El 'donut' m¨¢s deseado
Los inquilinos comienzan a ocupar los pisos en el edificio Mirador, en Sanchinarro
Juan Luis Mor¨¢n y Mari Mar Campos son los primeros. La primera pareja, con toda probabilidad, en entrar a vivir en el nuevo edificio Mirador del barrio de Sanchinarro, al norte de Madrid. El mi¨¦rcoles, los dos se afanaban en colgar a toda prisa los armarios de la cocina, mientras sus dos hijos correteaban por su nuevo piso completamente vac¨ªo. S¨®lo un d¨ªa antes el alcalde, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, les hab¨ªa entregado las llaves de su vivienda junto a los otros 155 propietarios. Son 156 parejas afortunadas a las que les ha tocado en suerte uno de los pisos de este singular edificio, llamado a ser la referencia en el barrio y, quiz¨¢, s¨ªmbolo de la ciudad en un futuro. "Por algo ha recibido varios premios", se?ala orgulloso un vecino.
La vida va llegando poco a poco a este coloso, de 20 pisos de altura. El d¨ªa siguiente a la esperada entrega de llaves -seis meses despu¨¦s de lo prometido-, la actividad en el bloque era muy escasa. S¨®lo los m¨¢s inquietos o los que m¨¢s necesidad ten¨ªan se acercaron otra vez a sus nuevas casas. Tambi¨¦n muchos padres de propietarios se pasaron a saciar su curiosidad, a ver c¨®mo es uno de los inmuebles de viviendas que m¨¢s ha llamado la atenci¨®n en Madrid en los ¨²ltimos a?os y por el que tanto tiempo han esperado sus due?os.
Hace casi tres a?os que los primeros solicitaron las viviendas. Mor¨¢n y Campos durmieron ayer, por fin, por primera vez en su casa. Les da igual que el barrio no est¨¦ preparado para toda la gente que aloja ya. "Aqu¨ª no hay nada. S¨®lo un Caprabo. No hay locales, ni un bar en kil¨®metros, pero como est¨¢bamos de alquiler, necesitamos cambiarnos ya", explica Campos. Eso es lo malo. Entre lo bueno, el colegio, a cinco minutos andando. Aunque est¨¦ sin terminar a¨²n.
Hito arquitect¨®nico
Como ellos, los destinatarios de este "hito arquitect¨®nico" (definici¨®n de Ruiz-Gallard¨®n) creado por el equipo holand¨¦s MVRDV y la espa?ola Blanca Lle¨® son en su mayor¨ªa parejas menores de 35 a?os que se han repartido las viviendas de dos, tres y cuatro habitaciones. Hay pisos convencionales y d¨²plex en los niveles superiores, con terraza incluida. Las viviendas son de 62, 74 y 99 metros cuadrados y comparten una caracter¨ªstica: la cocina est¨¢ integrada en el sal¨®n; es decir, ning¨²n muro separa ambas estancias. Esta disposici¨®n no ha gustado a algunos propietarios, como se?alaban los padres de un inquilino del piso 19. En esta casa, cuatro botellas de champ¨¢n sobre la mesa, vac¨ªas, daban cuenta de la inauguraci¨®n del piso la noche anterior.
Absolutamente condicionado por el mirador que lo caracteriza -un agujero de ocho pisos de altura en medio del inmueble, lo que ha hecho que algunos le denominen el donut-, el edificio es un laberinto por dentro. Hay multitud de puertas, pasillos y escaleras que no se comunican entre s¨ª. Una de las alas del bloque tiene dos escaleras juntas, pero no revueltas. Los tramos se cruzan, pero no est¨¢n conectadas: una es exterior y por ella se llega a los niveles pares; la otra, interior, es para los impares. Los cuatro portales que alberga el bloque cumplen una mera funci¨®n de ordenaci¨®n de los vecinos, ya que por cada portal se puede acceder a los pisos de todo el edificio.
Los pocos vecinos que se van acercando para acondicionar sus viviendas destacan lo asequible de los pisos por encima de la modernidad del edificio. Los inquilinos pagar¨¢n entre 101.386 y 148.600 euros por las viviendas de este edificio, concebido a modo de "manzana vertical", seg¨²n explic¨® Ruiz-Gallard¨®n. El alcalde quiso decir que si se tumbase el inmueble, la descomunal terraza central -que da nombre al edificio, El Mirador- se convertir¨ªa en un patio interior tradicional.
La vista desde la gigantesca terraza es privilegiada. O lo ser¨¢, porque lo ¨²nico que se aprecia de momento, entre amplias avenidas, es una mara?a de gr¨²as y el color ocre de lo que todav¨ªa es una zona seca y sin urbanizar totalmente.
Los vecinos se muestran satisfechos, aunque siempre hay alg¨²n pero, m¨¢s relacionado con las infraestructuras del barrio que con el edificio en s¨ª. "Se tarda dos horas en llegar al centro sin coche", se lamenta Mercedes Uriarte, futura inquilina. Con autom¨®vil, tambi¨¦n. "Por las ma?anas es un caos. S¨®lo hay una salida hacia la M-40 y otra a la A-1 [autov¨ªa de Burgos]. Se montan unos follones...", explica.
Por fuera, entre el colorido y la disposici¨®n, el edificio se asemeja a un cuadro del pintor holand¨¦s Piet Mondrian. Cuadrados blancos, rojos, naranjas, grises, negros y beis configuran, en torno al gran hueco central, las dos fachadas principales del inmueble. Adem¨¢s, las tonalidades diferencian la disposici¨®n de las viviendas, ya que, a igual color en el exterior, igual piso, cuentan los vecinos.
Ubicado en el eje principal del barrio, el edificio ha sido ideado para ahorrar un 25% de energ¨ªa respecto a los sistemas convencionales y reducir otro tanto las emisiones de di¨®xido de carbono, seg¨²n recalc¨® el alcalde Ruiz-Gallard¨®n.
Especialmente llamativos son los tres ¨²ltimos pisos del bloque. Los pasillos distribuidores son de un naranja chill¨®n que da sensaci¨®n de opresi¨®n. Esta zona se organiza a modo de patio interior del bloque. Los corredores dan a un hueco central que conecta las tres alturas, y el techo est¨¢ sin cerrar. Algunos vecinos se quejaron ayer de que cuando llueva se mojar¨¢n los pasillos hasta la puerta de los pisos. Pero la mayor¨ªa no parece preocupada. De momento manda la ilusi¨®n por un hogar tanto tiempo esperado, como es el caso de Campos y Mor¨¢n: "Llev¨¢bamos 12 a?os de alquiler. Imag¨ªnate lo que supone esto".
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