Maragall: segunda oportunidad
La aprobaci¨®n, el pasado viernes, del Estatuto abre una segunda oportunidad para la pol¨ªtica catalana en general y para Pasqual Maragall y su gobierno en particular. Los casi dos a?os transcurridos de esta legislatura tienen en su conjunto un excesivo sabor agridulce que ahora podr¨ªa ser corregido. Es evidente que la aprobaci¨®n del Estatuto por el Parlament es un hecho de gran calado pol¨ªtico que por s¨ª solo justificar¨ªa toda una legislatura. Pero ser¨ªa un error caer ahora, una vez aprobado en primera instancia el texto de reforma, en una autocomplaciente actitud. Afortunadamente, la apuesta reformista que el Parlament ha impulsado era una de las dos grandes ambiciones que dieron lugar al nacimiento del Gobierno actual de la Generalitat. La otra gran ambici¨®n era un programa de acci¨®n pol¨ªtica que deber¨ªa tener en su dimensi¨®n social el pilar en el que sostenerse. Sin embargo, lo cierto, seg¨²n la percepci¨®n social mayoritaria, es que no se han visto a¨²n los resultados del cambio pol¨ªtico anunciado. Pero no menos cierto es que lo que hasta ahora no ha sido puede ser a partir de ahora si Maragall se lo propone.
La aprobaci¨®n del Estatuto comporta una liberaci¨®n de la tensi¨®n que en los ¨²ltimos meses hab¨ªa contaminado en exceso la pol¨ªtica catalana. Las posiciones no siempre coincidentes entre las formaciones que integran el Gobierno respecto a los contenidos del nuevo Estatuto afectaron no s¨®lo a la imagen, sino tambi¨¦n al buen desarrollo del proceso. Afortunadamente, esas incidencias ya s¨®lo son relevantes para ser recordadas y para explicar el pasado. Ninguno de los socios del Gobierno catalan deber¨ªa anteponer a la realidad vivida el pasado viernes situaciones de tensi¨®n experimentadas y deslealtades percibidas en las semanas anteriores.
No hay ninguna duda de que si hoy el Parlament est¨¢ en disposici¨®n de enviar un proyecto de Estatuto para ser tramitado en las Cortes espa?olas es porque a la hora de la verdad las formaciones que integran el Gobierno catal¨¢n actuaron de com¨²n acuerdo, sin desmarques ni sobresaltos de ¨²ltima hora. No pretendo quitar ning¨²n m¨¦rito a Artur Mas ni a CiU en la construcci¨®n del consenso estatutario, pero creo que es m¨¢s que evidente que si los de CiU hubieran visto en el ¨²ltimo momento tambalearse a los republicanos, hoy otro gallo nos cantar¨ªa.
El presidente Maragall ha resuelto una de las papeletas mas dif¨ªciles de su larga trayectoria pol¨ªtica. Es cierto que a¨²n queda un largo camino en las Cortes espa?olas antes de que el Estatuto sea refrendado en una consulta popular por los ciudadanos de Catalu?a, pero es evidente que la atenci¨®n medi¨¢tica se desplazar¨¢ a otros centros de inter¨¦s y, a pesar de que Maragall seguir¨¢ estando presente en todo el debate y en las pol¨¦micas, la presi¨®n para ¨¦l y su Gobierno ser¨¢ sensiblemente distinta y menor. Sobre el presidente Maragall ya no pesar¨¢ la responsabilidad de un fracaso como se percibi¨® en diversas ocasiones en los ¨²ltimos meses. A partir de ahora la presi¨®n ser¨¢, como m¨ªnimo, compartida con el Gobierno espa?ol y su presidente, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
Maragall, gracias al esfuerzo y el sentido com¨²n de su partido, el PSC, y de CiU, ERC e ICV, ha cumplido su apuesta pol¨ªtica personal de enviar a las Cortes un proyecto de Estatuto ambicioso y sin que desborde el marco constitucional. Ahora quien ha de cumplir las promesas y garantizar los retos reformistas asumidos es Zapatero.
Ahora el presidente de la Generalitat deber¨ªa centrarse en resolver su otra papeleta: dar un impulso al Gobierno que preside. Para ello deber¨¢ poner como m¨ªnimo el mismo empe?o que ha puesto en el Estatuto. Sin un Maragall tomando las riendas, dudo que hoy tuvi¨¦ramos Estatuto. Sin un Maragall arriesgando y jugando al l¨ªmite, y si no que les pregunten a algunos de los suyos, no es seguro que hoy celebr¨¢semos la aprobaci¨®n del Estatuto. De igual manera, el presidente Maragall debe tomar las riendas, liderar sin temor, arriesgar y jugar al l¨ªmite para impulsar con ¨¦xito su Gobierno. No hacerlo ser¨ªa anunciar la renuncia a seguir gobernando. Maragall y su Gobierno no deber¨ªan olvidar que en todo el proceso estatutario Artur Mas ha crecido como l¨ªder pol¨ªtico. Hoy Mas ya no es percibido como el heredero del presidente Pujol, sino como un aut¨¦ntico l¨ªder pol¨ªtico con capacidad negociadora, decisi¨®n y sentido de la responsabilidad. Es evidente que la t¨¢ctica de CiU en todo el embrollo estatutario ha beneficiado considerablemente a Mas. Han jugado las cartas de que dispon¨ªan con gran inteligencia y con fortuna favorable.
Maragall tiene una segunda oportunidad y no la deber¨ªa desaprovechar. Cuando su liderazgo personal ha sido evidente, los resultados le han acompa?ado. Ser¨ªa est¨²pido no ejercer ahora el liderazgo dentro del Gobierno que preside. Por su parte, los partidos que conforman el tripartito deber¨ªan asumir que despu¨¦s de dos a?os ha llegado el momento de abandonar la mentalidad de tripartito y asumir la de un ¨²nico Gobierno. No es un juego de palabras, sino la constataci¨®n de que para impulsar el ambicioso programa contenido en el Pacto del Tinell, la organizaci¨®n, la forma de funcionar y probablemente algunos de sus integrantes deber¨ªan cambiar.
Cuanto mejor sea el Gobierno catal¨¢n, y eso depende de Maragall, y m¨¢s s¨®lido el Parlament, y eso depende en parte de Mas, m¨¢s fuerte ser¨¢ la pol¨ªtica catalana. Y cuanto m¨¢s fuerte sea, mejor ser¨¢ para los ciudadanos y m¨¢s posibilidades habr¨¢ de que el Estatuto sea aprobado en el Congreso con los m¨ªnimos retoques. S¨®lo por eso vale la pena no desaprovechar esta segunda oportunidad.
Jordi S¨¢nchez es polit¨®logo
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