Turqu¨ªa y Europa
Esta semana, la Uni¨®n Europea ha hecho una cosa extraordinaria. Decidi¨® convertirse en una mancomunidad que abarque toda Europa, y no en el superestado europeo que puebla las pesadillas de los euroesc¨¦pticos brit¨¢nicos.
El principal resultado de la apertura de las negociaciones para la incorporaci¨®n de Turqu¨ªa, que tan amarga oposici¨®n ha despertado, no es que se garantice la pertenencia de Turqu¨ªa a la Uni¨®n Europea, cosa que puede ser realidad o no de aqu¨ª a 10 o 15 a?os. El principal resultado es que, al llevar la frontera de la ampliaci¨®n tan al sur y tan al este, el resto del sureste europeo no tiene m¨¢s remedio que entrar en la UE, seguramente antes que Turqu¨ªa. Se trata de una iron¨ªa hist¨®rica curiosa. Turqu¨ªa, que anteriormente, en su forma otomana, ocup¨® gran parte de los Balcanes y, por tanto, los aisl¨® de lo que entonces constitu¨ªa el club cristiano de Europa, va a ser ahora la que abra la puerta de Europa a sus antiguas colonias.
Turqu¨ªa, que ocup¨® gran parte de los Balcanes y los aisl¨® de la cristiandad, va a ser ahora la que abra la puerta de Europa a sus antiguas colonias
Europa se diluye en las llanuras de Turqu¨ªa y Rusia, as¨ª que entre Mosc¨² y Vladivostok, Estambul y Hakkari hay un punto en el que empieza Asia
Turqu¨ªa, que concilia una sociedad isl¨¢mica en su mayor parte con un Estado laico, es vital para el resto del islam y para los musulmanes europeos
Bulgaria y Rumania, en cualquier caso, se integrar¨¢n en la UE en 2007. ?Y cu¨¢l ha sido el precio de que Austria aceptara, por fin, que se abrieran las negociaciones con Turqu¨ªa? ?Una promesa similar para Croacia! Y una cosa lleva a otra. Una vez que los pa¨ªses balc¨¢nicos est¨¦n dentro, empezar¨¢n inmediatamente a agitar para que se les unan sus vecinos, del mismo modo que Polonia agita en la actualidad para que se hagan promesas a Ucrania. No importa que esos vecinos sean antiguos adversarios, con amargos recuerdos de las guerras recientes y la limpieza ¨¦tnica. La misteriosa alquimia de la ampliaci¨®n hace que quienes eran enemigos se conviertan en partidarios. Alemania fue la gran promotora de la incorporaci¨®n polaca, y Grecia sigue siendo uno de los pa¨ªses que m¨¢s apoyan la entrada de Turqu¨ªa.
Cuando Serbia o Macedonia llamen a la puerta de Bruselas, exclamar¨¢n: "?C¨®mo dicen s¨ª a Turqu¨ªa y nos dicen no a nosotros, que estamos m¨¢s cerca y desde luego somos m¨¢s europeos que ellos?". Como son unos pa¨ªses, en general, peque?os, y como la UE ya se encarga en gran parte de la seguridad y la reconstrucci¨®n del sureste europeo, como potencia casi colonial desde que acab¨® el conflicto, los miembros m¨¢s antiguos de la Uni¨®n, de mala gana, suspirar¨¢n y dir¨¢n: "En fin, qu¨¦ demonios, uno o dos pa¨ªses peque?os m¨¢s no suponen gran diferencia, los grandes quebraderos de cabeza nos los dan Turqu¨ªa y Ucrania". As¨ª que dejar¨¢n que se cuelen.
Como consecuencia, independientemente de que Turqu¨ªa se incorpore o no durante el pr¨®ximo decenio, para el a?o 2015, la Uni¨®n Europea abarcar¨¢ la mayor¨ªa de lo que hist¨®ricamente se ha considerado el territorio de Europa, y tendr¨¢ entre 32 y 37 Estados miembros. Porque es posible que, al final, Suiza, Noruega e Islandia tambi¨¦n decidan entrar. La frontera la formar¨¢n Turqu¨ªa y Ucrania, y Rusia disfrutar¨¢ de una relaci¨®n especial con esta nueva Uni¨®n.
S¨®lo el m¨¢s obtuso euroesc¨¦ptico es capaz de suponer que una Uni¨®n Europea tan amplia y diversa pueda ser un superestado napole¨®nico, centralizado y burocr¨¢tico. Por eso, los que todav¨ªa desean algo semejante a unos Estados Unidos de Europa opinan que el lunes fue un d¨ªa terrible para los europeos.
El franc¨¦s Val¨¦ry Giscard d'Estaing, autor principal del tratado constitucional de la UE que naci¨® antes de morir, estaba desesperado, mientras que el brit¨¢nico Jack Straw sonre¨ªa de oreja a oreja. En general, los brit¨¢nicos odiaban la Constituci¨®n porque cre¨ªan que su efecto ser¨ªa una Europa francesa, y los franceses odian la ampliaci¨®n porque creen que la consecuencia ser¨¢ una Europa brit¨¢nica. Giscard se lamenta de que estas nuevas ampliaciones "claramente van a transformar Europa en una gran zona de libre comercio". Es el prop¨®sito que los europeos del continente han achacado tradicionalmente a los brit¨¢nicos.
La visi¨®n brit¨¢nica
Es m¨¢s, es lo que algunos brit¨¢nicos quieren que sea Europa. Por eso a Margaret Thatcher le encantaba la ampliaci¨®n. Hace poco o¨ª decir expl¨ªcitamente a un destacado conservador, miembro del gabinete en la sombra, que le gustaba la perspectiva de nuevas ampliaciones porque, de esa forma, la UE ser¨¢ lo que tiene que ser, una gran zona de libre comercio. Pero esas voces no representan las ideas del Gobierno brit¨¢nico y, en cualquier caso, no tienen raz¨®n.
Esta Europa ampliada ser¨¢ mucho m¨¢s que una zona de libre comercio, o se quedar¨¢ en nada. Ya es mucho m¨¢s. Y a la mayor¨ªa de los nuevos miembros les interesa apasionadamente que lo sea. Para no ser m¨¢s que una zona de libre comercio, la UE tendr¨ªa que dar un gran paso atr¨¢s, y eso es impensable. Lo que hay en perspectiva es, m¨¢s bien, una entidad tan distinta de una zona de libre comercio como de un superestado centralizado. Una comunidad pol¨ªtica continental sin precedentes que, a falta de otro t¨¦rmino mejor, yo llamo commonwealth o mancomunidad, aunque mucho m¨¢s parecida a la mancomunidad de polacos y lituanos en los primeros tiempos de la Edad Moderna que a la Commonwealth brit¨¢nica de hoy.
Entretanto, no crean que estoy eludiendo la cuesti¨®n de la pertenencia de Turqu¨ªa. Si empez¨¢ramos desde cero, ser¨ªa partidario de que Europa tenga una relaci¨®n de colaboraci¨®n especial (en palabras de Angela Merkel) con Turqu¨ªa, y tambi¨¦n con Rusia. ?Por qu¨¦? Porque, en sus fronteras del este y del sureste, Europa no se acaba, se diluye. Se diluye a trav¨¦s de las grandes llanuras de Turqu¨ªa y Rusia. En alg¨²n punto entre Mosc¨² y Vladivostok, en alg¨²n punto entre Estambul y Hakkari, uno se encuentra m¨¢s en Asia que en Europa. El hecho de que la geograf¨ªa y la historia de estos dos pa¨ªses tengan esa peculiaridad de ser europeas s¨®lo en parte indica una relaci¨®n especial, porque la sensaci¨®n de pertenecer a una unidad geogr¨¢fica e hist¨®rica es importante para cualquier comunidad pol¨ªtica de Europa.
Promesas
Pero no partimos de cero. Tenemos que respetar una serie de promesas. Llevamos m¨¢s de 40 a?os asegurando a Turqu¨ªa que va a formar parte de nuestra comunidad europea. Durante la ¨²ltima d¨¦cada hemos repetido, reforzado y concretado estas promesas. El ejemplo de Turqu¨ªa, que concilia una sociedad mayoritariamente isl¨¢mica con un Estado laico, es vital para el resto del islam, y no carece de importancia para los 15 o 20 millones de musulmanes que ya viven en Europa. Cuando estuve en Ir¨¢n, hace poco, un mul¨¢ disidente, que hab¨ªa pasado 18 meses en prisi¨®n por criticar el r¨¦gimen isl¨¢mico de su pa¨ªs, me dijo: "Hay dos modelos, Turqu¨ªa e Ir¨¢n". ?Cu¨¢l debemos apoyar? La respuesta es, como dicen en Estados Unidos, "de tontos". Y la Uni¨®n Europea, aunque no tiene cerebro -es decir, no toma decisiones como una naci¨®n-estado-, ha hecho lo que ten¨ªa que hacer. Turqu¨ªa es una excepci¨®n, no un precedente para Marruecos o Argelia. Con buen criterio, la Uni¨®n Europea ha decidido incorporar un pedazo de Asia.
Ahora bien, para que eso ocurra tenemos que garantizar dos cosas. En primer lugar, que Turqu¨ªa cumpla verdaderamente los famosos Criterios de Copenhague de la UE, con una democracia liberal estable, el imperio de la ley (con plena igualdad para hombres y mujeres), una econom¨ªa libre de mercado, libertad de palabra (incluso para los intelectuales que dicen que los turcos cometieron genocidio contra los armenios) y respeto a los derechos de las minor¨ªas (en especial, los de los kurdos). Turqu¨ªa tiene a¨²n mucho camino que recorrer. En segundo lugar, otra cosa igualmente dif¨ªcil: la opini¨®n p¨²blica de los Estados miembros actuales, como Francia y Austria, debe estar dispuesta a aceptar el ingreso de Turqu¨ªa. Entre estos dos requisitos, nos esperan al menos 10 a?os de trabajo.
As¨ª pues, como suele ocurrir, la Uni¨®n Europea ha hecho esta semana algo muy importante, sin entender verdaderamente lo que ha hecho. No ha decidido que Turqu¨ªa sea miembro; ha decidido que Europa sea una mancomunidad, y no un superestado.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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