Un oportuno suicidio
El aparente suicidio del ministro del Interior sirio, tan oportuno para el atribulado r¨¦gimen de Damasco, no va a aliviar su aislamiento ni la presi¨®n estadounidense, y tampoco alterar¨¢ presumiblemente las conclusiones de la ONU sobre el asesinato en febrero del ex primer ministro liban¨¦s Rafik Hariri, achacado casi un¨¢nimemente a Siria. La muerte del general Ghazi Kanaan se ha producido tres semanas despu¨¦s de ser interrogado en Damasco sobre aquel magnicidio y unos d¨ªas antes de que Naciones Unidas anuncie los resultados de su investigaci¨®n.
El Gobierno sirio ha presentado la muerte de Kanaan como inducida por la campa?a de peri¨®dicos libaneses implic¨¢ndole en el atentado de Hariri. Esta versi¨®n resulta cuando menos un sarcasmo aplicada a un individuo despiadado y temido que durante m¨¢s de 20 a?os ha manejado los hilos de L¨ªbano a satisfacci¨®n de sus jefes. Kanaan fue hasta 2002 el todopoderoso manipulador del rompecabezas liban¨¦s mediante el control de numerosos pol¨ªticos y de los servicios de seguridad y espionaje. La voladura de Hariri forz¨® a Siria a retirar este a?o sus 35.000 soldados del diminuto pa¨ªs vecino, rompi¨® la red de patronazgo tejida por Kanaan y ha desembocado en unas elecciones que alumbraron un Gobierno claramente antisirio. Amigos y enemigos concuerdan en que este general, de 63 a?os, no era de los que se suicidan por la opini¨®n de la ONU.
Su desaparici¨®n a?ade interrogantes al futuro del dictatorial r¨¦gimen baazista, una oscura y peque?a clique en manos del presidente Bachar el Asad y su c¨ªrculo m¨¢s cercano. Kanaan era uno de sus pilares. Tras su muerte, la cuesti¨®n clave es c¨®mo responder¨¢ el aislado r¨¦gimen sirio, bajo la lupa de Washington y sin pr¨¢cticamente amigos, si es formalmente implicado en el asesinato de Hariri. Damasco quiz¨¢ haya decidido que Kanaan era el mejor chivo expiatorio. Pero si el Consejo de Seguridad apunta a Siria y Asad no entrega a los sospechosos para su enjuiciamiento, se oscurecer¨¢n a¨²n m¨¢s las perspectivas para un presidente que afronta el malestar creciente de un pa¨ªs que hace cinco a?os crey¨® en sus promesas de renovaci¨®n.
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