La cumbre del 'cous-cous'
Los recientes e inacabados acontecimientos que est¨¢n teniendo lugar en estos d¨ªas con dram¨¢ticos resultados son la consecuencia l¨®gica de una pol¨ªtica err¨¢tica de la Uni¨®n Europea y de Espa?a, en relaci¨®n con Marruecos y con los pa¨ªses subsaharianos. A Marruecos, por razones obvias y sin extenderme, cuanto peor en Ceuta y Melilla, mejor. Por eso con nuestro vecino del sur, Europa y Espa?a tendr¨ªan que tener que tener una pol¨ªtica m¨¢s clara y menos "ambigua" en todas las ¨¢reas, aunque no coman juntos el sabros¨ªsimo cous-cous. Me preocupan los resultados de la reciente cumbre hispano-marroqu¨ª en relaci¨®n con la ca¨®tica situaci¨®n de la poblaci¨®n subsahariana. Ante el drama esperemos que se arbitren medidas humanas. El tiempo dir¨¢...
Pero sobre todo, en lo que se refiere al ?frica subsahariana, las tempestades de ahora son el fruto de los vientos que desde hace a?os estamos sembrando. No hace demasiado tiempo, en otro foro, dije clar¨ªsimamente: "Sin embargo, lo m¨¢s triste y sorprendente es la falta de iniciativa y creatividad del Gobierno -me refer¨ªa entonces a otro gobierno, pero es aplicable tambi¨¦n al actual- para abordar el problema de fondo. Nos limitamos a poner m¨¢s obst¨¢culos. Espa?a, por su posici¨®n estrat¨¦gica, deber¨ªa ser la indicada para suscitar en el seno de la Uni¨®n Europea el debate sobre las razones por las cuales la inmigraci¨®n africana, a pesar del aumento de la seguridad en las fronteras, crece de manera notable en todos los pa¨ªses occidentales. Nuestras autoridades, lamentablemente, se limitan a ejecutar servilmente unas medidas de dudosa eficacia para cumplir las recomendaciones de Bruselas". No podemos olvidar que las migraciones son el corolario de una correlaci¨®n de fuerzas entre los pa¨ªses subdesarrollados y los pa¨ªses ricos e industrializados, que se resuelve en todo momento a favor de los pa¨ªses desarrollados. Para el inmigrante, la emigraci¨®n es la ¨²nica alternativa a la carencia de posibilidades de subsistencia digna en el propio pa¨ªs. Por supuesto que no es justificable ni la mafia ni la patera, pero tampoco el blindaje Y, en opini¨®n de muchos expertos, la eficacia de aqu¨¦llas est¨¢ por demostrar, ya que el dinero y el hambre pueden abrir muchas brechas y fisuras en los muros de hormig¨®n y acero. Estos d¨ªas lo estamos viendo clar¨ªsimamente... disminuyen las pateras, pero aumenta la presi¨®n sobre la frontera terrestre. Y la altura del mismo no importa...
Ahora, puede ser una oportunidad para plantearse el futuro de un continente que, en gran parte por culpa de Occidente, se encuentra a la deriva. ?frica se muere de sida, de hambre y de guerras, mientras seguimos tirando excedentes alimenticios al mar y vendi¨¦ndoles armamento. Y en esto tenemos mucho que ver. No podemos seguir culpabilizando a los dictadores de turno que nosotros mismos hemos aupado al poder, ni a las administraciones corruptas que hemos consentido. Un segundo de lucidez y honestidad tendr¨ªa que llevar a plantearnos seriamente la suerte del continente vecino, evitando los neo-colonialismos. Aunque s¨®lo fuera por razones ego¨ªstas y estrat¨¦gicas, porque -a pesar de las fronteras electrificadas y los perros guardianes- entrar¨¢n. Es posible que en la vieja Europa ya no tengamos capacidad de comprender que el destino de millones de seres humanos depende de nuestra capacidad de cooperaci¨®n desinteresada y sostenida y de la ayuda en proyectos de desarrollo humano. Si analizamos con detenimiento los informes anuales sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) constatamos dram¨¢ticamente que la situaci¨®n de pobreza y desigualdad en el mundo se acrecienta d¨ªa a d¨ªa. La globalizaci¨®n est¨¢ creando una especie de "desigualdad global", que provoca un aumento de las diferencias socioecon¨®micas entre muchos pa¨ªses y sus habitantes. La distancia que separa a los pa¨ªses ricos de los pobres se ampl¨ªa cada vez m¨¢s, y las condiciones demogr¨¢ficas contribuyen a que el porcentaje de la poblaci¨®n mundial que vive en la periferia del sistema sea cada vez mayor. Si hace veinticinco a?os se hablaba de que las dos terceras partes de la humanidad estaban condenadas a la m¨¢xima pobreza, hoy se puede afirmar que son las cuatro quintas partes de la poblaci¨®n mundial las que est¨¢n sometidas a la miseria. El precio de la prosperidad del centro es la pobreza de la periferia.
Este sencillo an¨¢lisis, simplemente, pretende poner ante nuestros ojos que la realidad de la inmigraci¨®n que presiona a las puertas de nuestras fronteras y ciudades tiene algo que ver con esta radical y acentuada desigualdad, y esto es particularmente m¨¢s real respecto al continente africano. No se trata de afirmaciones gratuitas o demag¨®gicas. Las posibles soluciones pasan por iniciativas necesarias y urgentes por parte de los Estados y organismos econ¨®micos multilaterales, para eliminar las causas que provocan los ¨¦xodos y las transferencias de poblaciones de los llamados pa¨ªses del Tercer Mundo al Primer Mundo. El camino que razonablemente conduce a una actuaci¨®n eficaz sobre los movimientos migratorios no es otro que actuar sobre sus causas. Hay que intervenir de forma duradera y sostenida sobre ellas, acrecentando una cooperaci¨®n internacional integral, que redunde en programas de eliminaci¨®n de la pobreza y el subdesarrollo.
La inmigraci¨®n, para los pa¨ªses pobres, implica la p¨¦rdida de personas cualificadas y de la capacidad de formar a nuevas generaciones de profesionales y la necesidad de importar cada vez m¨¢s a expertos extranjeros con costes muy elevados. Esta dependencia tecnol¨®gica, los problemas del comercio injusto, y otras muchas situaciones contribuyen tambi¨¦n a ensanchar el abismo entre los pa¨ªses pobres y ricos.
Tampoco debemos desde?ar que en la Uni¨®n Europea las migraciones se han venido concibiendo y tratando en un primer momento como un sistema general de aprovisionamiento de la mano de obra de bajo costo necesaria para el desarrollo econ¨®mico y posteriormente orientado el flujo migratorio hacia el sector terciario, para la mejor reorganizaci¨®n de la econom¨ªa y del mercado laboral. Mano de obra, exclusivamente al servicio de la coyuntura econ¨®mica. Los trabajadores inmigrantes vienen no s¨®lo porque ellos tengan necesidad, sino, sobre todo, porque nosotros les necesitamos.
Finalmente, no podemos olvidar las migraciones forzadas por reg¨ªmenes dictatoriales o como consecuencia de las sangrantes guerras que azotan de manera permanente algunas regiones de nuestro planeta. En cualquier caso, los acontecimientos de Melilla pueden ser una oportunidad para que todos reflexionemos seriamente sobre el porqu¨¦ esos seres humanos se juegan la vida para venir a Europa...
Jos¨¦ Luis Ferrando es profesor de Filosof¨ªa y Teolog¨ªa.
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