Mohamed el Baradei o una 'china' en el zapato de Bush
El director del OIEA se convirti¨® en un escollo para EE UU en los meses anteriores a la guerra de Irak por las presuntas armas de Sadam
"Esta decisi¨®n no supone una coz contra ning¨²n pa¨ªs", dijo ayer el presidente del Comit¨¦ del Nobel, Olej Danbolt Mojes, tras negar que la elecci¨®n conjunta del Organismo Internacional de Energ¨ªa At¨®mica (OIEA) y Mohamed el Baradei podr¨ªa ser una cr¨ªtica velada al presidente norteamericano George W. Bush, cuya Administraci¨®n declar¨® la guerra contra el director general del OIEA en los primeros meses de 2003, en la recta final de la invasi¨®n de Irak, hasta intentar, sin ¨¦xito, frustrar, en septiembre pasado, su reelecci¨®n para un tercer mandato al frente de dicho organismo.
La pesadilla para este abogado nacido en El Cairo, con un doctorado en la Escuela de Leyes de la Universidad de Nueva York, comenz¨® exactamente el 30 de octubre de 2002. Ese d¨ªa, el presidente Bush le recib¨ªa en la Casa Blanca junto a Hans Blix, presidente de la Comisi¨®n de Seguimiento, Verificaci¨®n e Inspecci¨®n de Naciones Unidas (Unmovic). Antes de pasar al Despacho Oval, ambos fueron conducidos a la oficina del vicepresidente, Richard Cheney.
La amenaza de guerra nuclear era la guinda para vender la guerra de Irak
"Nunca pens¨¦ que mi intervenci¨®n en la ONU fuera a frenar la guerra", afirm¨®
"Si las inspecciones no arrojan resultados, es imposible mantenerlas indefinidamente. En tal caso estamos dispuestos a desacreditar las inspecciones a favor de una intervenci¨®n militar", advirti¨® el vicepresidente.
Seg¨²n dijo m¨¢s tarde Hans Blix en una entrevista con EL PA?S, al relatar el encuentro, el vicepresidente no era un hombre que les hubiera citado para intercambiar opiniones. "Habl¨® s¨®lo ¨¦l durante la mayor parte de la reuni¨®n. Fue una advertencia", record¨® Blix.
Mohamed el Baradei se interpuso -much¨ªsimo m¨¢s que Blix- en el camino de la Administraci¨®n de Bush en el preciso momento en que ¨¦sta pis¨® el acelerador en su carrera hacia la guerra. Los hechos encajan como las piezas de un rompecabezas.
El 27 de enero de 2003, El Baradei inform¨® al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre el trabajo de sus inspectores en Irak. "El OIEA", explic¨®, "ya hab¨ªa destruido, eliminado o evacuado, en 1992, la mayor parte de las instalaciones iraqu¨ªes con capacidad para fabricar armas nucleares". A?adi¨® que el trabajo "progresa ahora a un ritmo constante y debiera permitirse que siga su curso natural". Y vaticin¨® que "si Irak colabora", el OIEA podr¨ªa presentar "dentro de pocos meses" garant¨ªas convincentes de que dicho pa¨ªs carec¨ªa de un programa para fabricar armas nucleares. El jefe de la inspecci¨®n nuclear sorprendi¨® incluso a su colega Blix al solicitar expresamente m¨¢s tiempo para continuar la indagaci¨®n en Irak. Estos pocos meses, dijo, ser¨ªan "una inversi¨®n en la paz, pues quiz¨¢ nos ayudar¨ªan a evitar la guerra".
Mira por d¨®nde, Bush repasaba a esas horas el discurso que ten¨ªa previsto pronunciar al d¨ªa siguiente, 28 de enero de 2003, sobre el estado de la Uni¨®n. El tema nuclear interesaba especialmente a la Casa Blanca. La amenaza del hongo nuclear era la guinda para vender la guerra de Irak. Fue en esa ocasi¨®n cuando Bush pronunci¨® sus ya famosas 16 palabras en ingl¨¦s (17 en espa?ol): "El Gobierno brit¨¢nico ha sabido que Sadam Husein intent¨® conseguir recientemente cantidades significativas de uranio en ?frica".
El OIEA pidi¨® explicaciones al entonces secretario de Estado, Colin Powell, quien inform¨® de que pose¨ªa documentos en los que se probaban las afirmaciones. Powell tard¨® casi una semana en entregarlos. Eran presuntos contratos firmados por autoridades de N¨ªger y de Irak. Seg¨²n explic¨® Jacques Baute, responsable de la inspecci¨®n en Irak, en una entrevista con EL PA?S, no le cost¨® mucho averiguar que eran documentos falsos. "La persona que firmaba los contratos ya hab¨ªa dejado de ser ministro hac¨ªa mucho tiempo. Era un material trucado".
El 7 de marzo de 2003, El Baradei present¨® un informe exhaustivo al Consejo de Seguridad. Al referirse al tema del uranio, fue lapidario. "El OIEA ha llegado a la conclusi¨®n, en la que ha coincidido con expertos externos, que estos documentos -que eran la base de la informaci¨®n sobre transacciones recientes de uranio entre Irak y N¨ªger- en realidad no son aut¨¦nticos. Estas acusaciones carecen de fundamento".
El Baradei se?al¨®: "En conclusi¨®n, hoy puedo declarar que en la esfera de las armas nucleares -las armas de destrucci¨®n masiva m¨¢s mort¨ªferas- las inspecciones est¨¢n avanzando en Irak. Primero, no hay ning¨²n indicio de que se hayan reanudado actividades nucleares en edificios reconstruidos o erigidos desde 1998; segundo, no hay ning¨²n indicio de que Irak haya tratado de importar uranio desde 1990; tercero, no hay ning¨²n indicio de que haya tratado de importar tubos de aluminio para utilizarlos en enriquecimiento por centrifugado; no hay ning¨²n indicio de que haya importado imanes para utilizarlos en enriquecimiento por centrifugado".
El Baradei concedi¨® a EL PA?S una larga entrevista el 10 de diciembre de 2004 en Viena, que se public¨® d¨ªas m¨¢s tarde. Ya estaba embarcado en la pol¨¦mica sobre el programa nuclear de Ir¨¢n. Ese d¨ªa supo que la Administraci¨®n de Bush hab¨ªa ordenado interceptar sus tel¨¦fonos. "Sabe, uno cuenta con ello", se?al¨®. Tranquilo, suave y entusiasta, al recordar aquel informe del 7 de marzo de 2003, dijo:
-Nunca pens¨¦ que con mi intervenci¨®n en el Consejo de Seguridad se podr¨ªa frenar la guerra. No soy tan ingenuo...
El Baradei hizo una pausa. Mir¨® a su interlocutor y agreg¨®:
-Tampoco pude imaginar la escasa repercusi¨®n que mis fuertes afirmaciones pudieran tener en los grandes medios de comunicaci¨®n norteamericanos...
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