Querida abuela, querido abuelo
Desempe?an una importante labor muchas veces callada y que no siempre sabemos valorar. Son ellos los que muchas veces alivian el trabajo de los padres y ayudan a conformar la personalidad de los nietos, al disfrutar de una mejor salud y una mayor vitalidad hasta edades cada vez m¨¢s avanzadas.
No constan en las estad¨ªsticas de empleo ni reciben el reconocimiento que merecen, pero gracias a su generosidad y entrega miles de hogares espa?oles pueden llegar a fin de mes. Su trabajo genera un alto valor a?adido econ¨®mico y social, y son uno de los mayores activos de cohesi¨®n familiar, transmisi¨®n de experiencia y generaci¨®n de riqueza de los que disponemos. Muchas veces por necesidad, otras por comodidad de sus hijos, las abuelas y abuelos de nuestro pa¨ªs son un pilar fundamental en el proceso de convertir en personas a sus nietos. Es necesario reconocer su esfuerzo. Hagamos un breve repaso a la calidad y cantidad de valor que generan:
Sost¨¦n de la econom¨ªa. En Espa?a hay m¨¢s de siete millones de personas mayores de 65 a?os. De ellas, casi cinco millones participan o han participado en alg¨²n momento del cuidado de sus nietos. En algunos casos se trata de una tarea a jornada completa que implica el desarrollo de funciones tan indispensables como la preparaci¨®n de comidas, el acompa?amiento y recogida del colegio, el entretenimiento por la tarde, la atenci¨®n nocturna en caso de enfermedad, la gesti¨®n del hogar de sus hijos (limpieza, compras?), la confecci¨®n y cuidado de prendas de vestir y del hogar, e incluso -seg¨²n fuentes oficiales- tareas de construcci¨®n o renovaci¨®n del hogar o de mantenimiento y reparaci¨®n de veh¨ªculos.
S¨®lo en Espa?a, el valor del trabajo de las abuelas y abuelos se calcula en cifras astron¨®micas, y no es ning¨²n disparate afirmar que sin ellos la econom¨ªa sufrir¨ªa un descalabro, porque cerca del 20% de las mujeres que trabajan fuera del hogar declaran que no podr¨ªan hacerlo si no fuera por la ayuda que reciben de sus padres. Ayudas que se reciben a diario, en vacaciones, cuando los ni?os est¨¢n enfermos o cuando los propios padres est¨¢n de baja. A ese 20% de familias en las que la abuela o el abuelo son indispensables se deber¨ªa a?adir casi un 80% de hogares que cuentan espor¨¢dica o regularmente con su ayuda en todo tipo de tareas.
En definitiva, nuestras abuelas y abuelos, los que vemos en la calle o en el parque con sus nietas y nietos, son un apoyo fundamental en un entorno donde cada vez es m¨¢s habitual que ambos miembros de la pareja trabajen arduamente para pagar una hipoteca a 30 a?os y otros tantos gastos que ponen dif¨ªcil llegar a fin de mes.
Transmisores de conocimiento. Y todo ello porque son activos, inquietos, solidarios, comprometidos, pacientes y una fuente inagotable de cari?o, cuidados, educaci¨®n y seguridad, lo que los convierte en uno de los mejores modelos de referencia para sus nietos. Gracias a la entrega y paciencia que s¨®lo el amor es capaz de generar, ense?an a sus nietos a leer, contar o escribir; les acompa?an en sus deberes, y les trasmiten sus propias habilidades, conocimientos, oficios o aficiones.
Son adem¨¢s los guardianes de la memoria familiar, ya que las ra¨ªces, los or¨ªgenes, las aventuras de los ancestros y todo aquello que nos hace ser lo que somos se mantiene y se transmite gracias al relato de la abuela y el abuelo. De este modo, los peque?os toman conciencia del valor de la familia, del v¨ªnculo, de la alteridad, de su pasado y de su identidad.
Su disponibilidad y paciencia ayudan a que los peque?os encuentren espacios de descompresi¨®n en una sociedad devorada por la prisa, el estr¨¦s y la ansiedad, en la que la pastilla o el mando a distancia parece que todo lo pueden. Abuelas y abuelos brindan en muchos casos un espacio en el que aprender con calma las tablas de multiplicar, c¨®mo atarse los cordones del zapato, normas de urbanidad, cuentos, juegos, canciones, refranes y adivinanzas que jam¨¢s debemos olvidar?, o c¨®mo se prepara una sabrosa tarta. Lecciones que no se olvidan.
Ternura y apoyo. Tambi¨¦n en determinados casos, en los que las dificultades o las crisis personales o profesionales afectan a la vida de los padres y la situaci¨®n dram¨¢tica se impone, los abuelos pueden llegar a ocupar por completo el lugar y funciones de aqu¨¦llos. La ternura y el cari?o de los abuelos forma muy a menudo parte de los cimientos m¨¢s s¨®lidos sobre los que se elevar¨¢ la personalidad de la peque?a o el peque?o, d¨¢ndole estabilidad emocional y referentes en momentos futuros en los que la adversidad pueda hacer aparici¨®n. Su experiencia y su perspectiva aporta a menudo el ox¨ªgeno necesario a la visi¨®n distinta que impone la rutina en la que sus padres se mueven presurosos para cumplir sus obligaciones.
Brindan adem¨¢s tiempo para el di¨¢logo, la confidencia, el juego y el desarrollo de la imaginaci¨®n. Incluso son ellos quienes le dan a su nieto los mejores recuerdos y an¨¦cdotas sobre la vida de sus propios padres, y hacen que el peque?o vea en su padre y en su madre al ni?o y la ni?a que ellos tambi¨¦n fueron.
En el mundo. En una ?frica devastada por la injusticia ante la mirada ausente de los pa¨ªses desarrollados, en la que millones de adultos son v¨ªctimas del sida, las abuelas son quienes cuidan de sus hijos enfermos en su hogar y las que se hacen cargo de los peque?os hu¨¦rfanos cuando sus padres fallecen. Hoy, 14 millones de ni?os menores de 15 a?os viven en ?frica en estas condiciones.
Adem¨¢s, en muchos pa¨ªses desarrollados y con fuerte implantaci¨®n del voluntariado, como es el caso de Espa?a, el cuidado de personas dependientes y enfermas (de todas las edades) es en su mayor¨ªa llevado a cabo por personas mayores (especialmente mujeres).
Su funci¨®n se considera tan necesaria por aquellos que por desgracia no disponen de su presencia que, por ejemplo en el Reino Unido, hay varias asociaciones que buscan a personas mayores de 65 a?os para poder ser contratadas por familias que desean que sus hijas e hijos cuenten con abuelos de adopci¨®n. As¨ª, los peque?os y j¨®venes pueden contar con una figura necesaria, y tan deseada por ellos como por sus padres.
En Estados Unidos hay padres de familia que pagan una asignaci¨®n peri¨®dica a los abuelos por las tareas de cuidado de sus hijos como un reconocimiento a su labor de cohesi¨®n y estructura del hogar.
Vejez y desarrollo. Uno de los argumentos que o¨ªmos de manera habitual en debates, tertulias, boletines informativos o en la prensa es el significativo coste que representa el sistema de pensiones, as¨ª como la atenci¨®n sanitaria a las personas mayores. Pocas veces se inicia el debate poniendo en valor que, gracias a ellos y a sus cotizaciones del pasado, el sistema de hoy puede soportar las cargas. Adem¨¢s, los recursos econ¨®micos que reciben de la Seguridad Social son la contraprestaci¨®n necesaria y justa a los impuestos y cotizaciones de toda una vida de trabajo. Conviene no obviar, adem¨¢s, que en los ¨²ltimos a?os se ha producido una fuerte inversi¨®n en servicios para personas mayores que van desde el turismo, especialmente en ¨¦pocas de baja demanda de visitantes procedentes del extranjero (con todos los servicios derivados que ello genera: hosteler¨ªa, ocio, viajes, actividades culturales?) hasta la salud (gimnasios, balnearios?), pasando por la oferta de alojamiento y servicios derivados, que incluye desde los centros residenciales a las nuevas ofertas: viviendas aut¨®nomas con todo tipo de servicios complementarios de asistencia. En todos los casos se trata de sectores que requieren de abundante mano de obra, y, por tanto, son importantes generadores de empleo y riqueza.
La declaraci¨®n de Brasilia sobre el envejecimiento saludable, redactada por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) en 1996, establece lo siguiente: "El envejecimiento est¨¢ ligado al desarrollo. Las personas mayores saludables son un recurso para sus familias, sus comunidades y la econom¨ªa". Y sin duda, as¨ª es.
Es perverso que la sociedad considere que una persona con m¨¢s de 65 a?os ya no es ¨²til. Esta est¨²pida creencia nace del hecho de que la experiencia est¨¦ perdiendo valor, cuando es un elemento fundamental para el desarrollo social que anta?o se valoraba como algo sagrado. Experiencia que supone conocimiento, sabidur¨ªa, afecto, v¨ªnculos, alteridad, pasado necesario y esperanza para el futuro. Una experiencia que no tiene precio porque su valor es infinito; el valor que nos hace ser humanos, el valor del amor de nuestros abuelos.
?lex Rovira es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
Mayores cada vez m¨¢s sanos y activos
Existe el t¨®pico de que las personas mayores son una carga para la sociedad, cuando la realidad es que en Espa?a son una minor¨ªa en t¨¦rminos relativos las personas mayores que requieren asistencia, ya que por lo general el deterioro de habilidades funcionales se manifiesta casi siempre a partir de los 80 a?os. Los avances m¨¦dicos y la mejora de la calidad de vida hacen que cada vez sean m¨¢s las personas mayores con buena salud hasta una edad muy avanzada y, consecuentemente, con una gran autonom¨ªa en sus ¨²ltimos a?os de vida. Por este motivo, son muchos los expertos que sostienen que el nivel de grandes discapacidades entre las personas mayores est¨¢ disminuyendo de manera significativa y sostenida en el tiempo. Muchos de los que hoy leemos estas p¨¢ginas, padres de j¨®venes, ni?os y beb¨¦s, seremos dentro de 30 a?os abuelas y abuelos que supondremos casi un tercio de la poblaci¨®n total de nuestro pa¨ªs, 13 millones de personas en Espa?a, a las que habr¨¢ que sumar m¨¢s de 1.500 millones de personas de 70 a?os en todo el mundo. Un mundo en el que, seg¨²n la OMS, las personas mayores desempe?ar¨¢n un papel cada vez m¨¢s importante: a trav¨¦s del trabajo voluntario, transmitiendo su experiencia y conocimientos, cuidando a sus familias y con una creciente participaci¨®n en la fuerza laboral no remunerada.
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