Los borricos tienen quien los quiera
La asociaci¨®n Amigos del Burro lucha contra la extinci¨®n del asno dom¨¦stico gracias a la labor desinteresada de sus miembros
Los burros desaparecen. Ya no nos hacen falta y se los lleva Dios de esta vida miserable. Pero queda gente que los defiende y ampara, sin apoyo institucional, s¨®lo por cari?o y gratitud a los servicios prestados a la raza humana. En la Comunidad de Madrid hay censados alrededor de 220 jumentos. M¨¢s de una veintena de ellos reside en el refugio que mantiene en Tres Cantos la Asociaci¨®n Amigos del Burro, creada hace 10 a?os por Dilfenio Romero y Juan Aparicio. Durante este tiempo han rescatado y acogido casi a dos centenares de asnos. Cada a?o nacen en la granja cuatro o cinco ejemplares (el embarazo de las burras dura a?o y medio). La ¨²ltima en llegar ha sido Linda, hija de Lucera, que vino al mundo hace dos meses y es un prodigio de ternura.
Una veintena de los 220 ejemplares censados en la regi¨®n reside en un refugio de Tres Cantos
La asociaci¨®n funciona b¨¢sicamente con los ingresos mensuales de sus miembros, pero es fundamental la labor desinteresada de simpatizantes, la entrega de sus fundadores. Ambos, apasionados por la naturaleza y la fauna, acuden cada tarde a las instalaciones de Tres Cantos tras la jornada laboral. Romero es inspector en el Parque M¨®vil del Canal de Isabel II. Aparicio es t¨¦cnico inform¨¢tico. La sede oficial de la asociaci¨®n est¨¢ en la florister¨ªa Platero, una tienda de la calle de Bravo Murillo, n¨²mero 38, cerca de la glorieta de Cuatro Caminos. Parte de los beneficios del establecimiento es asignada al refugio, que adem¨¢s de los 24 burros, da cobijo a dos ovejas, a una cabra y a varios perros y gatos abandonados. Tambi¨¦n vive all¨ª la cierva Pipa, a la que encontraron atropellada en una carretera; fue amamantada por una burra y ahora se comporta como una m¨¢s de la manada, pero con cuernos, alegre, sosegada, bondadosa.
Dilfenio Romero se cri¨® en Alcolea del Tajo (Toledo). Es hijo de arrieros, gente del campo. Cuando era chaval, su padre le regal¨® una yegua que cambi¨® enseguida por un burra llamada Margarita, aut¨¦ntica madre del cordero, porque con ella comenz¨® la fascinaci¨®n del chico hacia los sol¨ªpedos ungulados perisod¨¢ctilos. Habla de ellos con ardor: "Son m¨¢s inteligentes que el caballo. El asno es un magn¨ªfico ingeniero de caminos. Lo dejas a unos cuantos kil¨®metros de la cuadra, y ¨¦l encuentra de inmediato el trayecto m¨¢s corto y seguro de todos los posibles. Es humilde, tenaz, precavido, leal, buena gente. Cuando un borrico se pone burro no es por bellaquer¨ªa; te avisa de que algo raro pasa. Le debemos mucho, pero siempre ha sido una bestia maltratada, incluso por el diccionario". Efectivamente, todas las acepciones de la palabra burro son peyorativas, excepto la definici¨®n zool¨®gica, que es as¨¦ptica.
Las instalaciones de Tres Cantos fueron levantadas poco a poco por Romero y Aparicio con sus propias manos y las de sus amigos, utilizando materiales de derribo, rebuscando por contenedores y dep¨®sitos de reciclaje. Van resistiendo por entusiasmo y por la ayuda que reciben. El veterinario pasa consulta gratuita; una importante empresa panificadora de Paracuellos de Jarama les surte con los excedentes de su producci¨®n (el pan de molde seco y duro es un manjar para los burros); los visitantes de s¨¢bados y domingos dejan donativos y compran camisetas, pins, postales o jab¨®n de leche de burra. Pero no es f¨¢cil llegar a fin de mes. Es muy cara la paja en un a?o de sequ¨ªa, y las medicinas, y todo. La furgoneta pide a gritos urgente jubilaci¨®n. Pero las autoridades permanecen imp¨¢vidas ante el SOS de un entra?able animal que se extingue. "S¨®lo pedimos que nos faciliten el trabajo, que nos echen una mano, que nos ayuden a continuar", ruega Romero.
"Si no se toman las medidas adecuadas, al burro dom¨¦stico le pasar¨¢ lo mismo que al asno salvaje: como especie sobre nuestro planeta, se extinguir¨¢", afirman los promotores de esta asociaci¨®n.
Romero est¨¢ entusiasmado con las posibilidades que depara la asnoterapia, una t¨¦cnica para el tratamiento de personas con problemas f¨ªsicos y mentales. El terapeuta David Lema, presidente de la Asociaci¨®n Nacional para de Defensa, Recuperaci¨®n y Estudio Terap¨¦utico de la Raza Asnal (Andrea), afirma que "el contacto repetitivo con burros mejora el equilibrio interior, reduce la hiperactividad y la falta de atenci¨®n, y estimula el vocabulario". La Asociaci¨®n Amigos del Burro es conocida en toda la regi¨®n por el boca a boca, pero tambi¨¦n tiene su p¨¢gina web (www.geocities.com/amiburro/).
Animales con mucha historia
Hay muchos burros imprescindibles en nuestra cultura. Desde los de Esopo hasta el del portal de Bel¨¦n, pasando por el burro de oro de Apuleyo, el rucio pardo de Sancho Panza; el asno de Buridan; el Platero de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez; aquel Proceso por la sombra de un burro, de D¨¹rrematt; el burro de la t¨ªa Vinagre; el burrito de Peret; las Mulas Sin Fronteras, en Roses (Girona)... En fin, la muy cantada burra navide?a cargada de chocolate. El Opus Dei est¨¢ muy relacionado con estos animales; Escriv¨¢ de Balaguer se llamaba a s¨ª mismo "el burro de Dios". La mascota del Partido Dem¨®crata estadounidense es un jumento, opositor del elefante republicano.
Pero lo m¨¢s sofisticado en la materia son las burras de Popea, esposa de Ner¨®n. La emperatriz, al igual que la egipcia Cleopatra, cuando sal¨ªa de viaje llevaba tras s¨ª un s¨¦quito de varios centenares de burras que eran orde?adas a diario para que la se?ora pudiera ba?arse en su leche. El dato no es un cotilleo an¨®nimo. Lo corrobora Plinio el Viejo en su Historia Natural.
Los burros siempre fueron utilizados por la cosm¨¦tica. Incluso ahora mismo (el jab¨®n de leche de burra es solicitado por damas exquisitas). Se ha demostrado tambi¨¦n que estas bestias disfrutan con el arte. La Asociaci¨®n para la Defensa del Borrico (Adebo), de Rute (C¨®rdoba), organiza peri¨®dicamente conciertos de m¨²sica cl¨¢sica para burros en un prado de la localidad con orquesta sinf¨®nica en directo. Al parecer, los pollinos cambian la posici¨®n de las orejas dependiendo de los sonidos. Pascual Cervera, presidente de Adebo, asegura que los burros rebuznan en 20 tonos distintos y pueden llegar a escuchar un rebuzno emitido a 10 kil¨®metros.
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