La mujer, seg¨²n Desmond Morris
Este libro va a llevar al lector a una visita guiada por el cuerpo femenino en la que se explican sus muchos rasgos ins¨®litos. No es un texto m¨¦dico, ni un ensayo psicol¨®gico, sino un retrato zool¨®gico, celebrando a las mujeres como aparecen en el mundo real, en su entorno natural.
La hembra humana ha sufrido cambios espectaculares en el transcurso de su evoluci¨®n, muchos m¨¢s que el macho. Ha abandonado muchas de las caracter¨ªsticas femeninas de otros primates, y, en forma de mujer moderna, ha llegado a convertirse en un ser ¨²nico de una clase extraordinaria.
Todas las mujeres tienen un cuerpo hermoso, ya que es el brillante colof¨®n a millones de a?os de evoluci¨®n. Un cuerpo repleto de asombrosos ajustes y sutiles refinamientos que le convierten en el organismo m¨¢s extraordinario del planeta. A pesar de esto, en diferentes ¨¦pocas y lugares, las sociedades humanas han intentado corregir la naturaleza modificando y embelleciendo el cuerpo femenino de mil maneras diferentes. Algunas de estas elaboraciones han sido gratas, otras dolorosas, pero todas han buscado hacer a la hembra humana m¨¢s hermosa de lo que ya es...
En Jap¨®n, la exposici¨®n de la parte posterior del cuello femenino es una de las m¨¢s seductoras acciones sexuales. Equivale en Occidente a la exposici¨®n de los pechos
Durante muchos siglos, los ojos femeninos han sido el centro de una gran atenci¨®n. Se sabe que el maquillaje se utiliza desde hace 6.000 a?os
?Por qu¨¦ los humanos tienen los labios vueltos hacia fuera? Una vez m¨¢s, la respuesta est¨¢ relacionada con nuestra evoluci¨®n como adultos infantilizados
CABELLO Y FRENTE
(...) Ninguna otra parte del cuerpo femenino ha estado sujeta a una gama tan incre¨ªble de variaciones culturales.
Antes de examinarlas m¨¢s detalladamente, merece la pena mirar m¨¢s de cerca los cabellos individuales en s¨ª mismos. Hay alrededor de 100.000 en cada cabeza humana. Las rubias tienen el cabello m¨¢s fino y lo compensan teniendo una cantidad ligeramente superior a la media, habitualmente alrededor de 140.000. Las morenas tienen unos 108.000 cabellos, mientras que las pelirrojas, cuyo cabello es m¨¢s grueso, poseen s¨®lo 90.000. (...)
La posesi¨®n de una zona nueva, exclusivamente humana, de piel por encima de los ojos, proporcion¨® a nuestros antepasados una parte adicional de se?alizaci¨®n visual. Esto es posible por el hecho de que la piel de la frente, aunque tirante sobre la parte delantera del cr¨¢neo, no est¨¢ completamente inm¨®vil. Es capaz de un ligero movimiento, peque?o pero claramente visible. Este movimiento es f¨¢cil de detectar porque, al desplazarse, la piel crea unos dibujos de arrugas visibles. Y tambi¨¦n, y a¨²n m¨¢s importante, porque la cara humana ha conservado dos peque?as l¨ªneas de pelo en su por otro lado tersa frente. Estos pelos, que reciben el nombre cient¨ªfico de arcos superciliares, pero a los que se llama habitualmente cejas, act¨²an como indicadores que ayudan a hacer los movimientos de piel m¨¢s llamativos, incluso a distancia.
OREJAS, OJOS Y NARIZ
Las orejas femeninas nunca han sido bien tratadas. Han sido ignoradas o mutiladas. (...) Y cuando han emergido de su escondite, s¨®lo han sido consideradas adecuadas para perforarlas y actuar como soportes de joyer¨ªa. (...)
Pero observaciones recientes del comportamiento sexual han revelado que, durante la excitaci¨®n intensa, los l¨®bulos de las orejas se hinchan y se llenan de sangre. Esto los hace extraordinariamente sensibles al tacto. Acariciar, chupar y besar los l¨®bulos durante las relaciones sexuales act¨²a como un poderoso est¨ªmulo er¨®tico para muchas mujeres...
Durante muchos siglos, los ojos femeninos han sido el centro de una gran atenci¨®n. Se sabe que el maquillaje se utiliza desde hace unos 6.000 a?os. (...)
Incluso en pa¨ªses donde los dogmas religiosos exigen la sumisi¨®n de la mujer hasta el extremo de que deben cubrir sus caras en p¨²blico, las mujeres llevan (?si los perseguidores religiosos masculinos pudieran verlo!) un primoroso maquillaje al que se dedica m¨¢s atenci¨®n que nunca, aunque s¨®lo se pueda disfrutar de ¨¦l en privado. Como dice una autora iran¨ª, los l¨ªderes de la rep¨²blica isl¨¢mica pueden obligar a las mujeres a parecer poco atractivas, pero "ir¨®nicamente, la industria cosm¨¦tica iran¨ª est¨¢ dispar¨¢ndose".
(...) La nariz femenina tiene una sensibilidad extraordinaria hacia los olores masculinos. Investigaciones llevadas a cabo en la d¨¦cada de 1970 identificaron m¨¢s de 200 compuestos qu¨ªmicos diferentes presentes en los fluidos corporales, tales como el sudor, la saliva, la grasa de la piel y las secreciones genitales. Asombrosamente se descubri¨® que las mujeres que disfrutan de encuentros sexuales frecuentes y regulares, durante los cuales, inevitablemente, un aroma compuesto de fragancias masculinas flota en sus cavidades nasales, tienen una fisiolog¨ªa mucho m¨¢s equilibrada. Experimentan ciclos menstruales m¨¢s regulares y tienen menos problemas de fertilidad, tal es el poder de la nariz. (...)
MEJILLAS, LABIOS Y BOCA
(...) Es tambi¨¦n la zona m¨¢s propicia para mostrar las verdaderas emociones de sus propietarias, ya que es ah¨ª donde los cambios emocionales de color se exhiben de forma m¨¢s llamativa. El rubor de verg¨¹enza o de turbaci¨®n sexual comienza en el mismo centro de las mejillas -en dos peque?os puntos que cambian de color hasta llegar a un rojo profundo- para seguir luego por el resto de la superficie de la piel de las mejillas.
(...) ?Por qu¨¦ los humanos tienen los labios vueltos hacia fuera? Una vez m¨¢s, la respuesta est¨¢ relacionada con nuestra evoluci¨®n como adultos infantilizados. A medida que nuestra anatom¨ªa y nuestro comportamiento adultos se fueron haciendo m¨¢s infantiles, conservamos cada vez m¨¢s rasgos pueriles y nuestros labios visibles y carnosos son parte de esta tendencia. Y como la hembra humana est¨¢ ligeramente m¨¢s avanzada anat¨®micamente -es decir, m¨¢s juvenil- que el var¨®n en este aspecto, se desprende que sus labios son, por lo regular, m¨¢s llamativos y protuberantes. Por consiguiente, se han convertido en el centro de una gran atenci¨®n.
(...) En el interior de los labios, la boca contiene un rasgo esencial: la lengua. Sin lengua, las mujeres no podr¨ªan charlar y se las privar¨ªa de una de sus cualidades supremas: la capacidad de comunicar verbalmente mejor que ning¨²n otro animal en el mundo y mejor incluso que el macho humano. Estudios del cerebro mediante esc¨¢ner han confirmado lo que muchos sospechaban, a saber, que las mujeres, por naturaleza, hablan con m¨¢s fluidez que los hombres. ?sta es una afirmaci¨®n evolutiva, no cultural (...).
CUELLO
En Occidente, los hombres suelen considerar el cuello femenino simplemente como algo que sostiene una cabeza de mujer... Realmente no se le contempla como una zona er¨®tica fundamental.
La situaci¨®n es muy diferente en Jap¨®n, donde la exposici¨®n de la parte trasera del cuello femenino est¨¢ considerada como una de las m¨¢s seductoras acciones sexuales posibles -el equivalente a la exposici¨®n de los pechos en Occidente-.
HOMBROS, BRAZOS Y MANOS
(...) Las esquinas curvadas de los hombros femeninos descubiertos muestran unas porciones de carne casi hemisf¨¦ricas, po¨¦ticamente descritas por un autor como "dos orbes redondeados, una perla er¨®tica a cada lado", que inevitablemente se asocian al indicador sexual femenino primigenio: la forma hemisf¨¦rica de las nalgas.
Los brazos son la parte menos er¨®tica del cuerpo femenino. Si un hombre desea tocar un cuerpo de mujer de una forma no sexual -para atraer su atenci¨®n, por ejemplo, o conducirla en una direcci¨®n en concreto- la forma m¨¢s segura de tomar contacto con ella es su brazo. Cualquier otro lugar ser¨ªa demasiado ¨ªntimo...
Las manos femeninas son superiores a las manos masculinas en un aspecto importante: son m¨¢s flexibles. Son m¨¢s peque?as que las fuertes garras de los varones adultos y carecen de la inmensa fuerza para agarrar que tiene la mano del hombre, pero poseen a cambio mucha mayor finura cuando se trata del manejo delicado de los objetos peque?os. (...)
PECHOS
Los pechos femeninos han recibido m¨¢s atenci¨®n er¨®tica por parte de los varones que ninguna otra parte del cuerpo. Enfocar una atenci¨®n extrema sobre los genitales ser¨ªa excesivo y hacerlo sobre otras partes de la atonom¨ªa es insuficiente. Los pechos son, en cambio, el perfecto t¨¦rmino medio: una zona tab¨², pero no demasiado escandalosa. (...)
Los pechos de la hembra humana tienen dos funciones biol¨®gicas, una maternal y otra sexual. En su aspecto maternal act¨²an como gigantescas gl¨¢ndulas sudor¨ªparas que producen el sudor modificado que llamamos leche. (...)
La conclusi¨®n inevitable es que la forma hemisf¨¦rica de los pechos no es un desarrollo maternal. En cambio tiene que ver con la se?alizaci¨®n sexual. Esto significa que las sugerencias de que el inter¨¦s del hombre en los pechos del hombre es infantil o regresivo son infundadas. La respuesta masculina a los pechos prominentes de una virgen o una hembra no lactante es una reacci¨®n a un indicador sexual primitivo de la especie humana.
CINTURA, CADERAS Y VIENTRE
Una de las se?ales clave de g¨¦nero para identificar a la hembra humana adulta es la forma de reloj de arena de su torso. Esta silueta est¨¢ definida por un rasgo especial del cuerpo femenino: su esbelta cintura. Esta estrechez de la cintura se debe en parte a los rasgos amplios por encima y por debajo de ella: por encima, los pechos prominentes, y por debajo, las amplias y fecundas caderas (...) constituyen uno de los principales indicadores de la silueta femenina.
El vientre femenino siempre ha sido una zona tab¨², no porque sea en s¨ª mismo extraordinariamente er¨®tico, sino por estar tan ¨ªntimamente relacionado con la regi¨®n sexual primordial situada justo debajo de ¨¦l. La ropa que lo deja al descubierto atrae la mirada hacia abajo, a la regi¨®n genital... en los ¨²ltimos a?os (desde 1998 para ser exacto) ha surgido una nueva moda que lo deja al descubierto al llevar los vaqueros de tiro bajo combinados con prendas superiores inusitadamente cortas. Esto ha sacado al vientre femenino de su escondrijo y lo ha convertido en un nuevo foco de atenci¨®n masculina...
ESPALDA
(...) De vez en cuando, la espalda femenina ha aparecido con fuerza en el mundo de la imaginer¨ªa er¨®tica. Como hemos mencionado al examinar la nuca, los japoneses son particularmente aficionados a esta regi¨®n, a la que atribuyen gran atractivo sexual. El quimono se recorta desde la parte de atr¨¢s del cuello hasta un punto exacto, seg¨²n el estatus de la usuaria. Si es una mujer casada, la atractiva l¨ªnea de su columna vertebral apenas se sugiere, pero si es una geisha, el quimono se mantiene bastante separado a la parte de atr¨¢s del cuello. Cuando se arrodilla frente a su compa?ero masculino, ¨¦l puede vislumbrar su espalda en toda su longitud, tentadoramente puesta al descubierto por la rigidez del vestido...
VELLO P?BICO
(...) Una de las primeras preguntas que probablemente hacen las chicas p¨²bicas acerca de su vello p¨²bico es "?por qu¨¦ lo tengo?, ?para qu¨¦ sirve?". Hay tres respuestas:
Primera y principal, la exhibici¨®n de vello p¨²bico es una se?al visual. En las ¨¦pocas primitivas, de desnudez, habr¨ªa actuado como un indicador de que una chica era ya sexualmente adulta. Su aparici¨®n completa a los 15 a?os coincide con el comienzo de la ovulaci¨®n y la capacidad biol¨®gica de procrear. Para un macho prehist¨®rico, la ausencia de vello p¨²bico en las chicas m¨¢s j¨®venes ser¨ªa tambi¨¦n una se?al importante que le revelaba que eran demasiado j¨®venes para procrear. La presencia de vello p¨²bico visible servir¨ªa para desencadenar su respuesta sexual, mientras que su ausencia la inhibir¨ªa. (Es de esta inhibici¨®n de la que de una forma tan curiosa y tan antinatural carecen los ped¨®filos).
Una segunda funci¨®n del vello p¨²bico es actuar como trampa de olor. (...) Una tercera funci¨®n del vello p¨²bico es que supuestamente act¨²a como un amortiguador entre las superficies de piel del var¨®n y de la hembra adultos durante el vigoroso contacto sexual, protegiendo de abrasi¨®n el mons pubis femenino...
GENITALES
Con esta parte del cuerpo femenino hemos llegado a la zona tab¨² principal. Como fuente de gran placer sexual, los genitales deber¨ªan ser celebrados, y, sin embargo, rara vez se emcionan en la buena sociedad. (La brillante obra de teatro Mon¨®logos de la vagina [de Eve Ensler, estrenada en Broadway en 1997] es una excepci¨®n ¨²nica a esta norma). ?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ la gente es tan reacia a hablar de esta regi¨®n tan importante de la anatom¨ªa femenina? Para encontrar la respuesta es necesario retroceder hasta los d¨ªas primitivos.
Cuando nuestros primeros antepasados se pusieron por primera vez sobre sus patas traseras se encontraron con que, inevitablemente, ofrec¨ªan una exhibici¨®n frontal completa cuando se acercaban a sus compa?eros. Antes de eso lo normal era avanzar a cuatro patas, con los genitales completamente ocultos y bien protegidos. En esas circunstancias, exhibir los genitales requer¨ªa una postura especial, mientras que con la postura erguida estaban expuestos siempre que un animal humano estuviese frente a otro. Esto significaba que era imposible que un adulto se acercara a otro sin emitir un mensaje sexual. El modo de mitigar estas se?ales, tanto en los varones como en las hembras, fue finalmente cubrirse con cualquier tipo de prenda la regi¨®n genital: hab¨ªa nacido el taparrabos..
NALGAS
(...) En la actualidad podemos ver menos estos reclamos de nalgas femeninas de lo que en un tiempo fue la norma. Parece probable que las hembras de nuestros antepasados primitivos tuvieran de hecho unas nalgas mucho m¨¢s grandes que sus hom¨®logas modernas. Por supuesto, no se pueden encontrar indicios de esto en los esqueletos antiguos, pero cuando miramos pinturas y esculturas de la Edad de Piedra, vemos nalgas inmensas por todas partes. Persisten desde la Edad de Piedra en el arte prehist¨®rico de muchas culturas, aunque luego comienzan a desaparecer gradualmente, reduci¨¦ndose a las proporciones modernas, que, aunque relativamente mayores que las de los varones, son mucho menos exageradas. Estas supernalgas primitivas han suscitado muchas especulaciones.
Una posible explicaci¨®n es la siguiente: nuestros antepasados primitivos se apareaban por detr¨¢s, como otros primates, de modo que las se?ales sexuales de las hembras prehumanas, como en otras especies, proced¨ªan de la parte posterior. Luego, mientras evolucion¨¢bamos hacia la postura erecta y nuestros m¨²sculos de la grupa sobresal¨ªan cada vez m¨¢s formando las nalgas, la hinchaz¨®n se fue convirtiendo en el nuevo reclamo sexual humano. Las mujeres con una mayor hinchaz¨®n de su grupa enviaban se?ales, con sus nuevas supernalgas, reclamos sexuales por encima de lo normal, pero sus gl¨²teos llegaron a ser tan grandes que de hecho comenzaron a interferir en el acto sexual que estaban promoviendo. As¨ª que los machos solventaron el problema cambiando a la c¨®pula frontal. Como parte de esta nueva aproximaci¨®n frontal, los pechos se hincharon de manera permanente, como imitaci¨®n de las grandes nalgas hemisf¨¦ricas.
PIERNAS Y PIES
(...) Para algunos hombres, la obsesi¨®n por las piernas femeninas llega al extremo de convertirse en un fetichismo a gran escala (...). Un hombre "excesivamente aficionado a las piernas" no est¨¢ interesado en el resto de la anatom¨ªa femenina; puede obtener gratificaci¨®n, por ejemplo, acariciando un par de medias de nailon.
(...) La especializaci¨®n del macho humano como cazador significaba que para ¨¦l los pies m¨¢s grandes eran una clara ventaja. Le eran necesarios para la caza. No hubo tanta presi¨®n evolutiva sobre el pie femenino, y, por tanto, ha quedado m¨¢s peque?o y m¨¢s ligero.
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