Emoci¨®n, memoria

Uno de los poemas de la segunda parte de Etimolog¨ªa dice as¨ª: "cada omisi¨®n ser¨¢ una incapacidad de la mirada". Encarna Castej¨®n, en su primer libro po¨¦tico, convierte la mirada en palabra que revela y descubre. No se trata de la mirada superficial, que s¨®lo describe o se detiene en lo visible. No siempre -casi nunca- un primer libro muestra tan claramente como ¨¦ste un alto grado de madurez literaria. Es un poemario escrito con precisi¨®n, probablemente durante largo tiempo, con una concepci¨®n del poema que obedece a un proceso de despojamiento, de depuraci¨®n extrema en busca del n¨²cleo en que la vida late. Dividido en dos partes, El cielo vac¨ªo y Etimolog¨ªa, muestra dos caras de esa b¨²squeda. De un lado, la voluntad de fijar el tiempo a trav¨¦s de una colecci¨®n de instant¨¢neas, de destellos, en los que tiembla una sensaci¨®n de abismo. En la segunda parte, se advierte una mayor densidad y una sutil voluntad meditativa. La b¨²squeda de las ra¨ªces del yo po¨¦tico, cimentada en un diccionario esencial de seis palabras -"luz", "niebla", "espera", "casa", "ruina" y "distancia"-, se desarrolla mediante un recorrido por (hacia) la memoria de la infancia y de la adolescencia, hacia el recuerdo del amor como reflejo de la felicidad huidiza, de la plenitud imposible, siempre en precario, como base de la conciencia: "Forz¨® el armario, rompi¨® el rosario de los quince misterios, / desgarr¨® los bordados, / hizo trizas las p¨¢ginas cubiertas de sumas. / As¨ª olvid¨® la palabra obediencia". Libro inusual en nuestro panorama po¨¦tico, Etimolog¨ªa nos revela a una poeta no por tard¨ªa menos exigente. Con oficio, intuici¨®n e inteligencia.