan los hematomas, heridas e incluso fracturas de huesos que uno sufre normalmente, de vez en cuando... mientras que el cambio clim¨¢tico ser¨ªa como un envenenamiento lento del que al principio apenas se aprecian los s¨ªntomas. Si uno se hace cuatro hematomas en una semana o incluso sufre un par de fracturas el mismo a?o, ?ser¨¢ casualidad o mala suerte? ?Puede afirmar uno que el envenenamiento est¨¢ atont¨¢ndole ya los sentidos y que por eso tiene m¨¢s tropiezos?
Aumentan los ciclones
Kerry Emanuel, del Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts (Estados Unidos), experto en huracanes, ha descubierto recientemente que en los ¨²ltimos 35 a?os ha aumentado en un 50% la actividad (intensidad y duraci¨®n) de los ciclones tropicales en todo el mundo. Ese aumento, dice, va paralelo al incremento registrado de la temperatura del oc¨¦ano tropical que los especialistas adjudican, en su mayor parte, al cambio clim¨¢tico provocado por el incremento artificial de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atm¨®sfera. El trabajo de Emanuel, aunque muy respetado, provoca controversias.
Landsea, por ejemplo, defiende que el incremento de intensidad de los huracanes en los ¨²ltimos a?os se debe al ciclo natural de m¨¢ximos y m¨ªnimos, con una actual fase de m¨¢ximos, sin que pueda asociarse al cambio clim¨¢tico. Emanuel puntualiza que esto es cierto para el Atl¨¢ntico, para los huracanes, pero no para los ciclones tropicales analizados globalmente, incluidos los tifones del Pac¨ªfico.
Otros cient¨ªficos, liderados por Peter Webster (Instituto de Tecnolog¨ªa de Georgia), acaban de anunciar que tambi¨¦n ellos han detectado algo an¨®malo en ciclones: en los ¨²ltimos 35 a?os no ha variado su cantidad media anual en todo el mundo, pero son m¨¢s abundantes los de categor¨ªa m¨¢s alta y menos los flojos, sugiriendo alguna relaci¨®n con el calentamiento global.
Ni Emanuel ni Webster, ni otros expertos, concluyen que los resultados de estas investigaciones sean suficientes para afirmar categ¨®ricamente que hay una relaci¨®n directa entre el cambio clim¨¢tico y la intensificaci¨®n de los ciclones tropicales. Antes de dar una respuesta quieren comprender mejor c¨®mo las aguas m¨¢s templadas podr¨ªan desencadenar una respuesta tan grande en las tempestades.
Problema esencial
Los cient¨ªficos se enfrentan a un problema esencial: la formaci¨®n de los ciclones no se ve en los modelos de clima. Siguiendo la comparaci¨®n con el cuerpo humano, el modelo de clima ser¨ªa como el cuadro cl¨ªnico que maneja el m¨¦dico. Y en ese cuadro cl¨ªnico del clima planetario no se aprecian los hematomas -los huracanes y otros fen¨®menos extremos- como s¨ªntoma de lento envenenamiento.
Los modelos son conjuntos de miles de ecuaciones y f¨®rmulas matem¨¢ticas que describen el sistema clim¨¢tico de la Tierra y su evoluci¨®n, permitiendo estudiar los fen¨®menos naturales y los efectos de las alteraciones artificiales, como las emisiones crecientes de gases de efecto invernadero. "Los modelos reproducen las leyes f¨ªsicas y la din¨¢mica global de la atm¨®sfera, del oc¨¦ano y los hielos", explica Manuel Castro (Universidad de Castilla-La Mancha).
Cuando estas simulaciones tienen en cuenta el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero desde que comenz¨® la ¨¦poca industrial, reproducen con fiabilidad, por ejemplo, el aumento de la temperatura media de la Tierra observado, un efecto de calentamiento r¨¢pido inexplicable sin esas emisiones artificiales. El grado de incertidumbre que encierran las proyecciones hacia el futuro del cambio clim¨¢tico se debe, en primer lugar, a que nadie sabe cu¨¢ntos gases de efecto invernadero m¨¢s soltar¨¢ al aire la humanidad.
Los cient¨ªficos del clima identifican ya efectos pr¨¢cticamente inequ¨ªvocos del cambio clim¨¢tico, que surgen en los modelos. El aumento de la temperatura media del planeta, el derretimiento acelerado de los glaciares, los cambios estacionales, los inviernos m¨¢s suaves, las primaveras que empiezan antes o los oto?os que se alargan, las plantas que germinan anticipadamente o los insectos que se desplazan a latitudes antes demasiado fr¨ªas para ellos son fen¨®menos asociados al calentamiento global. Pero los fen¨®menos extremos son diferentes.
"Los modelos no pueden a¨²n reproducir el origen de fen¨®menos como los ciclones, as¨ª que no sabemos si los cambios que se observan en su intensidad en un momento dado se deben al cambio clim¨¢tico o a la variabilidad natural del clima", explica Castro. "El problema es que las tempestades tropicales son muy peque?as cuando se originan, y la resoluci¨®n m¨¢xima de los modelos es de unos 500 kil¨®metros, demasiado grande".
Algo similar sucede con el origen de la alteraci¨®n meteorol¨®gica inusitadamente prolongada en el Atl¨¢ntico norte, que provoca la larga sequ¨ªa que sufre Espa?a.
Castro rechaza la ligereza con que a menudo se achaca casi todo lo que pasa en la meteorolog¨ªa al cambio clim¨¢tico. "Puede tener un efecto bumer¨¢n. Por ejemplo: hasta ahora los monzones en India han sido menos intensos este a?o que en temporadas anteriores. ?Quiere decir que no hay cambio clim¨¢tico, dado que las predicciones indican que, como promedio, los monzones ser¨¢n m¨¢s fuertes por su causa?". En absoluto. "Los modelos manifiestan cambios de frecuencias, tendencias, pero no pronostican una inundaci¨®n, una sequ¨ªa o una serie de huracanes en un mes concreto de un a?o determinado del siglo XXI".
Evidencia
Mar¨ªa Noguer es una cient¨ªfica espa?ola que ha trabajado en el prestigioso centro Hadley brit¨¢nico, y ahora es profesora en la vecina Universidad de Reading. "Actualmente existe una fuerte evidencia de relaci¨®n entre el aumento de los gases de efecto invernadero en la atm¨®sfera producidos por el hombre y el reciente calentamiento global apreciado en las ¨²ltimas d¨¦cadas", explica. "Sin embargo, sucesos meteorol¨®gicos extremos individuales, tales como la ola de calor de 2003 en Europa, no pueden ligarse directamente al cambio clim¨¢tico porque es posible que se hayan producido naturalmente".
Uno puede razonar que si antes ven¨ªa haci¨¦ndose una docena de heridas o ara?azos al a?o y este a?o sufre m¨¢s lesiones, tal vez se deba a que la intoxicaci¨®n lenta est¨¢ produciendo un estado de aturdimiento y aumenta la propensi¨®n a sufrir accidentes. Pero la pura la estad¨ªstica tampoco ayuda demasiado en el caso de los ciclones, las sequ¨ªas o las inundaciones.
"Hay que tener en cuenta que los fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos se presentan, por lo general, en n¨²mero reducido", comenta Sergio Alonso (Universidad de las Islas Baleares). "En consecuencia, el tratamiento estad¨ªstico es dif¨ªcil, pues no se trabaja con una muestra muy abundante. Por tanto, con los m¨¦todos habituales se pueden deducir consecuencias err¨®neas".
Emanuel usa un ejemplo f¨¢cil: "Imagine que jugamos a los dados y que yo pongo uno cargado que aumenta en un 20% la probabilidad de que salga un seis. Si usted tira el dado 12.000 veces, un dado perfecto sacar¨ªa unos 2.000 seises, mientras que uno trucado saca 1.400. Pero si tira s¨®lo 12 veces, el dado no podr¨¢ acusarme de nada, aunque no salga el seis dos veces. Tampoco puede hacer el error contrario: tirar el dado y, si sale un seis, decir que hay trampa".
Este experto estadounidense advierte de que a menudo se cometen los dos tipos de errores al hablar de los fen¨®menos clim¨¢ticos extremos: "Los defensores del medio ambiente dicen que Katrina y Rita se deben al cambio clim¨¢tico, pese a que la estad¨ªstica que hay de huracanes es demasiado peque?a para afirmarlo. Y los contrarios, los que dicen categ¨®ricamente que no hay una influencia del calentamiento global en los huracanes atl¨¢nticos, tambi¨¦n se equivocan, porque ¨¦stos suponen s¨®lo una peque?a fracci¨®n, un 10%, del total de ciclones tropicales mundiales".
Cabe esperar a que pase el tiempo para analizar estad¨ªsticamente la tendencia y dilucidar si el cambio clim¨¢tico provoca o no la intensificaci¨®n de estas tempestades feroces. Pero habr¨ªa que esperar demasiado. Los cient¨ªficos conf¨ªan en poder acercase a la respuesta antes, gracias al r¨¢pido avance que se est¨¢ consiguiendo en la calidad de los modelos y en la comprensi¨®n de los procesos clim¨¢ticos.
De momento, y a corto plazo, Landsea advierte de que, seg¨²n el pron¨®stico del Centro de Huracanes, este mes ser¨¢ de nuevo muy activo en ciclones atl¨¢nticos.
El anticicl¨®n de las Azores y la sequ¨ªa en Espa?a
DESDE HACE NUEVE MESES llueve en la mayor parte de Espa?a mucho menos de lo normal. La sequ¨ªa es intensa y nadie sabe con certeza cu¨¢nto tiempo m¨¢s durar¨¢. "Se debe a una anomal¨ªa en la circulaci¨®n atmosf¨¦rica sobre el Atl¨¢ntico. El anticicl¨®n, denominado de las Azores, est¨¢ fijo, casi estacionario, desde hace nueve meses bloqueando la entrada de borrascas atl¨¢nticas hacia la pen¨ªnsula Ib¨¦rica", aclara Manuel Castro (Universidad de Castilla-La Mancha). Normalmente este anticicl¨®n oscila, se desplaza m¨¢s hacia el Norte o hacia el Sur, permitiendo, en ocasiones, la entrada de nubes cargadas de agua. Este bloqueo del anticicl¨®n tan prolongado es algo extra?o. "No es que no se haya producido antes, pero no tenemos constancia de que haya durado tanto, al menos en los ¨²ltimos 50 a?os. Es una anomal¨ªa muy extrema aunque no carece de precedentes".
?Por qu¨¦ se produce? "No lo sabemos muy bien, aunque sospechamos que podr¨ªa relacionarse con anomal¨ªas en la distribuci¨®n de la temperatura superficial en el Atl¨¢ntico norte. Pero los modelos actuales no logran reproducirla", contin¨²a Castro. Posiblemente la anomal¨ªa persista a causa de complejas interacciones entre la atm¨®sfera y el oc¨¦ano que no se conocen bien. Adem¨¢s, complicando m¨¢s a¨²n el problema, los cient¨ªficos saben que la atm¨®sfera tiene un componente ca¨®tico. Es el famoso ejemplo del llamado efecto mariposa, cuyo leve aleteo en Jap¨®n puede desencadenar una cascada de procesos no lineales que acaban provocando una tormenta en Par¨ªs. "La ciencia no puede atribuir esta sequ¨ªa al cambio clim¨¢tico", concluye Castro, "aunque nos muestra c¨®mo podr¨ªa ser el clima en nuestra regi¨®n dentro de algunas d¨¦cadas".
El efecto del anticicl¨®n de bloqueo puede estar tambi¨¦n favoreciendo la entrada persistente de aire fr¨ªo en las capas altas de la atm¨®sfera sobre Europa central, que generan lluvias abundantes e inundaciones.
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