"Una vi?a devastada"
La vida cristiana occidental es "m¨¢s vinagre que vino", seg¨²n Benedicto XVI. "Una vi?a devastada por los jabal¨ªes". Con esta contundencia habl¨® el Papa, en presencia de cardenales, arzobispos y obispos de todo el mundo. Europa es una piedra en las sandalias del pont¨ªfice romano, sucesor del humilde pescador palestino Pedro. El catolicismo sigue siendo una religi¨®n occidental, regida con mano de hierro desde Roma. La Iglesia romana, suele decirse; otras veces, la Iglesia latina. Se nota en la historia de los s¨ªnodos, tambi¨¦n en ¨¦ste que empez¨® ayer, vig¨¦simoprimero desde que el conciliar Pablo VI cre¨® esta figura eclesial para aparentar una colegialidad que el revolucionario Concilio Vaticano II hab¨ªa reclamado a los papas, pese a haberse practicado poco desde entonces.
Todos, 21, se han celebrado en Roma, y eso que no pocos ten¨ªan por objeto analizar la situaci¨®n de territorios, incluso continentes, concretos: la crisis de las iglesias de los Pa¨ªses Bajos, el llamado "S¨ªnodo Neerland¨¦s (1980); el complicado avance de la religiosidad en ?frica (1994); la terrible situaci¨®n del L¨ªbano (1995); el empuje del cristianismo en Asia (1998) o en Ocean¨ªa (1999)... En cambio, es apabullante la relaci¨®n de grandes concilios que salieron de esta ciudad para sentirse libres, el m¨¢s famoso a Trento.
Roma no se mueve de Roma. Las experiencias de Pablo VI en las asambleas del episcopado latinoamericano de Medell¨ªn (Colombia, 1968) y Puebla (M¨¦xico, 1979), cumbres de una teolog¨ªa de la liberaci¨®n execrada m¨¢s tarde por Ratzinger, no volvieron a repetirse. Pero el catolicismo florece sobre todo en esos otros continentes. La mayor¨ªa de los nuevos cristianos, hoy, viven en antiguas tierras de misi¨®n, donde la religi¨®n multiplica la cosecha por d¨¦cadas, mientras la pr¨¢ctica en el llamado viejo continente retrocede cada a?o.
Retroceso en Espa?a
Es el caso de Espa?a, donde el bautismo, el matrimonio y la primera comuni¨®n son tradiciones populares arraigadas, m¨¢s que sacramentos centrales, obligados. Sobresalta a los prelados, por ejemplo, la m¨ªnima pr¨¢ctica de otros dos sacramentos tambi¨¦n centrales, pero m¨¢s ¨ªntimos: la confesi¨®n y la eucarist¨ªa. Apenas el 12% de quienes se autoproclaman cat¨®licos (el 85% de los espa?oles, aunque el 98% de los mayores de 18 a?os est¨¢n bautizados), va a misa con frecuencia, y s¨®lo el 7% comulga una vez a la semana.
Este es el contexto de la homil¨ªa papal. La crisis en Occidente es m¨¢s que un dar la espalda a Dios, o que la religi¨®n sea hoy una cuesti¨®n privada (incluso para pol¨ªticos democristianos). Benedicto XVI, con hermosas palabras (todo relato de un apocalipsis exige contundencia literaria), acota, por tanto, la situaci¨®n que ocupar¨¢ tres semanas de trabajo sinodal, pese a que el mini concilio vaya a tratar, de oficio, sobre una cuesti¨®n tan abstracta como la eucarist¨ªa.
Nadie duda que muchos prelados querr¨¢n llegar al meollo de la crisis: qu¨¦ hacer, qu¨¦ reformas aunque no gusten a Roma, para que Dios, un "proscrito" seg¨²n el Papa, figure de nuevo en la agenda de esta sociedad de bautizados.
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