Cabeza de turco
La insistente llamada de Turqu¨ªa a la puerta de la Uni¨®n Europea debe recibir una respuesta ma?ana con la decisi¨®n formal de abrir las negociaciones de adhesi¨®n. Hoy, en una reuni¨®n de urgencia, los ministros de Exteriores de los Veinticinco deber¨ªan ser capaces de superar los escollos pendientes, especialmente la oposici¨®n austriaca, pues hay demasiado en juego. Los que pod¨ªan haber sido m¨¢s reticentes -como Grecia o Chipre- saben lo que est¨¢ en juego en t¨¦rminos geoestrat¨¦gicos. Han demostrado paciencia al no exigir como condici¨®n previa que Turqu¨ªa reconociese previamente a Chipre, hoy Estado miembro de la UE, que fue invadido en 1974 por el ahora aspirante a socio. Pero en alg¨²n momento del proceso negociador, m¨¢s bien antes que despu¨¦s, Ankara deber¨¢ dar este paso.
A los 35 a?os de la primera solicitud de Ankara, es hora de iniciar la negociaci¨®n con un pa¨ªs que est¨¢ en franco progreso y al que, aun siendo de cultura musulmana, se le calific¨® en su d¨ªa como el "enfermo de Europa", no de Asia. ?Ad¨®nde llevar¨¢ este proceso negociador? No se puede predeterminar, pero hay que pensar que a la plena adhesi¨®n, aunque en el camino se pueda pasar por una fase de "asociaci¨®n privilegiada" como la que defienden Austria y los democristianos alemanes. No son objetivos mutuamente excluyentes, sino que pueden llegar a ser sucesivos.
A estas alturas, y aunque hoy ni la UE ni Turqu¨ªa est¨¢n preparadas para este matrimonio, el coste de cerrarle la puerta -o de abr¨ªrsela con condicionamientos ofensivos para Ankara- ser¨ªa excesivamente elevado. Para situarse como candidato, Turqu¨ªa, a diferencia de otros pa¨ªses musulmanes vecinos, ha emprendido importantes reformas pol¨ªticas y econ¨®micas. Le queda mucho m¨¢s por hacer, pero el peligro de involuci¨®n si se le cierra la perspectiva europea es grande, y el efecto en el mundo musulm¨¢n ser¨ªa muy negativo. El ¨¦xito de la experiencia turca de un islamismo como el actual de Erdogan, modernizador, democr¨¢tico, y en el contexto de un Estado laico interesa no s¨®lo a Turqu¨ªa, sino a toda Europa.
Tras los noes franc¨¦s y holand¨¦s a la Constituci¨®n europea, no cabe ignorar que la perspectiva de ingreso de Turqu¨ªa genera rechazo en las opiniones p¨²blicas de esos dos pa¨ªses, al igual que en Alemania y Austria. Pero tampoco que los europeos proyectan sobre el caso de Turqu¨ªa sus propios problemas internos de falta de cohesi¨®n, de dudas sobre la identidad y de inadaptaci¨®n al fen¨®meno de la inmigraci¨®n. Turqu¨ªa es hoy, nunca mejor dicho, la cabeza de turco de esta Uni¨®n. En el fondo, la demanda turca fuerza a la UE a un debate demasiado tiempo demorado sobre sus fines y sus l¨ªmites geogr¨¢ficos; o sea, sobre su propia definici¨®n.
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