Identidad
Qu¨¦ injusta puede ser la vida. Con lo bien que le hubiera quedado a Trillo gritar ayer "?Viva Honduras!" en la Castellana, con el presidente de dicho pa¨ªs presente en el desfile militar, el destino no quiso. Puse la retransmisi¨®n televisiva de la ceremonia y pronto me ganaron las emociones primarias que toda marcha o himno patri¨®tico desencadena en m¨ª, ese crujir de vellos hacia adentro, esa columna vertebral erguida de resistencia. Cuantas m¨¢s patrias tienes, m¨¢s pelos de punta. Como el escritor liban¨¦s Elias Khoury, yo tambi¨¦n me maravillo de la inquisici¨®n sobre algo que no se escoge: la identidad. Lugar de nacimiento, lengua, religi¨®n. Como ¨¦l, respondo: "En todo caso, un vago recuerdo de folclore, de sabores". En mi caso, berenjenas asadas, Mediterr¨¢neo.
Ahora bien, no me pierdo un desfile porque tengo un pariente que, nacionalista catal¨¢n como es, y odiando como odia todo lo espa?ol porque le parece militar y todo lo militar porque le parece espa?ol, en cambio llora con la marcha triunfal de Aida, que, por el tema del que trata (el triunfo del poderoso Egipto fara¨®nico sobre su d¨¦bil vecino negro, Etiop¨ªa), as¨ª como por la ocasi¨®n para la que la ¨®pera fue compuesta por Verdi (inauguraci¨®n del canal de Suez: una c¨²spide del poder colonial europeo sobre ?frica y Oriente Pr¨®ximo en el mundo del siglo XIX), deber¨ªa hacerle vomitar.
?l sostiene que a m¨ª el desfile de ayer deber¨ªa darme grima, y yo respondo que s¨ª, toda exhibici¨®n de fuerza me repugna, pero que, de ayer, me quedo con: a) los pol¨ªticos opuestos que estuvieron juntos sin insultarse, respetuosos con la ocasi¨®n superior; b) el dolor de los parientes de militares fallecidos (la muchacha que llevaba la blusa que su deudo le trajo de Kabul), y c) el toque ligeramente vien¨¦s que tuvieron los proleg¨®menos, la desva¨ªda coloraci¨®n de la bandera espa?ola... Relativizando: qui¨¦n les ha visto y qui¨¦n les ve.
Finalmente, nos estamos enfocando hacia los pueblos de Am¨¦rica, a los que tanto debemos. L¨¢stima que los pueblos de Am¨¦rica tengan, cada 12 de octubre, el alma a media asta. Como ahora mismo Guatemala, el pa¨ªs de la eterna primavera y el dolor incesante, al que espa?oles y catalanes ya han mandado ayuda.
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