Pol¨ªticas p¨²blicas y futuro iberoamericano
Para Iberoam¨¦rica este 2005 puede ser un buen tiempo de rearticulaci¨®n y puesta al d¨ªa. Lo que emergi¨® claramente con un sentido conmemorativo se convierte hoy en una oportunidad pol¨ªtica mayor. Son tiempos de globalizaci¨®n y, por ello, son tiempos de relaci¨®n entre regiones donde las identidades juegan un papel esencial.
Iberoam¨¦rica ha hecho la tarea en muchos campos. Est¨¢ lo cultural, lo pol¨ªtico, lo social, lo econ¨®mico; est¨¢n las dimensiones educacionales y art¨ªsticas; est¨¢n las interacciones de la sociedad civil. El espa?ol y el portugu¨¦s son nuestros idiomas para construir puentes de cercan¨ªa. En suma, hay razones para afirmar que Iberoam¨¦rica est¨¢ llevando adelante el concepto de unidad en la diversidad.
Nuestra visi¨®n conjuga libertad con equidad, crecimiento econ¨®mico con justicia social
Pero hoy es necesario ir m¨¢s all¨¢. Los desaf¨ªos del siglo XXI y las exigencias a las cuales nos convoca la globalizaci¨®n obligan a pensar en una "transversalidad iberoamericana" m¨¢s profunda. Aquella construida desde grandes consensos pol¨ªticos sustentados en el modo de ser y hacer de estos pueblos.
Es la tarea esencial a la cual nos llama la XV Cumbre Iberoamericana en Salamanca. Nosotros, presidentes de Chile y Portugal que tendremos la ¨²ltima oportunidad de participar en este encuentro en representaci¨®n de nuestros pa¨ªses, creemos que podemos entregar una reflexi¨®n especial para el presente y futuro de esta comunidad de naciones.
Hoy que ya se ha puesto en marcha la Secretar¨ªa General Iberoamericana, vemos que est¨¢n dadas las condiciones para trabajar en conjunto en el desarrollo y ejecuci¨®n de "nuestras pol¨ªticas p¨²blicas" desde las cuales se hagan realidad los prop¨®sitos reiterados en las diversas declaraciones previas a esta Cumbre.
?Por qu¨¦ poner el acento en las pol¨ªticas p¨²blicas? Porque es all¨ª donde cabe ir asentando un paradigma de trabajo, cuyo prop¨®sito central sea el impulso al crecimiento econ¨®mico llevado adelante en concordancia con programas serios y eficientes de desarrollo y justicia social en una mirada que, a partir de nuestras experiencias y convicciones, complemente y vaya m¨¢s all¨¢ de aquellas recetas entregadas por el llamado Consenso de Washington a comienzo de la d¨¦cada de los noventa.
Mientras aquel planteamiento -cuyo eje se instal¨® en el libre mercado y los equilibrios macroecon¨®micos-, presionaba en Latinoam¨¦rica, el di¨¢logo iberoamericano comenz¨® en 1990 su b¨²squeda de propuestas propias y de modernidad.
A quince a?os del comienzo de esa tarea podemos levantar una alternativa clara. Una perspectiva de acci¨®n que vemos reflejada en las palabras de bienvenida del actual presidente del Gobierno espa?ol: "Iberoam¨¦rica aspira a crear un modelo de espacio com¨²n en pro de la democracia, de la cohesi¨®n social y territorial, del desarrollo sostenible y de los derechos humanos".
Esta propuesta se basa en la convicci¨®n de que el Estado, tanto sus instituciones como los espacios p¨²blico-privados tienen un importante papel de orientaci¨®n estrat¨¦gica a desempe?ar en un proceso de desarrollo sustentable. El mercado es indispensable para el funcionamiento de la econom¨ªa, pero es tambi¨¦n a partir de las entidades p¨²blicas y de los ciudadanos que emergen las opciones para entregar equidad y horizontes comunes a un pa¨ªs.
Lo primero es remarcar que necesitamos pasar de las palabras a los hechos. En nuestras diversas declaraciones hemos colocado metas que s¨®lo admiten una lectura y obligan a la acci¨®n.
Ir al mismo paso. En las d¨¦cadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, Am¨¦rica Latina y las naciones de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica fuimos en un andar desacompasado. Tras aquella conflagraci¨®n las veintiuna naciones latinoamericanas fueron actores claves en la conformaci¨®n de Naciones Unidas. All¨ª nos jugamos por definir un orden multilateral donde los derechos humanos, la autonom¨ªa pol¨ªtica, el crecimiento econ¨®mico, la paz y el desarrollo social caminaran a la par. Espa?a y Portugal viv¨ªan tiempos de autoritarismos. Y cuando en estas naciones comenzaron a respirarse aires de mayor libertad y democracia, la mayor¨ªa de las naciones al otro lado del Atl¨¢ntico estaban bajo el peso de las dictaduras, la falta de libertad o las confrontaciones fratricidas.
La historia hizo que comenz¨¢ramos a tener un andar com¨²n, de talante democr¨¢tico, s¨®lo con la llegada de la d¨¦cada de los noventa, precisamente cuando comenzamos a conjugar con otra mirada y una voz com¨²n el sentido de lo iberoamericano.
La democracia nos da confianza y el est¨ªmulo para pensar con ambici¨®n: pensar en las mejores formas de aprovechar las oportunidades y prevenir los riesgos de la globalizaci¨®n, para dar respuestas concretas a los sue?os y a las expectativas de nuestros pueblos.
Sabemos que existen diferencias importantes entre el debate europeo y el latinoamericano al hablar de bienes p¨²blicos y de pol¨ªticas nacionales para ello.
En Europa se busca reformar el antiguo Estado benefactor, con el fin de mejorar la competitividad y permitir una mayor innovaci¨®n tecnol¨®gica, sin sacrificar un conjunto de derechos ciudadanos al bienestar. En Am¨¦rica Latina, en cambio, el debate se refiere a c¨®mo lograr mayores niveles de equidad y de bienestar a partir de las necesarias reformas econ¨®micas que, en su mayor parte, ya se han logrado.
Quienes van por los pa¨ªses latinoamericanos -sean empresarios, pol¨ªticos, acad¨¦micos o artistas-, saben que en varias de nuestras naciones se hacen esfuerzos por conciliar las necesidades de econom¨ªas muy abiertas en un mundo globalizado con las necesidades igualmente urgentes de solidaridad en sus sociedades. La libertad econ¨®mica y la equidad no representan conceptos contrapuestos o incompatibles. Se puede estar a favor de una econom¨ªa de mercado, pero es algo muy distinto impulsar una sociedad de mercado. Nuestra visi¨®n conjuga la libertad con la equidad, el crecimiento econ¨®mico con la justicia social. Y esa visi¨®n queremos que predomine en el mapa iberoamericano.
La lucha contra la pobreza, el acceso a la educaci¨®n y a la salud, la cohesi¨®n social y la defensa y la promoci¨®n de los derechos humanos son objetivos esenciales. Para alcanzarlos, el crecimiento econ¨®mico es una condici¨®n necesaria, pero no suficiente. Compete al Estado conducir las pol¨ªticas p¨²blicas que hagan realidad esos objetivos.
En el ¨¢mbito de la comunidad iberoamericana, debemos abrir un espacio de discusi¨®n amplia y participativa sobre la mejor forma de avanzar hacia esas metas: ?C¨®mo elaborar pol¨ªticas p¨²blicas que, a partir de situaciones muy diversas apunten hacia los mismos prop¨®sitos y a las mismas metas? ?Qu¨¦ mecanismos y programas podemos crear para analizar y comparar experiencias, de modo de identificar las mejores pr¨¢cticas? ?C¨®mo concebir programas destinados espec¨ªficamente a la formaci¨®n de peritos y altos funcionarios capaces de conducir las pol¨ªticas p¨²blicas con eficiencia y calidad, como ocurre con otras instituciones de alto prestigio internacional?
Una entidad -probablemente asentada en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica para el mayor acopio de experiencias entre mundo desarrollado y en desarrollo-, debiera ser el motor de ese prop¨®sito.
De lo que se trata es de avanzar entre nosotros una pr¨¢ctica de pol¨ªticas p¨²blicas sustentada, precisamente, en una transversalidad iberoamericana mayor. Una suerte de testimonio en la globalidad, donde lo que somos y hagamos sea un aporte en la mesa hemisf¨¦rica, en el caso de los latinoamericanos, y un identidad especial en la mesa europea, en el caso de Espa?a y Portugal.
Ricardo Lagos es presidente de Chile y Jorge Sampaio es presidente de Portugal.
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