Hermanos
Lo m¨¢s lamentable de todo lo que est¨¢ sucediendo en nuestras fronteras africanas, ya ves, es que, como esto siga as¨ª, se nos va a fastidiar el pr¨®ximo Par¨ªs-Dakar. No s¨®lo porque va a haber por all¨¢ abajo una mala leche considerable, a la hora de recibir a nuestros (de la Gran Europa) h¨¦roes motorizados, que tantas propinas reparten anualmente entre la negritud. Adem¨¢s, como espect¨¢culo deportivo, cualquier manifestaci¨®n competitiva palidece comparada con el salto de verjas sin p¨¦rtiga y a pecho hambriento descubierto. Y sin trofeo para los ganadores. Se trata de la haza?a atl¨¦tica del siglo, pues se desarrolla exclusivamente entre perdedores. Sin parang¨®n, salvo en Tijuana y R¨ªo Grande, pero ¨¦sta es otra.
Ave, C¨¦sares. Los que van a perder os saludan, pero a vosotros qu¨¦ poquito os queda. Qu¨¦ puntazo circense de la antigua Roma en su declive est¨¢ adquiriendo la Europa de las rejas, muros, verjas, canes cerberos y desdenes austriacos. Los Espartacos que no saben que lo son pero saltan la muralla para abandonar el coso pueden ser perdedores, pero no son fracasados, porque tienen raz¨®n. Y son muchos, y m¨¢s vistosos que los europeos del Este, que inmigran lo mismo pero rubiamente, blancamente, d¨®nde vas a parar. Los negros, ya ves, lo hacen africanamente, poni¨¦ndonos en esta situaci¨®n, oblig¨¢ndonos a mirarnos en la verja sin clavellinas pero con rastros de sangre humana, hermana.
Siento mostrarme amarga pero a¨²n me amargar¨ªa m¨¢s mostrarme dulce. No tengo soluciones ni respuestas, excepto que s¨®lo hay dos formas de hacer las cosas, bien o mal, y parece que siempre se elige la peor, la m¨¢s tard¨ªa y la menos inteligente. En cualquier caso, los perdedores de hoy tienen una ventaja hist¨®rica sobre nosotros. No son ellos quienes inventan las verjas. Que la idea de la verja, la alambrada y el muro haya germinado en nuestros corazones da la medida de nuestro fracaso.
En el vest¨ªbulo del hotel Nixe Palace, en Marivent, hay una gran pintura de Sorolla. Despu¨¦s de pasar una semana admirando de lejos a los africanos (del Norte: magreb¨ªes, pens¨¦), con sus desvalidas sayas y su aire de pobres, me acerqu¨¦ y le¨ª: gente de Soria. Es decir, espa?oles. Nosotros, a principios del siglo pasado. Ya ves.
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