Bush, una forma suicida de gobernar
Hace unos 60 a?os, Arnold Toynbee, en su monumental Estudio de la Historia, lleg¨® a la conclusi¨®n de que la causa definitiva de la ca¨ªda imperial era la "forma de gobernar suicida". Tristemente para el lugar de George W. Bush en la historia pero -lo que es m¨¢s importante- desgraciadamente para el futuro de Estados Unidos, parece que en los ¨²ltimos tiempos esa sagaz expresi¨®n pudiera aplicarse a la pol¨ªtica seguida por Estados Unidos desde el cataclismo del 11-S. Aunque ¨²ltimamente ha habido algunos indicios de que el Gobierno podr¨ªa empezar a reevaluar los objetivos, hasta ahora definidos en general mediante lemas, de su fracasada intervenci¨®n militar en Irak, el discurso pronunciado por el presidente Bush el 6 de octubre represent¨® un retroceso a las f¨®rmulas demag¨®gicas empleadas durante la campa?a presidencial de 2004 para justificar la guerra que ¨¦l empez¨®. Esa guerra, promovida por un peque?o c¨ªrculo de pol¨ªticos por motivos a¨²n no revelados del todo, promocionada entre el p¨²blico mediante una ret¨®rica demag¨®gica basada en afirmaciones falsas, ha resultado mucho m¨¢s costosa en sangre y dinero de lo esperado. Ha despertado cr¨ªticas en todo el mundo, mientras que en Oriente Pr¨®ximo ha se?alado a Estados Unidos como sucesor del imperialismo brit¨¢nico y aliado de Israel en la represi¨®n militar de los ¨¢rabes. Justa o no, esa percepci¨®n se ha generalizado en todo el mundo isl¨¢mico.
Sin embargo, ahora se necesita m¨¢s que una reformulaci¨®n de los objetivos estadounidenses en Irak. La persistente renuencia del Gobierno a afrontar el trasfondo pol¨ªtico de la amenaza terrorista ha reforzado entre los musulmanes la simpat¨ªa hacia los terroristas. El decir a los estadounidenses que los terroristas est¨¢n motivados principalmente por un abstracto "odio a la libertad" y que sus actos son el reflejo de una profunda hostilidad cultural no es m¨¢s que enga?arse a uno mismo. Si fuera as¨ª, Estocolmo o R¨ªo de Janeiro correr¨ªan tanto riesgo como la ciudad de Nueva York. Pero adem¨¢s de los neoyorquinos, las principales v¨ªctimas de atentados terroristas graves han sido australianos en Bali, espa?oles en Madrid, israel¨ªes en Tel Aviv, egipcios en el Sina¨ª y brit¨¢nicos en Londres. Existe un nexo pol¨ªtico evidente entre estos sucesos: los objetivos son los aliados y los Estados clientes de Estados Unidos en la cada vez m¨¢s intensa intervenci¨®n militar estadounidense en Oriente Pr¨®ximo. Los terroristas no nacen, sino que los hacen los acontecimientos, las experiencias, las impresiones, los odios, los mitos ¨¦tnicos, las memorias hist¨®ricas, el fanatismo religioso y un lavado de cerebro deliberado. Los modelan tambi¨¦n las im¨¢genes que ven en televisi¨®n, y especialmente sus sentimientos de odio contra lo que perciben como una denigraci¨®n embrutecedora de la dignidad de sus correligionarios por parte de extranjeros fuertemente armados. Un odio pol¨ªtico profundamente intenso contra Estados Unidos, Reino Unido e Israel est¨¢ atrayendo reclutas para el terrorismo no s¨®lo en Oriente Pr¨®ximo, sino en lugares tan lejanos como Etiop¨ªa, Marruecos, Pakist¨¢n, Indonesia e incluso el Caribe.
La capacidad estadounidense para hacer frente a la no proliferaci¨®n nuclear tambi¨¦n se ha visto mermada. El contraste entre el ataque a un Irak militarmente d¨¦bil y el autocontrol de Estados Unidos frente a una Corea del Norte con armamento nuclear ha fortalecido entre los iran¨ªes la convicci¨®n de que s¨®lo pueden aumentar su seguridad con armas nucleares. Adem¨¢s, la reciente decisi¨®n estadounidense de colaborar en el programa nuclear de India, inducida en gran medida por el deseo de obtener el respaldo de ese pa¨ªs en la guerra en Irak y como protecci¨®n contra China, ha hecho que Estados Unidos parezca un promotor selectivo de la proliferaci¨®n de armas nucleares. Este doble rasero complicar¨¢ la b¨²squeda de una soluci¨®n constructiva al problema nuclear iran¨ª. Los problemas pol¨ªticos de Estados Unidos se complican a¨²n m¨¢s por la degradaci¨®n de su posici¨®n moral en el mundo. El pa¨ªs que durante d¨¦cadas se opuso con firmeza a la represi¨®n pol¨ªtica, la tortura y otras transgresiones de los derechos humanos se ha visto sancionando pr¨¢cticas que dif¨ªcilmente se pueden considerar de respeto a la dignidad humana. A¨²n m¨¢s reprensible es el hecho de que el vergonzoso maltrato y/o tortura en Guant¨¢namo y Abu Ghraib no lo revelara un Gobierno indignado sino los medios de comunicaci¨®n estadounidenses. En respuesta, el Gobierno se limit¨® a castigar a unos cuantos perpetradores de bajo nivel; ninguno de los m¨¢ximos responsables civiles o militares del Departamento de Defensa y del Consejo de Seguridad Nacional que sancionaron los "interrogatorios bajo presi¨®n" (tambi¨¦n denominados tortura) se vio obligado a dimitir, por no hablar de someterlos a la verg¨¹enza p¨²blica y el enjuiciamiento. La oposici¨®n del Gobierno a la Corte Penal Internacional parece ahora, retroactivamente, bastante interesada.
Por ¨²ltimo, complicando el triste historial en pol¨ªtica exterior se encuentran las tendencias econ¨®micas relacionadas con la guerra, con una escalada dr¨¢stica del gasto en defensa y seguridad. El presupuesto del Departamento de Defensa y del Departamento de Seguridad Interior es ahora mayor que el presupuesto total de cualquier pa¨ªs, y es probable que siga aumentando incluso mientras el creciente d¨¦ficit presupuestario y comercial transforma a Estados Unidos en el mayor deudor del mundo. Al mismo tiempo, los costes directos e indirectos de la guerra en Irak aumentan, incluso por encima de los pron¨®sticos pesimistas de quienes desde el principio se opusieron a la guerra, convirtiendo las predicciones iniciales del Gobierno en una burla. Cada d¨®lar as¨ª gastado es un d¨®lar que no se dedica a la inversi¨®n, a la innovaci¨®n cient¨ªfica o a la educaci¨®n, todas ellas de fundamental importancia para la primac¨ªa econ¨®mica de Estados Unidos a largo plazo en un mundo fuertemente competitivo. Deber¨ªa ser una fuente de preocupaci¨®n especial para los estadounidenses juiciosos el que hasta pa¨ªses conocidos por su tradicional afecto hacia Estados Unidos se hayan vuelto abiertamente cr¨ªticos con la pol¨ªtica estadounidense. Como consecuencia de ello, grandes partes del mundo -tanto en Asia Oriental como en Europa o Latinoam¨¦rica- exploran discretamente formas de crear asociaciones regionales m¨¢s estrechas y menos vinculadas a la idea de cooperaci¨®n transpac¨ªfica, transatl¨¢ntica o hemisf¨¦rica con Estados Unidos. El alejamiento geopol¨ªtico de Estados Unidos podr¨ªa convertirse en una realidad duradera y amenazadora. Esa tendencia beneficiar¨ªa especialmente a los enemigos hist¨®ricos o a los futuros rivales de Estados Unidos. Sentadas en la banda y observando con desprecio la ineptitud de Estados Unidos est¨¢n Rusia y China: Rusia, porque le encanta ver la hostilidad musulmana apartada de s¨ª misma y dirigida contra Estados Unidos, a pesar de sus cr¨ªmenes en Afganist¨¢n y Chechenia, y est¨¢ ansiosa por atraer a Estados Unidos hacia una alianza antiisl¨¢mica; China, porque sigue pacientemente el consejo de su antiguo maestro estratega, Sun Tzu, que ense?aba que la mejor manera de ganar es dejar que tu rival se derrote a s¨ª mismo.
En un sentido muy real, durante los ¨²ltimos cuatro a?os, el equipo de Bush ha estado mermando peligrosamente la posici¨®n en apariencia segura de Estados Unidos en la cima del poste tot¨¦mico mundial, al transformar en debacle internacional un peligro en un principio manejable, aunque serio, y en gran medida regional. Est¨¢ claro que, dado que Estados Unidos es extraordinariamente poderoso y rico, hasta puede permitirse, aunque por poco tiempo, una pol¨ªtica articulada con exceso ret¨®rico y mantenida con ceguera hist¨®rica. Pero es probable que por el camino se quede aislado en un mundo hostil, cada vez m¨¢s vulnerable a los atentados terroristas y menos capaz de ejercer una influencia mundial constructiva. Remover con una vara un avispero mientras manifiestas a voz en grito que "mantendr¨¢s el rumbo" es una prueba de liderazgo catastr¨®fico. Pero no tiene por qu¨¦ serlo. Todav¨ªa es posible una verdadera correcci¨®n del rumbo, y podr¨ªa empezar pronto con una modesta y racional iniciativa del presidente de atraer a los l¨ªderes dem¨®cratas del Congreso en un serio esfuerzo para establecer una pol¨ªtica exterior bipartidista, en una naci¨®n cada vez m¨¢s dividida y preocupada. En un escenario bipartidista, ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil no s¨®lo reducir la definici¨®n de ¨¦xito en Irak, sino de hecho salir, quiz¨¢ incluso el a?o que viene mismo. Y cuanto antes salga Estados Unidos, antes alcanzar¨¢n chi¨ªes, kurdos y sun¨ªes un acuerdo pol¨ªtico propio o prevalecer¨¢ por la fuerza una combinaci¨®n de ellos. Con una pol¨ªtica exterior basada en el bipartidismo y despu¨¦s de dejar atr¨¢s Irak, tambi¨¦n ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil forjar una pol¨ªtica regional m¨¢s amplia que se centre constructivamente en Ir¨¢n y en el proceso de paz palestino-israel¨ª, y al mismo tiempo restaurar la legitimidad del papel mundial estadounidense.
Zbigniew Brzezinski fue asesor de Seguridad Nacional del presidente estadounidense Jimmy Carter. Traducci¨®n de News Clips. ? Global Viewpoint.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.