La cama, en el Retiro
El showman Pablo Carbonell -que estos d¨ªas representa La curva de la felicidad- nos ofrece un relato hilarante. Con 17 a?os viaj¨® en tren de Huelva a Madrid para asistir a un concierto de Jethro Tull. Un peque?o detalle: no llevaba billete.
A ver, a ver...
No ten¨ªa un duro, as¨ª que con un amigo nos colamos en el tren. Si ven¨ªa el revisor ech¨¢bamos a correr. Cuando nos pillaba, nos echaba y esper¨¢bamos al siguiente. Tardamos dos d¨ªas en llegar. Acabamos escondi¨¦ndonos en el vag¨®n de los coches. A la altura de C¨®rdoba se subieron unos ni?os y empezaron a romper las lunas y a forzar los maleteros.
Vandalismo en directo.
Pensaba: cu¨¢nto tienen que sufrir los padres de estos chavales, pero entonces me di cuenta de que estaban abajo recogiendo las maletas que ellos lanzaban.
?Asistieron al concierto?
Cuando llegamos estaba tan cansado que me dorm¨ª en la puerta del Jard¨ªn Bot¨¢nico. Mi amigo s¨ª lo intent¨®, pero le pusieron calentito por intentar colarse. Este verano por fin les he visto en directo, pero me habr¨ªa gustado m¨¢s hace 25 a?os.
Entonces, ?media vuelta con la cola entre las piernas?
Era San Isidro y nos quedamos una semana y pasamos los d¨ªas en la plaza del Dos de Mayo.
De hostales ni hablamos.
Dorm¨ªa en el Retiro, porque me daba cosa el metro. Yo era muy provinciano y el Retiro me parec¨ªa Central Park; el edificio de Telef¨®nica, el Empire State.
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