La alargada huella de Caravaggio
Inquietante y temido por sus estrictos contempor¨¢neos, de tal manera que, nada m¨¢s morir, prematura y tr¨¢gicamente sin haber cumplido los 40, se le hizo caer en los infiernos que promueve peri¨®dicamente el gusto art¨ªstico, Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) se ha convertido en una figura apreciad¨ªsima en nuestra ¨¦poca, que lo considera, con justicia, uno de los mejores pintores del siglo XVII y, en puridad, de todo el arte moderno. Con un cat¨¢logo de obras corto, debido a su breve y accidentada biograf¨ªa, pero que adem¨¢s hubo luego que "acortar", porque se le atribuyeron en falso toda clase de pinturas naturalistas, es l¨®gico que las exposiciones temporales sobre Caravaggio sean tan demandadas como escasas. Se han estrellado en pos de este prop¨®sito muchos de los mejores museos del mundo que, cuando fructifica, es un acontecimiento de primer orden. Es preciso advertirlo as¨ª, de entrada, para valorar como merece el esfuerzo de la direcci¨®n del Museo Nacional de Arte de Catalu?a, que ha acertado adem¨¢s al elegir como comisario para esta empresa a uno de los mejores expertos europeos en el tema, Jos¨¦ Milicua, el ¨²nico espa?ol disc¨ªpulo de Roberto Longhi, patrono del Museo del Prado y uno de los historiadores del arte espa?oles m¨¢s respetados dentro o fuera del pa¨ªs. Como corresponde, Milicua ha hecho una muestra ambiciosa, que no s¨®lo recoge una decena larga de cuadros de Caravaggio, sino unos ochenta m¨¢s de su profunda influencia en Italia y en Espa?a, lo cual ha significado que haya tres cap¨ªtulos dedicados a Roma, N¨¢poles y el resto de la pen¨ªnsula italiana, pero otros cinco al realismo espa?ol, tanto con entradas a sucesivos ¨¢mbitos locales -Ribera en N¨¢poles, Madrid y Sevilla representados por las personalidades egregias de Vel¨¢zquez y Zurbar¨¢n, Valencia y Castilla-, as¨ª como una incursi¨®n en la naturaleza muerta espa?ola.
CARAVAGGIO Y LA PINTURA REALISTA EUROPEA
Museo Nacional de Arte
de Catalu?a. Barcelona
Hasta el 15 de enero de 2006
En Espa?a se conservan actualmente un buen elenco de pinturas italianas de los representantes del naturalismo, pero muy pocas de Caravaggio. Entre ¨¦stas, est¨¢n casi todas en la exposici¨®n, con pr¨¦stamos del Prado, el Palacio Real, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo de Monserrat. Esto significa que ha habido pr¨¦stamos internacionales de mucho m¨¦rito, no s¨®lo en lo que se refiere al genial pintor lombardo, sino de sus seguidores romanos y napolitanos, como Grammatica, Borgiani, Orazio y Artemisa Gentilleschi, Saraceni, Cecco del Caravaggio, Pensionante de Saraceni, Battistello, Cavallino, Stanzione, Fracanzano, Guerino, Crespi, Serodine, Guercino, Strozzi, etc¨¦tera. De los maestros naturalistas espa?oles est¨¢ la tropa de los mejores: Ribera, Ribalta, Zurbar¨¢n -padre e hijo-, Vel¨¢zquez, Pereda, Espinosa, Trist¨¢n, Maino, Orrente...
Claro que aqu¨ª no se trata de un simple acopio de figuras ilustres, lo cual, ante lo citado, tampoco se podr¨ªa tomar a la ligera, sino de mostrar la urdimbre del naturalismo europeo meridional, de corte contrarreformista. No olvidemos que, durante aquellas fechas, la presencia espa?ola en Italia segu¨ªa siendo masiva, lo que explica la fluidez e intercambios culturales y art¨ªsticos que tuvieron entonces lugar.
La rigurosa y ortodoxa for
maci¨®n historiogr¨¢fica de Milicua se atiene al canon m¨¢s fiable de lo que supuso la germinaci¨®n y desarrollo de este naturalismo hispano-italiano del XVII, como ya se adivina en la formulaci¨®n de los sucesivos apartados de la exposici¨®n; pero luego est¨¢ ese "intangible" tan sustancial, como lo es, desde luego, la sabidur¨ªa y, sobre todo, m¨¢s raro, el refinamiento y la agudeza visuales. Quiero decir que Milicua ha seleccionado y conseguido cuadros con la competencia y astucia del experto, pero adem¨¢s se las ha arreglado para emplazar las suficientes "rarezas", tomadas de entre colecciones particulares y de museos no tan c¨¦lebres y visitados, como para que el recorrido de la exposici¨®n no se siga con el parsimonioso aburrimiento con que se repasan las hojas de un libro conocido.
Ante una convocatoria de esta envergadura hay ciertamente mil comentarios posibles. Pi¨¦nsese en lo que es s¨®lo la bibliograf¨ªa y las exposiciones sobre Caravaggio m¨¢s recientes, como las que tuvieron lugar la pasada temporada sucesivamente en N¨¢poles y Londres, pero, en general, en el tema del naturalismo del XVII, que ha dado origen a muy notables exposiciones y libros a lo largo del siglo XX en todo el mundo sin que hoy pierda actualidad. No cabe aqu¨ª nada m¨¢s que consignarlo. No obstante, es imprescindible subrayar que esta exposici¨®n de Caravaggio y la pintura realista europea es un hito cultural de primer orden y la manifestaci¨®n m¨¢s deslumbrante del trabajo y la personalidad de su comisario, Jos¨¦ Milicua, que con ello corona una vida de investigaci¨®n.
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